La otra tarde " pensando en mis pensamientos ", vino a mi unas palabras y me parecen muy sabias que se quedaron dando vueltas por mi cabeza y mi corazón: "Yo ahora ya no me pregunto por qué sino para qué". Me pareció interesantísimo.

Cuando uno se pregunta "¿por qué?", se sitúa en el papel de la víctima y el paso siguiente suele ser la queja. ¿Por qué me pasa a mí esto? Con estas palabras implicas, además, que algo es injusto, que no te lo mereces, y te conviertes en una marioneta en manos de un supuesto destino cruel. En cambio, si la pregunta es "¿para qué?", la situación -sea la que sea- se convierte en un reto, en una aventura. Saber para qué te ha sucedido algo supone querer comprender lo que tienes que aprender de ello, lo que la vida te está diciendo. Supone tomar las riendas de tu camino y abandonar el papel de "pobrecito yo".

Dicen en mi "pueblo" "las cosas no te suceden a ti sino que suceden para ti", e incorporar esta sencilla preposición -para- lo cambia todo. Dejas de ser una víctima para convertirte en un luchador, un buscador, un aventurero, para ser lo que tú decidas que quieres ser. Todo está, entonces, en tus manos.

Por lo tanto, ante cualquier situación que se presente, si te sientes incómodo, molesto, triste, la propuesta es intentar darte cuenta de lo que estás pensando sobre ella. Y una vez descubierto, sólo es cuestión de cambiar de pensamiento, de transformar las preguntas, de dejar de ser la víctima de tu destino para ser el héroe o la heroína de tu propia vida.

Creo, hace mucho, que aprendemos más con las preguntas de que con las respuestas. Como también aprendemos que cuando, en un viaje, nos equivocamos y tomamos una otra dirección y nos asustamos con las piedras, debemos parar y apreciar la belleza de las flores. Ni todos caminos nos llevam siempre a felicidad pero, todos nos llevan, sin duda, a algún descubrimiento.

A mí me ha pasado que cuando he descubierto algo que ha sido muy bueno para mí y que prácticamente me ha cambiado la vida, con la ilusión y la felicidad que eso me ha aportado, he intentado compartirlo con los que me rodeaban. Y resulta que muchas veces, también, la respuesta ha sido el rechazo. Finalmente, he comprendido que cada uno sigue su propio camino y que necesita pasar una serie de experiencias por sí mismo. La experiencia del otro nunca nos sirve más que, como mucho, de luz. Intentar cambiar a los otros porque tú sientes que has cambiado y te gustaría que ellos sintieran la felicidad y la paz que tú sientes, no es posible.

Ponerles en evidencia cosas que tú ves muy claras pero que ellos ni siquiera intuyen, solo lleva a que se cree mal rollo y distancia. Y lo sé porque he estado en los dos lados, en el lado del que dice y en el lado del que le dicen. Cuando te dicen pero tú, por ti mismo, no ves, es muy frustrante y doloroso y puede llevar a rupturas con personas que realmente quieres, amigos o familia no se salvan de eso.

Por lo tanto, creo que lo único realmente útil es seguir trabajando en uno mismo, estando tranquilo con tu proceso y tu trabajo y, si un día alguien viene y te pregunta, compartirlo encantado pero, si no, ir caminando con suavidad. Esa misma paz, luz y felicidad que uno alcansa, ya les servirá a ellos sin que ni siquiera uno se de cuenta, cuando sus caminos estén tristes y oscuros. En fin, espero que estas reflexiones sean útiles…

Patricio Varsariah.