Dios hizo al hombre más fuerte pero no necesariamente más inteligente. Dio a las mujeres intuición y feminidad. Y, usada apropiadamente, esa combinación confunde fácilmente el cerebro de cualquier hombre que haya conocido.

Coraje, sacrificio, determinación, compromiso, dureza, corazón, talento, agallas. De eso están hechas las mujeres en la sociedad actual son  ejemplo de inteligencia y fortaleza, lo que se ve reflejado en la capacidad  para superar las adversidades ante la discriminación de la son objeto, a pesar de que se considere una sociedad igualitaria y tolerante aún existe un núcleo de  personas machistas, que intentan a toda costa mantenerlas en la marginación; pasan por alto que las mujeres asumen obligaciones, lo que socialmente no es valorado, ya que pues se asume que esto es un deber de la mujer, por el simple hecho de ser mujer, lo que no entienden es que este rol no es fácil, si toman en cuenta que las mujeres tienen aspiraciones, anhelos y metas que se ven obstaculizadas al  ser las encargadas de dirigir el  hogar, pues les absorbe casi por completo; lo que indudablemente el hombre no podría asumir, toda vez que no es multifacético. 

Las mujeres son tan capaces como los hombres, de asumir las responsabilidades, obligaciones y actividades que se propongan, eso no se pone en duda, porque a través de los años se ha demostrado su capacidad de lograr mejores resultados que el de los hombres,  entre otras el hecho de sacar adelante a la familia con su propio esfuerzo sin perder su delicadeza de mujer, mientras que gran mayoría de los hombres se concretan a realizar sus actividades laborales, casi no participa  en las actividades del hogar, por tanto sólo podrán hablar de una sociedad hasta que sean intercambiados los roles. 

No hay que olvidar que cada una de las personas de diferente sexo tiene algo en particular que aportar en la vida social, olvidando que la vida se complementa por ambos sexos, no se compite, y ese principio es lo que impide valorar a las mujeres  hoy por hoy. 

Las mujeres deben asumir en esta sociedad un rol indispensable y fundamental,  porque son capaces de pensar, discernir y decidir sobre circunstancias de importancia y trascendencia social, para ayudar y contribuir a la toma de decisiones y, de esta manera compartir los roles hombre y mujer, sin olvidar que el único rol que no puede ser compartido con un hombre es el ser madre, ya que las mujeres fueron especialmente creadas para asumir esta hermosa vivencia de concebir, por  tanto el entendimiento entre la madre y su hijo es algo extraordinario y mucho más fuerte de lo que puede ser la relación entre el hijo con su padre; de ahí que, la mujer es un ser esencial, primordial y vital para la sociedad actual.  

Cuando un hombre ama a una mujer, tiene que hacerse digno de ella. Cuanto más alta es su virtud, más noble su carácter, más devota es a la verdad, a la justicia, al bien, más debe aspirar el hombre a ser digno de ella. La historia de la civilización en realidad podría escribirse en términos del nivel de sus mujeres.

La elección de la profesión no sólo determinan los dones y aptitudes de la mujer, sino la identificación, consciente con un ideal, anhelos y metas; es muy frecuente que jóvenes no esencialmente dotadas para determinados trabajos en el que salgan airosas, que  hallaron en su aprendizaje una educación  que contribuye al ideal materno o femenino con el que se identifiquen. 

Si bien su inteligencia permite a la mujer el acceso a todas las profesiones, no debería ignorar en el momento de elegir que en este terreno no tiene igualdad absoluta con el hombre,  se convierte en su compañera, ambos se integran y lo que uno aporta no podría proporcionarlo el otro. 

Por otra parte, se ha comprobado que a algunas mujeres, la vida les impuso ocupaciones masculinas, las que cumplen manteniéndose mujeres. Por ejemplo, dan en sí un matiz profesional a su empresa, teniendo firmeza en las decisiones que les exigen  en el cargo que desempeñan, manteniéndose femeninas, desarrollando sus habilidades, conocimientos con profesionalismo, esta actitud no sólo coincide con la satisfacción  personal, sino con lo que la sociedad espera de ellas. 

El valor como mujer no se mide por el tamaño de su cintura o la cantidad de hombres que le quieren. El valor como ser humano se mide en una escala más alta: una escala de rectitud y piedad. Y su propósito en la vida, a pesar de lo que digan las revistas de moda, es algo más sublime que simplemente lucir bien para los hombres.

Por lo que las mujeres deben aprender a defender vuestros derechos y también asumir vuestras  responsabilidades; es hora de que participen del mundo vital de los hechos donde son protagonistas, debiendo superar todos los obstáculos que les imponen las malas costumbres y la sociedad,  entonces podrán  ocupar un lugar destacado dentro de la sociedad y podrán asumir tantas o más  responsabilidades como los hombres, en los diferentes ámbitos, laborales, políticos, empresariales, profesionales, artísticas y de cualquier naturaleza. 

Cualquier tonto sabe que los hombres y las mujeres piensan de manera diferente a veces, pero la mayor diferencia es esta. Los hombres olvidan, pero nunca perdonan; Las mujeres perdonan, pero nunca olvidan.

El feminismo visionario es una política sabia y amorosa. Tiene sus raíces en el amor del ser masculino y femenino, negándose a privilegiar uno sobre el otro. El alma de la política feminista es el compromiso de acabar con la dominación patriarcal de mujeres y hombres, niñas y niños. 

El amor no puede existir en ninguna relación que se base en la dominación y la coerción. Los hombres no pueden amarse a sí mismos en la cultura patriarcal si su autodefinición se basa en la sumisión a las reglas patriarcales. Cuando los hombres adopten el pensamiento y la práctica feministas, que enfatizan el valor del crecimiento mutuo y la autorrealización en todas las relaciones, su bienestar emocional mejorará. 

Una política feminista genuina siempre nos lleva de la esclavitud a la libertad, del desamor al amor.

Mi felicitación y corresponsabilidad con cada una de las mujeres en la sociedad.

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Nunca imaginé que escribir sobre temas que despiertan mi interés sería tan divertido.

Patricion Varsariah.
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