La verdad se vive, no se enseña.
Publicado por Patricio Varsariah el viernes, diciembre 25, 2015

El dolor emocional que genera la mentira a quien no logra justificarla es profundo e inmenso. Sufrimos y lloramos por situaciones que se podrían haber evitado y que, intentando protegernos y casi siempre con buena intención, otros empeoran. Sin embargo, tanto lo que pueda doler una verdad como lo que nos genere una mentira, generará en nosotros aprendizajes mediados por los daños y por el dolor. Lograremos fomentar nuestra capacidad de decisión, de análisis y de autodeterminación emocional y cognitiva. Dicho de otra manera, cavaremos otros caminos para salir del túnel, pues aprenderemos más sobre la tierra que nos rodea y la mejor manera de abrirnos paso ante ella. No obstante, el engaño muchas veces es un recurso que busca protegerse de los peligros de la verdad. Sin embargo, esto genera aún más pesar, pues aquellas mentiras que se pronuncian para evitar el dolor, son las más dolorosas, las que se perciben más retorcidas y devastan lo positivo a su paso.
Decir una mentira o no decir la verdad para no hacer daño a una persona o para ocultar una realidad, es algo que nos ha sucedido a todos a lo largo de nuestra vida. Tememos hacer daño a alguien, nos avergüenza lo que otros puedan pensar y rehusamos mostrar nuestros sentimientos. Pero cuando no decimos la verdad o no decimos toda la verdad, algo en nuestro interior se retuerce, nos recuerda que no estamos siendo honestos con nosotros mismos, sentimos que algo falla. Quizás es igual de negativo mentir como no decir la verdad. A veces ocultamos nuestra edad real, o nuestro nivel en un idioma, o en aspectos más importantes como nuestros sentimientos. La verdad se vive, no se enseña.
Muchas veces tememos decir la verdad por el miedo a los que otros puedan pensar, pero ese motivo nos puede llegar a hundir en una realidad que no es la nuestra, nos puede convertir en una persona que no somos realmente. La honestidad, es una de las características básicas para relacionarse con otras personas y es fundamental cuidarla y respetarla, que nos distinga y nos acompañe en todos nuestros actos y palabras. No debemos olvidar que el miedo es una emoción que nos previene frente a una situación potencialmente peligrosa, pero como toda emoción puede ser gestionada y controlada por nosotros mismos.
Decir la verdad es realmente un acto de valentía en algunas ocasiones, es hablar con el corazón y decir lo que realmente pensamos, no escondernos bajo falsas apariencias. Ser valiente significa mirar a otra persona a los ojos y decirle que la queremos, o que ya no la queremos, lograr que nuestra alma y nuestro corazón latan al mismo tiempo ante unas palabras que surgen desde lo más profundo de nuestro ser. Cuando decimos la verdad nos desnudamos ante otros, nos mostramos tal y como somos y eso puede dar miedo, pero no es posible ocultarse durante mucho tiempo bajo capas falsas, bajo apariencias inventadas.
Todos hemos cometido errores a lo largo de nuestra vida al intentar proteger a otra persona, por ejemplo, y hemos ocultado la verdad, pero de alguna forma, la verdad siempre se acaba conociendo y nuestro error se sabrá. En esos casos, pide perdón, sé honesto y lograrás sentirte reconfortado y valorado. Equivocarse es humano, se hace sin intención, y lo único que debemos lograr es aprender la lección y evitar que ocurra de nuevo. Se trata de reflexionar sobre lo ocurrido y ser honestos con nosotros mismos y con los demás.
Ahora bien, por qué mentimos..? Por lo general las personas mentimos por tres razones, para adaptarnos a un ambiente hostil, para evitar castigos y para conseguir premios o ganar algo. Por ejemplo, a veces hay personas que mienten sobre alguna habilidad profesional para conseguir un trabajo, por lo que se miente para lograr un premio, otras veces, las personas mienten cuando se sienten atacadas, para lograr ser aceptadas. La verdad existe Sólo se inventa la mentira. No debemos olvidar que las mentiras tienen una relación directa con la autoestima. Mentimos cuando nuestro ego se ve amenazado o cuando queremos sacar provecho de una situación. En este contexto la mentira es un mecanismo de defensa, un arma para la supervivencia. Pero en todos los casos, hay que diferenciar quienes sienten culpa y remordimiento y quienes no sienten nada y acaban creyendo en su propio engaño.
Finalmente, no debemos olvidar que lo que ocultamos, lo que no decimos, siempre saldrá a la luz de una forma o de otra. La verdad siempre encuentra un camino para hacerse real, para manifestarse, porque es la verdad la que satisface al alma, la que la enaltece y la hace ser libre. La persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero.