Mil eternidades de sueño..
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, septiembre 7, 2023

Ésta es la nostalgia: morar en la onda y no tener patria en el tiempo. Y éstos son los deseos: quedos diálogos de las horas cotidianas con la eternidad. Y eso es la vida. Hasta que de un ayer suba la hora más solitaria de todas, la que, sonriendo, distinta a sus hermanas, guarde silencio en presencia de lo eterno
“No tener patria en el tiempo”, no tener apegos ni moradas, no tener pie asentado en una falsa realidad. ¿Cuál verdaderamente es esa ansiada realidad? ¿la que pisamos, la que vemos? o es aquella que siente nuestra alma cuando desgarrada por el sinsabor del cuestionamiento, viudo de respuesta, mudo de razón, vaga ante los escasos atisbos de lucidez, y a los cuales solo llego mediante un paso de silencio sepulcral.
Quedos diálogos de las horas cotidianas con la eternidad. Es ahí donde me relamo con un perro herido ante los diálogos con “mi eternidad”, que es distinta a la suya o a la de cualquier lector, ésta varía según la distancia que los separa de la tierra, mi eternidad alcanza confines a los cuales no puedo llevar a ningún mortal, no podría, me balanceo en las preguntas que sin dirección ni propósito se disparan de mi mente, cuanta eternidad hay en la mía. (¿se entiende?) cuanto de todos los universos que me habitan, laten dentro del mío propio, si sólo llego a ellos cuando me invade el silencio más absoluto, cuando siento que la locura está a ras de mi mano, cuando me dejo arrastrar por la entropía de mis percepciones, como si la garra del más feroz de los hoyos negros me atrapará y me escupiera en un estado de paz no esperable, tanto que me hace llorar, tan grande que no quiero volver, tan profundo que me deja ciego ante el mundo.
“Guardé silencio en la presencia de lo eterno”. un dialogo que despierta totalmente su interioridad, vaciándose uno en el otro en un total despliegue de ideas y conceptos donde pueden encontrar una salida de mayor pureza a sus cuestionamientos existenciales y a la idea de un Dios total, a la idea de una concepción basada en lo eterno, tú sabes y comprendes; y que yo no pueda ni por un segundo ver las cosas a partir de ti mismo, tal como las imagino vistas por ti, que no pueda tener la inteligencia del otro… en todo caso, volveré fortificado al seno de mis intrincaciones sin fin, preparadas desde hace mucho tiempo.
Sabe Dios qué intervalo separa el poema del «viraje decisivo» del advenimiento de nuevas condiciones, yo sigo estando muy rezagado; sabe Dios si puedo todavía efectuar semejantes cambios, ya que las fuerzas continúan abusando de sí mismas y agotándose en los mayores malentendidos. Por eso me había prometido un número indescriptible de cosas de esta disposición al fin justa y llena de ternura con respecto a una naturaleza humana.
En fin…, mi tiempo de desvelo llega a su fin, dejaré los análisis y admiración o debería decir una envidia infinita por lo que dos seres humanos pueden alcanzar en su comunicación, en su intercambio de percepciones, de ideas.
Por otro lado, y para concluir este desvarío digo: Quién no se cuestione no puede caminar por un sendero de búsqueda, sin el cuestionamiento no hay solución, si no hay cuestionamiento no hay como resultado una verdad.
Por último, agregar, me subyuga la fatuidad en que la humanidad se duerme ante el verdadero diálogo, ante aquel diálogo que sólo se da con uno mismo, no con la mente, no con el pensamiento, sólo con nuestra alma, aquella que no tiene voz audible, aquella que mora en el más profundo de los silencios, en el más profundo de los vacíos.
Ese dialogo que nos dejará ineludiblemente satisfechos, con una plenitud que durará segundos, pero esos escasos segundos valdrán por mil eternidades de sueño.
Estos son mis pensamientos, anticuados, trasnochados, vistos desde el prisma de un idealista romántico, y me daría por muy contento si mi mensaje fuera leído y entendido, y fuera motivo de un instante de reflexión.
Patricio Varsariah.
