Durante casi un año, hemos vivido con miedo. Nos hemos encerrado lejos de esas personas y cosas que nos brindan tanto un gozo profundo como un placer simple. Perdimos la esperanza. Y en nuestras horas más oscuras, nos hemos dicho a nosotros mismos que el mundo nunca volverá a ser el lugar hermoso y emocionante que era.

Pero ahora, si eres como yo, sientes que el primer suave rizo de tu cabello de las alas de la esperanza se acerca más y más, y se siente tan malditamente bien que tu corazón quiere estallar de alegría.

Recientemente leí una historia sobre la llegada de la vacuna COVID al Boston Medical Center. Describe la reacción de los trabajadores de la salud del hospital, quienes realizaron una rutina de baile reensayada fuera del hospital mientras algunos de sus colegas se preparaban para ser inyectados con una vacuna que cambia la vida.

Y mientras muchos dicen con entusiasmo que pronto esta vacuna les devolverá la vida, yo digo otras palabras. Digo que esta vacuna me dará una nueva vida. Digo que nunca más volveré a ser la persona que era antes de que esta pandemia irrumpiera en mi vida. Seré una mejor persona. Así es cómo.

No volveré a dar por sentadas las "pequeñas cosas"

Los viajes familiares a la playa que se realizan cada verano. Los simples placeres de ir de compras, probarme ropa nueva en las tiendas, ir al cine, ir a la feria local que solía importarme menos.

Todas estas cosas ahora tienen un nuevo significado. Y sí, me doy cuenta de que, en el mayor ámbito de las cosas, pueden parecer superficiales. Pero estas pequeñas alegrías me recuerdan que la felicidad en la vida no se trata de esperar a que lleguen las grandes cosas, se trata del millón de pequeñas alegrías que nos rodean, el millón de pequeñas alegrías que solía asumir que siempre estarían ahí.

Abrazaré a mi familia y amigos con más fuerza. Nunca un toque será solo un toque. Nunca un abrazo será solo un abrazo. Nunca una sonrisa con la boca abierta será recibida con indiferencia. Serán tesoros de valor infinito.

Porque, así como las pequeñas cosas son las que hacen que la vida sea especial, también lo es la alegría del contacto humano. Las manos que sostenían las nuestras mientras caminábamos hacia situaciones aterradoras, los brazos que nuestros amigos nos rodeaban por los hombros mientras posábamos para las fotos, los cinco y las palmaditas en la espalda cuando hacíamos algo bien, y el cálido abrazo de un amigo o amiga cuando hizo algo mal.

Ahora me doy cuenta de que las manos, los labios y el pecho que tocaron los míos eran dones espirituales, a los que honraré y apreciaré en el futuro más que nunca. Haré un cambio positivo ahora, no más tarde

Esta pandemia me ha enseñado que cada respiración que tomo es una que millones de personas nunca obtendrán. Esas personas tenían sueños, visiones de su futuro, metas que querían lograr. Trágicamente, les robaron sus oportunidades, y he decidido honrar estas vidas perdidas viviendo mi mejor vida ahora.

No pospondré la pérdida de peso que sé qué hará que mi cuerpo y mi mente sean más saludables. No esperaré para explorar las cosas que me prendieron fuego o perseguir las metas que quiero lograr. No contendré las palabras que se deben decir para fortalecer mis relaciones personales. Voy a decir "te amo". 

Diré "lo siento". Hablaré "te perdono" que finalmente me hará libre.

Haré estas cosas ahora porque muchas víctimas de COVID estaban esperando un día en el futuro para hacer estas cosas, un día que para ellas nunca llegará. Pero puedo hacer que estos eventos sucedan y estas palabras se conviertan en realidades en mi vida, así que lo haré.

Los eventos de esta pandemia nunca serán olvidados porque practicaré el recuerdo. Y este momento en el que vivimos no será uno del que me ría en los próximos años. Recordaré la soledad y la tristeza, la desesperanza y el dolor, para recordarme a mí mismo que la vida da segundas oportunidades que debemos aprovechar de inmediato. Y recordaré lo bien que se siente en este momento al mirar al futuro con anticipación, no con apatía.

Si estamos lo suficientemente tranquilos y listos, encontraremos una compensación en cada decepción. Y estas lecciones son cómo el universo que nos hizo sufrir nos devolverá los días COVID de lágrimas y angustia. Estas lecciones son la forma en que nos recompensará por aguantar cuando el mundo que nos rodea se derrumbó.

Las agonías de esta pandemia nos harán elegir la alegría en lugar de la tristeza. Nos ayudarán a ver la luz en la distancia en lugar de la oscuridad en el horizonte. Y caminaremos de la mano de la Gratitud mientras respiramos profundamente el aire fresco que una vez nos fue negado.

Y sí, sé que esta pandemia no ha terminado con su destrucción, pero también sé que estamos luchando como el infierno y progresando. Y ese día de celebración tan esperado ahora llega más temprano que tarde. Y cuando llegue ese día, no puedo evitar creer que el mundo será un lugar mejor. Sé que seré una mejor persona y millones de ustedes también lo serán.

Para el superviviente de esta pandemia es su deber dar testimonio a las nuevas generaciones por los muertos y los vivos. No tiene derecho a privar a las generaciones futuras de un pasado que pertenece a nuestra memoria colectiva. Olvidar sería no sólo peligroso sino ofensivo; olvidar a los muertos sería como matarlos por segunda vez.

Testificaremos se lo diremos a los nietos un día cuando todo esto sea un recuerdo del pasado. No olvidaré a los muertos, sino que viviré mi vida con sus vidas eternamente en mi conciencia. Y agradeceré a Dios por las lecciones que aprendí a costa de ellos. Le ruego con todo mi corazón que usted haga lo mismo.

Saludos.
Patricio Varsariah.