La vida no es menos dolorosa cuando das un paso atrás. Simplemente se vuelve menos seria. La vida es dolorosa y ridícula a la vez. Cuando estás en medio de ella, se siente trágica; pero si te detienes un minuto, de repente es tan absurda que da risa. Estando atrapado en el primer plano, todo se siente fatal.

Por eso me desapego del drama para ganar perspectiva. La distancia te recuerda que el dolor no es toda la realidad. Cuanto más vivo, más creo que la supervivencia se trata, principalmente, de encuadrar.

No puedes evitar el dolor, pero puedes replantearlo. No puedes detener los primeros planos, pero sí puedes elegir con qué intensidad los tomas.

Cuando todo se sienta insoportable, aléjate. Imagínate dentro de unos años. Aplica la regla 10/10/10: distribuye tus preocupaciones y ansiedades en tres periodos de tiempo. ¿Cómo me sentiré respecto a esto dentro de 10 minutos, 10 meses y 10 años?

En la mayoría de los casos, ni siquiera importará en cinco días. Ese enfoque te obliga a pensar más a fondo y con más inteligencia, en lugar de quedarte atrapado en la miseria. El primer plano es una trampa: tu cerebro insiste en que lo que estás viviendo ahora es tu experiencia definitoria. Pero el plano general cambia todo: negarte a tomarte demasiado en serio tu propio sufrimiento.

La vida siempre puede parecer una tragedia de cerca. Pero dale perspectiva, añade tiempo y, de repente, se convierte en una comedia. No te tomes todo tan en serio.

Todos lo intentamos, tropezamos y nos levantamos de nuevo: un grupo de humanos que se toman la vida demasiado a pecho y pierden la cordura en el proceso. La última vez que pensaste que tu mundo se acababa, sentiste que todo se derrumbaba a tu alrededor… y sobreviviste. Incluso podrías estar agradecido de que haya ocurrido. Esa es la perspectiva improbable en acción: empiezas a ver la vida menos como un apocalipsis.

Si no te ríes de muchos de sus factores estresantes, te ahogarás. La vida es demasiado impredecible como para invertir toda tu alma en las cosas que no importan. Puedes planificar y prepararte todo lo que quieras, pero no te obsesiones con los resultados por las razones equivocadas.

Tu derecho está en la acción, no en los frutos de la acción; que el resultado no sea tu motivo, ni tu apego la inacción. No te tomes las cosas —internas o externas— tan a pecho.

Cuanto más viejo me hago, más me doy cuenta de que casi nada gira en torno a mí. Todos intentan descifrar las cosas. No te quedes atascado en los detalles y te pierdas la vida.

La mentalidad de “apuesta arriesgada” es una forma de vivir. Tomar distancia te mantiene cuerdo. Deja de darle a la vida el drama que quiere. La vida parece trágica de cerca porque nos hemos sumergido demasiado en el drama. Dale tiempo. Añade distancia. Ajusta tu perspectiva. Y, de repente, te desconectas de todo.

El dolor no es permanente; es perspectiva. Cuanto más cerca estés del problema, más grande parece. Da un paso atrás para ver con claridad. Olvidamos que la comedia y la tragedia son dos caras de la misma moneda.

La diferencia está en la distancia. En el tiempo. En el contexto.

Una experiencia que una vez te destrozó puede convertirse en la razón por la que encontraste un nuevo camino que te entusiasma. Cada cicatriz puede transformarse en un recuerdo hilarante.

No me tomo la tragedia como algo personal, ni adoro la comedia de la vida. Simplemente sigo adelante, experiencia tras experiencia, confiando en que algún día las cosas tendrán sentido. O no. No importa. Lo importante son las historias que me cuento sobre lo que vivo.

El secreto de la vida es recordar que no estás atrapado en tus peores escenarios. Retrocede. Ríete de lo absurdo. Sigue adelante.

El objetivo no es evitar la tragedia, sino sobrevivirla. Sobrevivir lo suficiente para encontrar gracioso lo absurdo. No se encuentra el sentido de la vida en las realidades fijas, sino en la desesperación y la risa; en la cercanía y la distancia; en sentirse abrumado y aprender a soltar.

La vida es trágica, cómica y hermosa a la vez. Y divertidísima… si le das suficiente distancia.

Espero que mis palabras te hayan envuelto como un cálido abrazo. 

Gracias de verdad por leer hasta ahora. 

Patricio Varsariah.