La próxima vez que el miedo te visite.
Publicado por Patricio Varsariah el domingo, octubre 12, 2025

¿Alguna vez has visto a un niño pequeño siendo lanzado al aire por su padre, en un juego lleno de risas? Observa cómo se ríe, cómo disfruta ese instante con pura alegría, sin rastro alguno de miedo.
¿Por qué sucede eso?
Porque el miedo aún no ha entrado en su mente.
No piensa:
¿Y si me caigo?
¿Y si me lastimo?
¿Y si no me agarra?
El niño simplemente confía. Vive el momento con total entrega. Cree, con todo su corazón: “Estaré a salvo.”
Ahora imagina si el miedo ya se hubiera arraigado en su mente:
¿Y si me deja caer?
¿Y si esto es peligroso?
¿Y si algo sale mal?
Las risas se desvanecerían. La confianza despreocupada desaparecería. Ese instante mágico se transformaría en tensión, duda y ansiedad. Así actúa el miedo en nuestra mente a medida que crecemos.
De niños nacemos con una fe natural: en nuestros padres, en la vida, incluso en lo desconocido. Pero poco a poco, la experiencia y las heridas nos enseñan a temer. Ese rasgo del miedo se instala dentro de nosotros y nos hace dudar: de nuestras capacidades, de nuestras decisiones, de nuestro propio valor. Y sin darnos cuenta, la fe comienza a desvanecerse. A veces, hasta dejamos de disfrutar las pequeñas alegrías de la vida.
¿Lo más triste? Que también dejamos de confiar en nosotros mismos.
Y, muchas veces, perdemos la fe en un poder superior: Dios, lo Divino, el Poder Universal.
Cuando los desafíos nos golpean, nuestro primer impulso no es la confianza, sino el miedo. Nos preguntamos:
¿Y si algo sale mal?
¿Y si la vida no resulta como espero?
Pero… ¿y si esas etapas difíciles no son castigos, sino pruebas temporales? ¿Y si están ahí solo para que nuestra alma crezca y evolucione?
El miedo no es tu verdadero problema. La falta de fe sí lo es. Miedo = Ausencia de fe.
En lugar de buscar mil maneras de controlar el miedo, tal vez lo que necesites es reintroducir la fe en tu vida. Recordar que existe un poder superior que sabe más que tú. Que nada verdaderamente malo o sin propósito te sucederá. Que cada etapa, incluso la más dura, tiene un sentido, aunque no lo veas todavía.
Hay un dicho que lo resume bien: Si las cosas suceden como deseas, es bueno. Si no suceden como deseas, es aún mejor, porque la vida tiene un plan más hermoso para ti.
Reflexión final:
La próxima vez que el miedo te visite, haz una pausa y recuerda a ese niño que reía en el aire.
Recupera la fe.
Confía en ti mismo.
Y confía en la vida.
Gracias por leer.
Patricio Varsariah.
No dejemos que se pierda el valor de la lectura: es lo que nos impulsa a seguir adelante, aun cuando todo a nuestro alrededor cambia.