Todo el mundo atraviesa momentos oscuros de vez en cuando. No es un castigo, no es una contrariedad, es simplemente la vida. Igual que cuando llega el invierno no entramos en pánico y maldecimos todo el día por el frío, la oscuridad y los árboles muertos, tampoco en las épocas de dificultad deberíamos desesperar.

Conozco a algunas personas que están atravesando momentos muy duros en el presente. Bien por pérdida de una pareja, por cambios en el trabajo, por esa tristeza profunda que no sabemos de dónde viene, por un duelo, una enfermedad o un período de muchísimo estrés económico.

Este escrito contiene lo que me gustaría decirle a esas personas y también lo que quisiera poder decirme a mí mismo, con calma, para cuando se aproxime la próxima crisis vital o el próximo día oscuro, porque es fácil perder la perspectiva en esos momentos difíciles.

Ahí va.

Cómo atravesar momentos de crisis y dificultades. Que no cunda el pánico: después de la noche SIEMPRE llega el día.Creo que una de las cosas que nos hace más daño cuando estamos inmersos en una enfermedad o en una crisis es pensar que no se va a acabar. Tenemos un estado de ánimo tan pesimista que por un momento pensamos que el dolor nunca terminará.

Pero no es así, para nada. Las crisis, las enfermedades, los duelos, las dificultades, los momentos de agobio, siempre se acaban pasando y dan paso a una calma que incluso nos sorprende… Decimos: “ay dios mío, si ya pasó, ni me lo creía” El problema es que esta idea tan potente, que además TODOS hemos vivido, de que la “noche oscura del alma” no dura para siempre ¡se nos olvida! ¡Sí, se nos olvida, cómo puede ser!

Y entonces cuando llega la siguiente ola del destino que nos tumba, a pesar de que ya nos hemos repuesto de otras tantas anteriormente, volvemos a caer en el patrón de la desesperanza y en pensar que nunca superaremos la situación. No sé muy bien por qué ocurre esto, por qué olvidamos una y otra vez las enseñanzas prácticas de la vida que hemos experimentado en nuestra propia piel, pero así es.

Por eso lo primero que quiero decirte es que pongas un poco de conciencia y que te recuerdes, activamente, aunque no te lo creas, que de esa crisis SALDRÁS. Que tardarás más o menos tiempo, eso no se sabe (hay inviernos más largos y duros que otros) pero que el deshielo se producirá… Mantén la confianza firme en que de nuevo brotarán las alegrías, la ilusión, los buenos momentos en tu vida aunque ahora te parezca imposible. No pierdas la calma y recuérdate lo que dice una vieja leyenda: “Esto también pasará”

Bien, una vez que sabemos que esa crisis tiene un punto y final, aunque aún no sepamos cuándo es, queda la pregunta de cómo atravesarla de la mejor manera posible… Y este es un punto interesante. 

La recomendación habitual cuando alguien está deprimido o pasa momentos difíciles suele ser decirle: “Hombre, alegra esa cara“, “Haz cosas que te gustan“, “Piensa en todo lo positivo que tienes” y aunque a veces estas fórmulas funcionan porque lo que sucede es que estamos desmotivados y aburridos más que deprimidos, en épocas muy oscuras lo que nos pide nuestro ser es otra cosa…

Y esa otra cosa es: entregarnos a la tristeza, al dolor, a la incertidumbre en vez de “rompernos la cabeza” pensando respuestas inmediatas y soluciones.

Si has intentado actuar con alegría en momentos oscuros y no te ha funcionado, te voy a sugerir la opción contraria: buscar activamente la parte turbia y oscura de la existencia. Por ejemplo, podrías dejar de ver películas cómicas, dejar de ver a gente si no te apetece, leer libros de guerras, crímenes o dificultades espantosas, vestir de negro, llevar una dieta austera, visitar orfanatos y asilos o pasear por cementerios. Es una manera de “honrar” y de vivir activamente lo que te está pasando por dentro, y además acercarte a esa parte dolorosa de la vida que existe.

Si lo que sientes es una tristeza infinita e inabarcable, sumérgete en ella sin miedo y sin fisuras: llora todo lo que necesites, lee a poetas románticos, fotografía plantas marchitas, sal de casa a pasear en días lluviosos, escribe mucho sobre tus sentimientos y las vivencias más tristes de tu pasado, habla con gente como tú, que esté pasando dificultades, no con personas a las que les va fenomenal y sientes que no te entienden.

