Un tierno homenaje a las almas excepcionales que eligen la bondad, la empatía y la presencia en este mundo.

Mi tipo de gente, son amables en un mundo cruel, recordándonos que todavía hay espacio para la bondad, todavía hay espacio para corazones que se preocupan, poseen una empatía excepcional y hermosa, queriendo solo marcar una pequeña diferencia en un mundo que a menudo olvida. Poseen inteligencia emocional, lo suficientemente firmes como para comprender sus propias heridas sin permitir que hieran a otros, pensando antes de hablar, sabiendo que las palabras tienen el poder de sanar o de arruinarle el día a alguien.

Mi tipo de gente escuchan sin juzgar, porque saben que nunca nos ponemos en el lugar del otro, nunca comprendemos del todo la prueba de la vida que lleva otra persona. Ven a los demás, sin buscar la perfección, simplemente como son. Abrazan las pequeñas cosas, sin agotarse persiguiendo lo que brilla, sino encontrando alegría en lo que ya existe. Se detienen a observar los detalles más pequeños de la vida, la serena belleza de las cosas cotidianas que a menudo pasamos por alto.

Aman los libros, incluso los no leídos, manteniéndolos cerca, respirando la comodidad de su presencia y el aroma de las páginas antiguas. Aman la poesía, esa magia inusual que envuelve la complejidad en tan solo un puñado de tiernos versos.

Se adentran en la naturaleza, en las montañas, en los árboles, en el verde, y dejan que el aire les bese la piel hasta que se sienten vivos de nuevo. Se sientan con las puestas de sol, con té o café en la mano, reflexionando sobre el día, preparándose para el mañana, mimándose con cariño.

Observan las estrellas y la luz de la luna, disminuyendo la velocidad lo suficiente para sentarse con su propio desorden, recordándose: al menos es mío, y lo superaré. Guardan recuerdos cerca, revisándolos de vez en cuando, apreciando los buenos, dejando espacio para los dolorosos, y eligiendo los que vale la pena conservar.

No huyen de sus partes dolorosas. En cambio, se sientan con ellas, perdonándose, aprendiendo a ser amigos incluso de lo roto. Recuerdan las pequeñas cosas de las personas que aman, convirtiéndose en espacios seguros donde uno puede simplemente estar sin miedo. Mantienen vivo a su niño interior, encontrando alegría en las cosas más tontas, pequeñas.

Mi tipo de gente desean ser recordados no por su perfección, sino por su bondad, por ser útiles, por ofrecer una mano, por ayudar, por estar presentes. 

Sé que nadie es perfecto y sé que no podemos cambiar el mundo entero. Pero podemos elegir ser ese tipo de persona, en los pequeños círculos donde vivimos, en los espacios tranquilos de nuestras familias, amigos y seres queridos.

Podemos elegir la amabilidad, la empatía y la presencia, incluso en un mundo que las olvida. Y si ya llevas estas cualidades dentro, oh, eres mi tipo de persona.

Si este escrito te aportó consuelo o reflexión, sigue adelante. Tú tampoco estás sola o solo porque es para ti. Te aprecio y te valoro.

Patricio Varsariah.