Mi sueño de anoche...
Publicado por Patricio Varsariah el lunes, octubre 1, 2018

Anoche tuve un sueño me veía claramente que me temblaban las manos, apenas podía sostener el lápiz y mi confusión era tal, que ya no podía distinguir si la causa era el Parkinson o el peso de los años que acababa de cumplir.
Toda una vida para recordar y sin embargo me había llegado el momento en que las imágenes no florecían con los colores de entonces, ni las épocas más preciadas marchaban una detrás de la otra para recordarlas en secuencias.
Los rostros se confundían, las lágrimas no tenían sentido y las sonrisas, menos. No sabía si me importaba demasiado porque en este mundo no quedaba nadie con quien compartirlas.
Estaba solo y olvidado, sentado en una silla de ruedas, miraba a través del ventanal en una esquina de un salón de una residencia, sin ver nada. me pareció que la vida ya no tenía sentido o quizás nunca lo tuvo.
En el sueño vi que me acerque acercó lo más posible a la mesa de mi cuarto y a duras penas apoye el lápiz sobre el papel en blanco intentando escribir una carta, pero el resultado fue una serie de garabatos que sólo con esfuerzo e imaginación se podían leer.
Comencé con el título: Carta a esa vida mía.
No es verdad todo lo que pienso, la fibra que me sostiene y el corazón que aún se esfuerza por latir me reclaman el derecho a sentarme a la mesa para debatir con la melancolía y el desasosiego.
En el sueño veía que no recordaba todo, pero había, porque así lo intuía, que algo tenia que agradecerle a la vida y gracias le daba por ser mi última compañera en este largo peregrinaje. Pensaba que tenia razones inseguras que me hacían sospechar que alguna vez fui bueno, también malo y que otras veces dejé que pasara sin levantar una mano para cambiar su curso. Quería creerme que el daño que causara en otros el egoísmo de mi autodeterminación no fuera irreparable y que mi remordimiento, aunque no sepa el por qué, era genuino.
Nunca podré borrar la sensación de ternura que dejan los besos que ya no tienen dueño, ni las visiones felices que aún oscilan en mi aura.
Y en el sueño veía que terminaba de escribir esa carta así:
Vida sé que de ti, nadie se despide. Marchamos y eso es todo, pero al hacerlo, te dejaré el último aliento de mi cuerpo, la última sonrisa y la esperanza de que tu recorrido sea el espejo que refleja lo infinito que es el universo.
Y me desperté con una extraña sensación de ternura y melancolía, creo y espero que así sera mi final...
Patricio Varsariah.