No, no fue el viento frío el que me descompuso la memoria, las heladas ausencias calan más. Y las horas pesadas y densas llegaban con la noche, cargadas de presagios y de esos miedos negros y profundos que paralizan y devoran las entrañas. Tras la ventana observo, de terciopelo oscuro, impenetrable, el majestuoso manto que lo cubre todo, pavorosa negrura que aniquila hasta la luz de sus recuerdos. Rara vez un débil rayo de luz cruza el túnel solitario de mi mente, es entonces que en un breve destello el brillo acude a mi mirada y dibujan mis labios apenas una mueca simulando la sonrisa, para nuevamente quedar sumergido en el más profundo de los olvidos. 

Hoy mi mundo es así, de negros y grises insondables. Pero hubo tiempos idos, abundantes de risas de colores, de bellas melodías, de días radiantes en que sus pies danzaban ebrio de alegría hasta quedar exhausto y entonces me dejaba llevar por el sublime éxtasis del amor más puro y más profundo, pero...llegaron las ausencias, y cual filo de un cuchillo lo mataron todo, invadiendo cruelmente hasta lo más hondo de mi mismo, barriendo implacables hasta el más pequeño asomo de lucidez en mi memoria. 

Me niego a seguir, me detiene en el tiempo, incapaz de disfrutar, cualquier momento de alegría, de luz, de esa felicidad que algunas veces la vida suele regalarnos en su continuo caminar. Me refugie en un desconcertante y eterno silencio, en mi mundo de ausencias y olvidos...en mi mundo confuso y lejano. Soledades profundas, rutas desconocidas, barrera impenetrable de oscuros horizontes, como fuertes tenazas me apretaban el alma. 

Solo el dulce descanso de la muerte me salvaría de los negros abismos a donde me redujo. Y llegaría...un día llegaría y se abrirían entonces los brazos que me esperan, quedaría atrás ese oscuro laberinto de miedos que deforman, que asfixian y que apagan la luz más grande, la que nos salva del pavoroso túnel de las almas muertas. Veredas alfombradas de cálidos aromas, recibirían mis pasos y alcanzaría por fin los brazos anhelados, y envuelto en su calor encontraría la paz anhelada.