En ocasiones, el simple hecho de detenernos y mirarnos frente al espejo puede despertar numerosos pensamientos y emociones sobre uno mismo, que, algunas veces, distan mucho de formar una imagen agradable de nosotros mismos.

Pueden aparecer pensamientos como “qué bien te queda ese vestido…” o “qué bien me siento con estos pantalones…”; pero, otras veces, estos pueden ser más dañinos, como “así no puedes salir a la calle…” o “cada día estás peor…” que perjudican y deterioran enormemente nuestro estado de ánimo. 

Hoy me gustaría compartir con vosotros qué aspectos influyen en este tipo de situaciones y así, poder reflexionar sobre cómo mejorar la forma de mirarnos. 

A medida que crecemos, nuestras experiencias, la educación que recibimos, las situaciones que vivimos, la percepción y los pensamientos que las acompañan, las emociones generadas y los comportamientos que realizamos van formando nuestra auto imagen. En ésta se engloba tanto lo que opinamos de nosotros mismos, como lo que creemos que opinan los demás sobre nosotros. 

La imagen corporal (características físicas como la forma de nuestro cuerpo, la estatura, el color de nuestro pelo, de nuestros ojos… y las atribuciones estéticas que realizamos en base a estas características físicas como: “soy atractiva” o “tengo buena vista”), los rasgos de la personalidad (rasgos que describen nuestra forma de comportarnos y reaccionar, como la simpatía o la timidez) y las aptitudes o capacidades (como la inteligencia o la creatividad) son los elementos que componen la auto-imagen. Llegados a este punto, seguro que ya tienes una imagen de ti mismo, ¿crees que te ayuda a sentirte bien? 

Es bien sabido que la imagen corporal es una parte muy importante de nuestra autoestima y que en determinadas edades cobra mucha más relevancia, pero, como he definido anteriormente, al hablar de auto-imagen hemos hecho referencia a la imagen corporal por lo que ésta no sólo se trata de características objetivas (peso, color de ojos…) sino de otras muchas cosas. 

La percepción selectiva de determinados aspectos físicos, los pensamientos y actitudes sobre él, las emociones asociadas y los comportamientos relacionados con el cuerpo, forman la clave de ese reflejo, sobre el que, aunque parezca difícil, tenemos mucha influencia. 

Puede desagradarte tu cuerpo o incluso puedes llegar a odiarlo, pero quizás estés tapando otros aspectos de tu auto-imagen que pueden hacerte reflexionar y por consiguiente hacer que veas de otra manera aquello por lo que tanto sufres. 

¿Crees que tus éxitos o fracasos son debidos a tu imagen corporal?, ¿Crees que te valoran en función de tu cuerpo?, si tu respuesta es afirmativa, tal vez quede preguntarte, ¿Cómo crees que esto está influyendo en tu autoestima? 

No hay que olvidar que nada es fruto del azar y que muchas de nuestras ideas se han ido formando a partir de múltiples influencias biológicas, psicológicas y socioculturales, pero… ¿Por qué no cambiarlas para mejorar nuestro bienestar? 

Saludos.
Patricion Varsariah.