lo que en su momento
Publicado por Patricio Varsariah el viernes, abril 24, 2015
Yo creo que fuimos nacidos hijos de los días, porque cada día tiene una historia y nosotros somos las historias que vivimos.
A medida que envejecemos descubrimos que lo que en su momento nos parecieron aficiones absorbentes e intereses que habíamos adoptado para luego abandonar, eran en realidad apetitos o pasiones que nos habían inundado para luego seguir su camino, hasta que por último comprendemos que la vida no tiene más continuidad que una grieta en las rocas a la que la marea llena de espuma y de restos y luego vacía. Al final no queda nada, salvo el sedimento que este flujo deja; un ámbar gris, valioso sólo para quien sepa sacarle partido.
La estupidez no es mi fuerte. He visto a muchos individuos; he visitado algunas naciones; he tomado mi lugar en diversas empresas sin amarlas; he comido casi todos los días; he tocado a las mujeres. Vuelvo a ver ahora algunos centenares de rostros, dos o tres grandes espectáculos y tal vez la substancia de veinte libros. No he retenido ni lo mejor ni lo peor de las cosas: queda lo que ha podido quedar.
A medida que envejecemos descubrimos que lo que en su momento nos parecieron aficiones absorbentes e intereses que habíamos adoptado para luego abandonar, eran en realidad apetitos o pasiones que nos habían inundado para luego seguir su camino, hasta que por último comprendemos que la vida no tiene más continuidad que una grieta en las rocas a la que la marea llena de espuma y de restos y luego vacía. Al final no queda nada, salvo el sedimento que este flujo deja; un ámbar gris, valioso sólo para quien sepa sacarle partido.
La estupidez no es mi fuerte. He visto a muchos individuos; he visitado algunas naciones; he tomado mi lugar en diversas empresas sin amarlas; he comido casi todos los días; he tocado a las mujeres. Vuelvo a ver ahora algunos centenares de rostros, dos o tres grandes espectáculos y tal vez la substancia de veinte libros. No he retenido ni lo mejor ni lo peor de las cosas: queda lo que ha podido quedar.
Esta aritmética me ahorra el asombro de envejecer. Podría también hacer el recuento de los momentos victoriosos de mi espíritu e imaginarlos unidos y soldados, componiendo una vida feliz... Pero creo que siempre me he juzgado bien. Rara vez me he perdido de vista; me he detestado, me he adorado; después hemos envejecido juntos.
Un avaro convirtió en dinero toda su hacienda y lo invirtió en un lingote de oro, lo escondió en una pared y se pasaba la vida yendo continuamente a vigilarlo. Uno de los obreros del lugar observó sus idas y venidas y sospechó la verdad, salió y le quitó el tesoro. El avaro, cuando volvió, encontró vacío el escondrijo, lloraba y se mesaba los cabellos. Alguien que le vio dolerse tanto y preguntó el por qué, le dijo: "No te aflijas, compañero, coge una piedra, ponla en el mismo sitio y piensa que tienes allí el tesoro, porque cuando lo tenías no te serviste de él".La fábula muestra que nada es el guardar si no le acompaña el uso.
Andar no es un deporte. Poner un pie delante de otro es un juego de niños. Cuando dos caminantes se encuentran, no es cuestión ni de resultados ni de números: uno le dirá al otro qué camino ha tomado, qué sendero ofrece el paisaje más hermoso, qué panorama se comtempla desde tal o cual promontorio.
Un avaro convirtió en dinero toda su hacienda y lo invirtió en un lingote de oro, lo escondió en una pared y se pasaba la vida yendo continuamente a vigilarlo. Uno de los obreros del lugar observó sus idas y venidas y sospechó la verdad, salió y le quitó el tesoro. El avaro, cuando volvió, encontró vacío el escondrijo, lloraba y se mesaba los cabellos. Alguien que le vio dolerse tanto y preguntó el por qué, le dijo: "No te aflijas, compañero, coge una piedra, ponla en el mismo sitio y piensa que tienes allí el tesoro, porque cuando lo tenías no te serviste de él".La fábula muestra que nada es el guardar si no le acompaña el uso.
Andar no es un deporte. Poner un pie delante de otro es un juego de niños. Cuando dos caminantes se encuentran, no es cuestión ni de resultados ni de números: uno le dirá al otro qué camino ha tomado, qué sendero ofrece el paisaje más hermoso, qué panorama se comtempla desde tal o cual promontorio.
Y eso qué, sin embargo, se ha intentado crear un nuevo mercado de accesorios:
un calzado revolucionario, calcetines fabulosos, mochilas eficaces, pantalones con grandes prestaciones...
Se intenta desde luego colar en la marcha el espíritu del deporte: ya no se anda, se hace "trekking". Se venden finos bastones que confieren a los caminantes la apariencia de esquiadores inverosímiles. Pero la cosa no llega muy lejos. No puede llegar lejos.
Para ir más despacio no se ha encontrado nada mejor que andar. Para andar hacen falta ante todo dos piernas. Todo lo demás es superfluo. ¿Quieren ir más rápido? Entonces no caminen, hagan otra cosa: rueden, deslícense, vuelen. No anden. Caminando, solo una hazaña importa: la intensidad del cielo, la belleza de los paisajes. Andar no es un deporte. Pero, una vez de pie, el hombre no sabe estarse quieto.
Se intenta desde luego colar en la marcha el espíritu del deporte: ya no se anda, se hace "trekking". Se venden finos bastones que confieren a los caminantes la apariencia de esquiadores inverosímiles. Pero la cosa no llega muy lejos. No puede llegar lejos.
Para ir más despacio no se ha encontrado nada mejor que andar. Para andar hacen falta ante todo dos piernas. Todo lo demás es superfluo. ¿Quieren ir más rápido? Entonces no caminen, hagan otra cosa: rueden, deslícense, vuelen. No anden. Caminando, solo una hazaña importa: la intensidad del cielo, la belleza de los paisajes. Andar no es un deporte. Pero, una vez de pie, el hombre no sabe estarse quieto.