Mi homenaje y admiración
Publicado por Patricio Varsariah el miércoles, diciembre 23, 2015

Hoy quiero escribir sobre las Mujeres que rompen con el estereotipo de los cuentos de hadas sobre “princesas” de Disney, las “Barbies” y clichés por el estilo. Aunque estamos en pleno siglo XXI, el estereotipo de lo femenino sigue siendo muy fuerte. Una de las razones para que esto sea así es que desde los mismos cuentos infantiles se instauran imaginarios que evocan a “la princesa” como un ideal de mujer. Los juegos de video y muchas de las grandes películas de Hollywood retransmiten ese estereotipo que cala fuertemente en la mente de los niños. Y es así como desde la infancia misma nos alimentan un modelo caduco sobre la condición de los géneros.
Los cuentos de hadas tradicionales tienen una estructura narrativa muy similar entre sí. Todos son historias de amor fantásticas, en donde el centro del conflicto es una mujer tratada injustamente por el destino. Todos, sin excepción, resuelven el problema mediante dos factores: la intervención mágica de otra mujer, el hada, y la salvación definitiva gracias a un príncipe. Estas historias terminan con la elevación de la protagonista a la calidad de “princesa”, dentro de un reino encantado. Este tipo de argumentos y de resoluciones se reproducen cientos de veces, con las adaptaciones obvias, en diferentes telenovelas, series y películas actuales. Pero quizá Tu te preguntas: ¿por qué han de ser negativas este tipo de historias si, finalmente, lo que se privilegia es la justicia y la felicidad en el amor? ¿No son acaso “historias blancas” con una moraleja en la que las chicas bondadosas y el amor terminan triunfando?.
Te respondo: Lo más problemático de este tipo de historias es que distorsionan la esencia de muchos valores. Por ejemplo, enlazan arbitrariamente la bondad con la belleza. La “princesa” siempre es buena, pero también bella. No hay princesas feas. Las feas son las que conspiran contra ella, básicamente por envidia. También inculcan la idea de que el mayor triunfo para la mujer es encontrar a su príncipe. Con ello se transmite una idea equivocada del amor. En el amor real, la historia comienza donde terminan los cuentos de hadas. No se vive feliz para siempre, sino que la convivencia supone los desafíos más arduos para la pareja. Y no hay príncipe, sino un hombre hecho de carne y hueso que no siempre puede responder a las expectativas de una chica que quiere idealizarlo. Finalmente, este tipo de elaboraciones fantasiosas conduce a la frustración, a la infelicidad. Aunque cueste trabajo creerlo, muchas personas sufren toda su vida por no encontrar ese ideal de mujer, de hombre, o de amor, en lugar de ser felices con las situaciones reales que la vida les aporta.
En la vida real existen una gran mayoría de mujeres que no se quedaron esperando a que un príncipe las salvara, sino que ni se salvaron, ni se quedaron esperando. En sus historias de amor sí hay contradicciones, abandonos y desencuentros. También hay grandes logros y un desarrollo individual independiente a las vicisitudes del amor de pareja. Contrario a lo que podría suponerse, esas historias no decepcionan, sino que representan un nuevo tipo de interés: el interés por el mundo real. Existen mujeres que no son la típica rubia angelical que encuentran a su príncipe soñado. Son mujeres algunas veces marcadas por alguna enfermedad, o alguna situación que la vida les ha aportado desde muy jóvenes, pero ellas viven apasionadas y contradictorias historias de amor con hombres que en nada se parecen a “Kent” el eterno novio de la Barbie.
Violeta Parra, la gran artista chilena, no pudo ser la mujer que añoraba su primer esposo. No fueron felices para siempre, sino que se separaron. La primera hija que tuvo con su segundo esposo, murió de dos años. Su famosa canción “Gracias a la vida” la compuso tras recuperarse de un intento de suicidio. Y el hermoso tema “Volver a los 17” se lo escribió a Pedro Messone, a quien superaba por 21 años de edad. No era, ciertamente, el tipo de mujer que inspiraría una historia de Disney.
Son muchas las anti-princesas de carne y hueso y ha ellas va mi homenaje y admiración por que dejan y dejaran profunda huella en el mundo, por su negativa a ser y actuar como un estereotipo. Mujeres dotadas de una gran personalidad, que son capaces de enfrentar los prejuicios y se atreven a ser libres. Por eso, sin duda, puedo decir: ¡Que vivan las antiprincesas!