Ésta es la nostalgia: morar en la onda y no tener patria en el tiempo. Y éstos son los deseos: quedos diálogos de las horas cotidianas con la eternidad. Y eso es la vida. Hasta que de un ayer suba la hora más solitaria de todas, la que, sonriendo, distinta a sus hermanas, guarde silencio en presencia de lo eterno
Ésta es la nostalgia: morar en la onda y no tener patria en el tiempo. Y éstos son los deseos: quedos diálogos de las horas cotidianas con la eternidad. Y eso es la vida. Hasta que de un ayer suba la hora más solitaria de todas, la que, sonriendo, distinta a sus hermanas, guarde silencio en presencia de lo eterno
“No tener patria en el tiempo”, no tener apegos ni moradas, no tener pie asentado en una falsa realidad. ¿Cuál verdaderamente es esa ansiada realidad? ¿la que pisamos, la que vemos? o es aquella que siente nuestra alma cuando desgarrada por el sinsabor del cuestionamiento, viudo de respuesta, mudo de razón, vaga ante los escasos atisbos de lucidez, y a los cuales solo llego mediante un paso de silencio sepulcral.
Quedos diálogos de las horas cotidianas con la eternidad. Es ahí donde me relamo con un perro herido ante los diálogos con “mi eternidad”, que es distinta a la suya o a la de cualquier lector, ésta varía según la distancia que los separa de la tierra, mi eternidad alcanza confines a los cuales no puedo llevar a ningún mortal, no podría, me balanceo en las preguntas que sin dirección ni propósito se disparan de mi mente, cuanta eternidad hay en la mía. (¿se entiende?) cuanto de todos los universos que me habitan, laten dentro del mío propio, si sólo llego a ellos cuando me invade el silencio más absoluto, cuando siento que la locura está a ras de mi mano, cuando me dejo arrastrar por la entropía de mis percepciones, como si la garra del más feroz de los hoyos negros me atrapará y me escupiera en un estado de paz no esperable, tanto que me hace llorar, tan grande que no quiero volver, tan profundo que me deja ciego ante el mundo.
“Guardé silencio en la presencia de lo eterno”. un dialogo que despierta totalmente su interioridad, vaciándose uno en el otro en un total despliegue de ideas y conceptos donde pueden encontrar una salida de mayor pureza a sus cuestionamientos existenciales y a la idea de un Dios total, a la idea de una concepción basada en lo eterno, tú sabes y comprendes; y que yo no pueda ni por un segundo ver las cosas a partir de ti mismo, tal como las imagino vistas por ti, que no pueda tener la inteligencia del otro… en todo caso, volveré fortificado al seno de mis intrincaciones sin fin, preparadas desde hace mucho tiempo.
Sabe Dios qué intervalo separa el poema del «viraje decisivo» del advenimiento de nuevas condiciones, yo sigo estando muy rezagado; sabe Dios si puedo todavía efectuar semejantes cambios, ya que las fuerzas continúan abusando de sí mismas y agotándose en los mayores malentendidos. Por eso me había prometido un número indescriptible de cosas de esta disposición al fin justa y llena de ternura con respecto a una naturaleza humana.
En fin…, mi tiempo de desvelo llega a su fin, dejaré los análisis y admiración o debería decir una envidia infinita por lo que dos seres humanos pueden alcanzar en su comunicación, en su intercambio de percepciones, de ideas.
Por otro lado, y para concluir este desvarío digo: Quién no se cuestione no puede caminar por un sendero de búsqueda, sin el cuestionamiento no hay solución, si no hay cuestionamiento no hay como resultado una verdad.
Por último, agregar, me subyuga la fatuidad en que la humanidad se duerme ante el verdadero diálogo, ante aquel diálogo que sólo se da con uno mismo, no con la mente, no con el pensamiento, sólo con nuestra alma, aquella que no tiene voz audible, aquella que mora en el más profundo de los silencios, en el más profundo de los vacíos.
Ese dialogo que nos dejará ineludiblemente satisfechos, con una plenitud que durará segundos, pero esos escasos segundos valdrán por mil eternidades de sueño.
Estos son mis pensamientos, anticuados, trasnochados, vistos desde el prisma de un idealista romántico, y me daría por muy contento si mi mensaje fuera leído y entendido, y fuera motivo de un instante de reflexión.
Patricio Varsariah.