Los pequeños momentos que sostienen la vida.
Publicado por Patricio Varsariah el martes, septiembre 16, 2025

¿Por qué anhelo los pequeños momentos que muchos pasan por alto?
Mi motivación no nace de los grandes hitos. No son los sueños monumentales ni las hazañas visibles los que me impulsan. Es en lo sencillo, en lo fugaz y casi imperceptible, donde encuentro la verdadera fuerza para vivir.
Un contacto visual prolongado. Un silencio que no incomoda. Un mensaje breve que dice: “Avísame cuando llegues a casa”. Cosas pequeñas, sí, pero con un peso inmenso cuando uno anhela conectar.
Me conmueven los gestos que suelen pasar inadvertidos: cuando alguien recuerda una historia que conté hace tiempo, cuando pronuncian mi nombre con ternura, cuando alguien comparte una canción como si fuera una carta de amor. Me conmueve, sobre todo, cuando alguien decide quedarse.
Creo que ahí se esconde un secreto para una vida plena: observar y celebrar lo pequeño. Ofrecerlo con generosidad. Recibirlo con gratitud.
Pero vivimos de prisa. Nos cruzamos como fantasmas. Olvidamos detenernos, levantar la vista y decir: “Hola, te veo”. En ese descuido, nos sentimos desconectados, desamparados, solos.
Y, sin embargo, el amor verdadero habita en lo pequeño. No en títulos, ni en fotos, ni en biografías, sino en las cosas que nos conmueven: las frases que nos quiebran, las canciones que nos recuerdan que sobrevivimos.
Me enamoro cada vez que salgo de casa: de la sonrisa de un desconocido, de una cicatriz que logró cerrarse, de las palabras gastadas en cartas y libros con las esquinas dobladas.
Esa es la vida que quiero. Una vida hecha de pequeños amores y bondades, de comprensión silenciosa, de libros compartidos con frases subrayadas, de mañanas tranquilas en compañía, de una voz cercana que diga: “Estoy orgulloso de ti”.
Puede que no tengamos control sobre las grandes cosas, pero siempre podemos elegir las pequeñas. Podemos ofrecer amor en gestos cotidianos. Podemos ser la chispa que recuerde a alguien que el mundo aún conserva su calidez.
Así que, la próxima vez que te preguntes qué hacer, empieza por lo simple:
Sonríe.
Pregunta: “¿Cómo estás de verdad?”.
Comparte esa canción que te recordó a alguien.
Admira en voz alta la manera en que otra persona ve el mundo.
Hazle saber que no está sola o solo.
Porque, al final, los pequeños detalles no son tan pequeños: lo son todo.
Un texto, aunque hecho de palabras, puede envolver con la misma ternura que un abrazo real: recordarnos que no estamos solos, ofrecer compañía en silencio y calidez en la distancia.
Saludos.
Patricio Varsariah.