Te propongo hacerte la siguiente pregunta en tu noche oscura del alma: 

¿Qué podría hacer para vivir más intensamente el duelo? Y lo que se te ocurra, hacerlo.Porque resulta que atravesar el dolor y la tristeza a veces es más fácil que rehuirlo… Y una vez que hemos mirado sin miedo esa otra cara de la vida, la que no es de color de rosa, saldremos fortalecidos y con más vitalidad de la experiencia.

Una vez escribí que cuando la gente tiene el corazón roto por una mala experiencia amorosa, por ejemplo, suele refugiarse y cerrar más su corazón ¡cuando deberían hacer justo al contrario! Porque un corazón roto es un corazón abierto. Y un corazón abierto es el que ama de verdad, sin reservas, sin condiciones. Ya que se nos ha roto el corazón, ya que hemos sufrido, ¿para qué volver a cerrarlo, suturarlo, reconstruirlo? ¿no es mejor perder el miedo de una vez a que nos hagan daño (total, ya nos ha pasado) y simplemente amar, sin preocuparnos tanto por lo que pasará?

En un nivel concreto sucede (y seguro que lo has experimentado así) que cuando atravesamos una crisis, a diferencia de cuando todo nos va bien y estamos en la cima del mundo, somos mucho más sensibles. Y esto implica que tenemos más capacidad de empatizar con los demás, ser humildes y ayudar.
El sufrimiento nos hace más humanos, esto es así.

Las personas que hemos tenido vidas complicadas y hemos utilizado el dolor para aprender, en vez de para sentirse indefensas y amargadas, aprendemos a ser más dulces, amorosas y tolerantes que te puedas imaginar. Porque hemos estado ahí, en lo oscuro, y no lo hemos olvidado; porque hemos dejado que se rompa nuestro corazón y, ya puestos, hemos dejado que este haga lo que mejor sabe hacer: amar sin juzgar.

Mi recomendación, por tanto, si estás pasando un período muy doloroso, es que aproveches para: 
Desarrollar tu empatía hacia las personas que sufren, las personas enfermas y abandonadas que están en tu situación. Conectar con lo espiritual. No es infrecuente que muchas personas comiencen a rezar o a interesarse por temas espirituales cuando pasan por una mala racha, regalo que se llevan a su futura vida.

Sentirte profundamente agradecido los días en que estás un poco mejor en medio de la negrura, y valorar los gestos bonitos de la gente hacia ti. Ser más tolerante con los demás: tú, que mirabas con cierto desdén las debilidades ajenas, ahora te encuentras en el punto más bajo. No hay mejor manera de aprender las lecciones de humildad y tolerancia que a través de nuestros errores y fracasos.

Priorizar lo que de verdad importa. ¿Verdad que la salud es un bien que pasamos por alto cuando no tenemos ningún problema? ¿Verdad que nuestra gente son mejores que los laureles académicos y el dinero? ¿Verdad que levantarse con ilusión y alegría es más maravilloso que hacerlo en un hotel bonito durante un viaje? No le pongas costuras a tu corazón roto y deja que te guíe a una vida más auténtica y compasiva.

Resumiendo

Entonces… ¿qué podemos hacer si estamos atravesando un período difícil en nuestra vida, en vez de desesperarnos y querer que pase lo más rápido posible?

En primer lugar, tener la certeza de que esa oscuridad PASARÁ, al igual que se han terminado otros momentos dolorosos vividos en el pasado. Esto no es una frase motivadora de Internet, es una realidad que ha experimentado todo el mundo: la noche oscura se acaba y llega, reconfortante, un nuevo día.

Atravesar el dolor. Dejar de huir de los pensamientos tristes, de la rabia o de ese pensamiento de “la vida no merece la pena” y sumergirnos en ellos, pasar el luto activamente. No solo se nos hará más sencilla la vida de esta manera (pues obligarnos a estar alegres cuando no nos apetece es un suplicio) sino que además adquiriremos sabiduría. 

Por último, dejar que ese caudal de sensibilidad se abra paso y aprovechar que tenemos el corazón roto para ser todo los empáticos, blandos y amorosos que quizás no nos hemos permitido ser en el pasado.

Ojalá estas recomendaciones te ayuden a lidiar con tus dificultades. Y recuerda que los diamantes solo crecen bajo circunstancias extremas de presión y temperatura.

¿Dejarás que se pula el diamante que se está formando dentro de ti?

Saludos.
Patricio Varsariah.