Antes de intentar arreglar tu carrera, a alguien o tus metas, empieza por la única persona que siempre está ahí: tú. La única persona de la que nunca podrás escapar (por mucho que lo intentes) eres tú. Tu yo consciente e inconsciente. La persona en tu cabeza. Y en tu corazón. La llevas a todas partes. En los días buenos y malos. En cada victoria, en cada fracaso. Esa conciencia es tu mejor o peor yo. Y te guste o no, tienes una relación con ella para toda la vida.

No puedes irte. No puedes ignorarla. Te despiertas con ella y te duermes con ella. Por eso, tener una buena relación lo es todo. Es la más importante y duradera que tendrás. Lo más aterrador es aceptarse completamente. Hasta que no hagas consciente el inconsciente, este dirigirá tu vida y lo llamarás destino.

La mayoría de las personas se resisten al yo inconsciente. Huyen de sí mismas. A través de distracciones, trabajos terribles y relaciones tóxicas. Cualquier cosa para evitar enfrentarse a sí mismas. Pero nunca se escapan. Despiertan a todo lo que quieren evitar.

Podemos construir una mejor relación con nosotros mismos, yo le llamo el trabajo de sombra. Es la parte de ti que rechazas. La ira. La inseguridad. Si no enfrentas tu sombra, te controla. Silenciosamente e inconscientemente. Ese es el verdadero peligro.

Nuestro comportamiento proviene de impulsos inconscientes que no siempre podemos ver. Creo que se pueden integrar esas partes. Ese es el trabajo. Esa es la relación. No eres solo los rasgos de personalidad que conoces. O a los que estás acostumbrado. Es mucho más. Una combinación de recuerdos, hábitos, pensamientos, deseos, miedos y esperanzas. Si te acercas a integrarte por completo, dejarás de ser tan duro contigo mismo. 

La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, puedo cambiar. La aceptación es el comienzo de la autocomprensión. Vives en tu propia cabeza más que en nadie. Es un entorno muy familiar. Si está lleno de autocrítica, vergüenza y dudas, sufres, incluso si la vida parece buena desde fuera. 

¿Cómo te hablas a ti mismo cuando fracasas? ¿Cuándo nadie te ve? ¿Cuándo te decepcionas? ¿O tienes miedo o inseguridad? La forma en que te tratas a ti mismo marca la pauta de cómo permites que los demás te traten.

Marca la pauta de tus decisiones. No puedes externalizar el respeto por ti mismo. Lo construyes. Una experiencia honesta a la vez. Le llamo el proceso de la individuación. El proceso de volverse completo. No perfecto. No querido. Simplemente completo. Eso significa asumir tu propia historia. También tus partes imperfectas. Cuando empiezas a vivir de esa manera, la vida se siente diferente. Te vuelves menos reactivo. Tomas decisiones basándote en tus valores, no en el miedo. Aprendes a aceptar la incomodidad.

No intentas huir de ti mismo. Dejas de necesitar que alguien más te "complemente". Aprecias más a las personas porque no te aferras a ellas. Te perdonas más rápido.

Dondequiera que vayas, ahí estás. Deja de irte y llegarás, deja de buscar y verás, deja de huir y serás encontrado. Pero conocerse a uno mismo no siempre es cómodo. A veces es una honestidad amarga. A veces es sentarse a solas contigo mismo por la noche. Y darte cuenta de que te has estado mintiendo sobre lo que realmente quieres. El trabajo con la sombra no siempre es malo. Intento reflexionar sobre mis experiencias de orgullo cuando manejé algo mejor de lo que lo habría hecho hace un año.

Lo bueno y lo malo importan. Cuando ya no podemos cambiar una situación, nos vemos obligados a cambiarnos a nosotros mismos. De eso se trata tu relación contigo mismo. De aprender a despertar todo tu ser, a transformarte, a adaptarte o a crecer. La mayor parte de la vida es interna.

Puedes tener el trabajo, la pareja, la casa. Pero si la voz interior es cruel, nada de eso te hace sentir seguro. La mayor parte de la confianza proviene de la alineación. Cuando tus acciones coinciden con tus valores. Cuando dejas de traicionarte para agradar. Cuando eliges lo correcto en lugar de lo fácil. 

O te adentras en tu historia y la asumes, o te mantienes fuera de ella y luchas por tu valía. Yo he hecho ambas cosas. Luchar no funciona. Es un ciclo de estrés. Asumir tu historia es aterrador. Pero es el secreto de la existencia. Construir una relación honesta contigo mismo es respeto por uno mismo. Es mirarte al espejo después de una decisión difícil y saber que no abandonaste quién eres. Eso es raro. Pero lo es todo. Y la cuestión es que la relación que construyes contigo mismo se refleja en todo lo demás. Tu trabajo. Tu formación. Tus amistades.

Cuando estás en paz contigo mismo, no necesitas demostrar tu valía en cada ocasión. Te conviertes en alguien con quien la gente se siente segura. Porque eres real. Si buscas un punto de partida para acercarte a ti mismo, empieza por observar cómo te hablas. Las historias que repites en tu cabeza. Los momentos en que te abandonas. Sin vergüenza. Solo consciencia.

Luego, decide mejorar. Experiencia a experiencia. Día a día. Porque la verdad es que no estás estancado con la versión de ti que te trajo hasta aquí. Puedes crecer. Puedes desaprender. Puedes transformarte. Puedes evolucionar. Pero solo si dejas de huir y empiezas a escuchar. Solo si te das cuenta de que esta es la relación más larga que tendrás. Y es tuya para que la cuides. Para tu mejor versión ahora y en el futuro.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.