Si alguien está trabajando en sí mismo y mejorando, no es necesario seguir recordando su pasado. Las personas pueden cambiar y crecer. Sabes que es cierto. Pero ¿te has dado la oportunidad de cambiar y crecer tú también? ¿Has dejado de aferrarte al pasado para poder avanzar?

Si estás negando con la cabeza, no estás sola o sólo. A veces todos caemos en la trampa de nuestros apegos. Simplemente no nos damos cuenta de lo a menudo que bloqueamos las bendiciones del presente al aferrarnos a todo.

Por eso, aquí les comparto una breve historia real sobre la vida y el arte de soltar el pasado… Cuando las historias del pasado nos detienen porque no tienen corazón ni rostro. Porque las historias no tienen vida; no son personas. Son solo historias.

Solo historias que vivimos... Sí… Y de las que aprendemos. Lecciones difíciles que aprendemos poco a poco al soltar el pasado.

A lo largo de los años, ha aprendido y aplicado muchas lecciones valiosas que me permitieron superar mi difícil pasado y seguir adelante con mi vida. Aquí les comparto cuatro lecciones prácticas, que trasmiten a la vez la dificultad de dejar ir y la belleza que nace de ese proceso.

1. Puedes tener una historia del pasado muy dolorosa sin que esta domine tu vida actual. En el momento presente, todos experimentamos algún tipo de dolor: enojo, tristeza, frustración, decepción, arrepentimiento, etc.

Observa ese dolor en ti, examínalo detenidamente y reconoce que se debe a la historia que tienes en tu mente sobre lo que ocurrió en el pasado (ya sea reciente o lejano). Tu mente puede insistir en que el dolor se debe a lo que ocurrió (y no a la historia que tienes en tu mente), pero lo que pasó en el pasado ya no está sucediendo ahora. Ha terminado. Ha pasado. Pero el dolor persiste porque sigues repitiéndote inconscientemente esa historia sobre ese suceso pasado.

Ten en cuenta que "historia" no significa "historia falsa". Tampoco significa "historia verdadera". En este contexto, la palabra "historia" no implica verdad o falsedad, ni juicio de valor alguno. Simplemente es un proceso que ocurre en tu mente: Recuerdas algo que sucedió. Te percibes inconscientemente como víctima de ese suceso. El recuerdo de lo ocurrido te genera una fuerte emoción.

Así que simplemente observa tu historia, sin juzgarla ni juzgarte. Es natural tener una historia; todos tenemos historias. Reconócela tal como es. Y reconoce que te está causando dolor. Luego, respira profundamente, y otra vez… La paz interior comienza en el momento en que respiras profundamente y decides no permitir que el pasado domine tus pensamientos y emociones actuales.

2. Una parte importante de soltar el pasado es darse cuenta de que, en realidad, no hay nada a lo que aferrarse. Todo aquello del pasado al que nos aferramos desesperadamente, como si fuera algo real, sólido y eterno en nuestras vidas, en realidad no existe. O si existen de alguna forma, son cambiantes, fluidas, efímeras, o simplemente historias imaginarias en nuestra mente. 

La vida se vuelve mucho más fácil cuando comprendemos esto. Imagina que tienes los ojos vendados y estás nadando en el centro de una gran piscina, intentando desesperadamente agarrarte al borde, que crees que está cerca, pero en realidad está lejos. Intentar agarrarte a ese borde imaginario te estresa y te agota, mientras nadas sin rumbo, tratando de aferrarte a algo que no existe. Ahora imagina que te detienes, respiras profundamente y te das cuenta de que no hay nada cerca a lo que agarrarte. Solo hay agua a tu alrededor. Puedes seguir luchando por agarrarte a algo que no existe... o puedes aceptar que solo hay agua y relajarte, flotando. 

Hoy te invito a preguntarte: ¿Qué recuerdo del pasado aún intento aferrarme con tanta fuerza? ¿Cómo me afecta en el presente? Imagina que eso a lo que te aferras no existe. Visualízate soltándolo... y flotando. ¿Cómo podría cambiar tu vida a partir de ahora? 

3. El dolor sutil que aún sientes puede sanar a través de la compasión hacia quienes sufren contigo. Cuando aún estamos procesando una experiencia dolorosa del pasado, es fácil sentir que la estamos viviendo solos, como si nadie más pudiera comprender cómo nos sentimos. Subconscientemente, nos colocamos en el centro del universo y vemos todo desde nuestra perspectiva, sin importar a los demás. 

Pero al crecer a través del dolor y ampliar nuestros horizontes, vemos que nuestro egocentrismo solo agrava nuestra tristeza. Y nos damos cuenta de que prestar atención a los demás puede ayudarnos. Es una de las grandes paradojas de la vida: cuando servimos a los demás, terminamos beneficiándonos tanto o más que quienes servimos. Así que, cuando sientas el dolor del pasado, cambia tu enfoque de tus circunstancias a las de quienes están cerca o lejos. 

¿La forma más sencilla de hacerlo? 

Practica usar tu respiración como un punto de anclaje para la sanación global. Inhala la emoción dolorosa que estés sintiendo y exhala el consuelo y la paz para todos aquellos en el mundo que están sufriendo contigo.  Si sientes remordimiento, inhala todo el remordimiento del mundo… y exhala gratitud por los buenos momentos.

Haz esto durante uno o dos minutos, tantas veces como sea necesario, imaginando cómo el dolor de quienes te rodean, tanto cerca como lejos, entra contigo en cada inhalación, y cómo una sensación de compasión y reconciliación se irradia hacia quienes sufren al exhalar. En lugar de huir de tu pasado y del dolor que te causó, lo aceptas... lo integras. Y también piensas en los demás, lo que te saca de esa trampa de la autocompasión y el egoísmo. 

4. Siempre hay algo por lo que estar agradecido. Incluso cuando tu pasado intenta arrastrarte hacia atrás, puedes concentrarte conscientemente en las bendiciones de tu presente. 

¿Qué ves de bueno en tu vida ahora? Agradece lo positivo: tu salud, tu familia, tus amigos, tu hogar. Muchas personas no tienen estas cosas. Recuerda que la verdadera riqueza no reside en tener mucho, sino en necesitar poco. La riqueza es una actitud mental. Desea menos y aprecia más. Dicho más fácil que hecho, claro, pero con práctica, la gratitud se vuelve más natural. Y al practicarla, transformas tus dificultades pasadas en momentos de libertad. 

En definitiva, la felicidad reside en aceptar la vida tal como es, sin expectativas, y apreciarla sinceramente. Al final de este día, antes de dormir, concíliate con tu pasado y agradece lo que tienes ahora. La vida tiene su belleza.

Si este escrito te aportó consuelo o reflexión, sigue adelante, lo escrito queda, pero la vida continúa escribiéndose en ti.

Patricio Varsariah.