Escribo para personas que sepan tocar el corazón de los demás. Quienes, a través de los golpes del destino, supieron levantarse y mantener la suavidad del alma. Mis escritos buscan que las personas ejerzan sobre todo su libertad, desde la conciencia plena de lo que viven y de su situación, cualquiera que sea esta y que decidan lo que decidan llevar a cabo en su vida, sea para sentirse mejor, evidentemente, en sentido muy amplio.

Si te preocupas demasiado por situaciones que te pasan día a día, me gustaría compartir contigo, 17 pequeños cambios de hábitos, para lograr un gran cambio mental.

Para muchas personas, esto se siente como una rueda de hámster, para mí la preocupación es como una mecedora: te da algo que hacer, pero no te lleva a ninguna parte.

Nuestras mentes giran llenas de ansiedad, atravesando desastres imaginados. Desproporciona los inconvenientes menores y evoca los peores escenarios. Perdemos sueño, productividad y alegría, todo mientras la rueda de las preocupaciones sigue girando. Pero hay maneras de liberarse de las garras de la preocupación y cultivar una mente más tranquila y pacífica.

Preocúpate un poco todos los días y en tu vida perderás un par de años. Si algo anda mal, arréglalo si puedes. Pero entrénate para no preocuparte: la preocupación nunca soluciona nada.

Estos son principios, hábitos y mentalidades con los que me he encontrado después de años de investigación y escritura sobre superación personal. Ya sea que sea un experimentado preocupado o recién esté comenzando a sentir que la rueda del hámster gira, puedes recuperar tu tranquilidad. No existe un enfoque único para salir de la trampa de la preocupación.

Entonces, ¿mi recomendación? 
Experimenta con estas ideas, adáptelas a tu vida y ve cuáles resuenan más. Sigue repitiendo aquellos que dan resultados. Dale unos meses de práctica constante. Si rompes la cadena, no te preocupes. Simplemente regresa a lo que está funcionando.

Lo que te preocupa, te domina y he aquí los cambios de hábitos:

1. Céntrate en los hechos. 
Separa las preocupaciones válidas de los escenarios catastróficos y peores. Piensa en la evidencia: "¿Cuál es la evidencia de esta preocupación?"
2. Limite el pensamiento "qué pasaría si". 
Los escenarios de tipo “¿Qué pasaría sí?” pueden volver loco a cualquiera. Trate de detenerte cuando comiences a caer en ellos y desafía esos pensamientos con evidencia y razón. Puede ser bastante enriquecedor.
3. Cuestione los "¿y sí?" 
En lugar de reflexionar, desafíe activamente tus preocupaciones. Pregúntate: ¿Qué tan probable es realmente este escenario? E incluso si sucede, ¿podrás soportarlo?
4. Deja ir lo que piensan los demás. 
Se más proactivo acerca de tus propios pensamientos, elecciones y acciones. Concéntrate en lo que puedes controlar y deja de lado el resto. No te apegues demasiado a las opiniones de los demás.
5. Desarrollar una perspectiva objetiva. 
Las preocupaciones suelen ser temporales e insignificantes en el gran esquema de las cosas. Póngalos en perspectiva con el panorama más amplio. ¿Qué importancia tiene el resultado en tu vida?
6. Reformular los escenarios negativos. 
Busca los aspectos positivos de las situaciones en lugar de insistir en los negativos. ¿Qué se puedes aprender de la experiencia, aunque sea negativa? o “¿Cómo puedes utilizarlo como una oportunidad de crecimiento?
7. Resolver problemas. 
Si hay algo que puedas hacer con respecto a tu preocupación, actúa. Haz un plan y concéntrate en lo que puedes controlar. Mantente en tu círculo de control. Piense en soluciones, no en problemas.
8. Limite el tiempo de preocupación. 
Programa un tiempo para preocuparte cada día, digamos 15 minutos, para abordar tus ansiedades. Fuera de ese tiempo, concéntrate en otras actividades. Cuando rompas la cadena, repítete a ti mismo que volverás a ella y pasarás a otra cosa.
9. Reconoce el ciclo de preocupación. 
Identifica los desencadenantes de tu preocupación, los pensamientos acelerados y las sensaciones físicas que los acompañan. Rompe el ciclo reconociendo la preocupación y eligiendo activamente redirigir tu atención.
10. Distinguir la preocupación de la resolución de problemas. 
La preocupación a menudo se centra en posibilidades negativas sin una acción concreta. Cambia tu enfoque a identificar soluciones y tomar medidas viables cuando sea posible.
11. Desafiar lo catastrófico. 
Nuestras mentes tienden a pensar en los peores escenarios. Cuestiona estos pensamientos con evidencia y lógica. ¿Cuál es el resultado más probable? ¿Hay algo que puedas hacer para prepararte o influir en la situación?
12. Practica la aceptación. 
Algunas cosas están fuera de tu control. Deje de lado la necesidad de controlar cada resultado. La vida es naturalmente impredecible. Aceptar la incertidumbre puede reducir la ansiedad y liberarte para vivir más plenamente el presente.
13. Cuestiona la probabilidad. 
¿Qué posibilidades hay de que esta preocupación se haga realidad? A menudo, nuestras preocupaciones están infladas y se basan en los peores escenarios. Busca evidencia que contradiga tus miedos.
14. Define lo que controla frente a lo que influye. 
Acepta que no puedes controlarlo todo, pero puedes influir en tus pensamientos y acciones. Concéntrate en lo que puedes controlar.
15. Mejora tus herramientas de gestión del tiempo. 
A menudo, la preocupación surge cuando te sientes abrumado por las tareas y los plazos. Crea un horario o una lista de tareas pendientes para ayudarte a organizar tu tiempo de manera efectiva. Tachar cosas de tu lista puede resultar satisfactorio y reducir la ansiedad.
16. Si tanto te molesta, escríbelo. 
Escribir tus preocupaciones puede ser terapéutico. Le ayuda a organizar tus pensamientos y obtener una perspectiva de lo que realmente te molesta. Además, es una buena referencia para seguir tu progreso.
17. Por último, no seas demasiado duro contigo mismo por preocuparte. 
Es una parte natural del ser humano. Reconocer tus preocupaciones y trabajar para gestionarlas es un paso importante en la dirección correcta.

Saludos.

Patricio Varsariah.
El arte de vivir implica saber cuándo aguantar y cuándo soltar.