La Fuerza de dar…
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, octubre 28, 2021
Recuerdo que en muchas ocasiones me sentí devastado por la forma en que la gente reaccionó ante los acontecimientos. Bueno, me pareció que tenían que reaccionar de manera diferente. Por ejemplo, deja de hacer algo importante para mí para ir a ayudar a alguien. O ofrecer recursos a aquellos que parecían necesitarlos. Para luego darse cuenta de lo ingratos que fueron.
¿Alguna vez te ha pasado algo como esto? ¿Qué sientes que das y cómo lanzaste ese esfuerzo a la nada?
¿Que la gente no aprecia lo que haces por ellos?
En este sentido, uno de los aspectos es no ayudar a quien no pide ayuda. Es decir, no podemos ser salvadores, mamás y papás de la humanidad. Los procesos de vida de cada ser humano son sagrados. Cada alma antes de llegar al cuerpo tiene un propósito claro para sí misma. También por su sistema familiar y por el sistema colectivo al que pertenece, incluso por su espíritu.
Si alguien nos pide ayuda, podemos ver si está a nuestro alcance o no. Pero ofrecer o querer que alguien cambie solo porque nos parece que lo está pasando mal, es una interferencia energética. A la larga, tiene un alto costo emocional en las relaciones. Es diferente, al que pide ayuda y se la da, y luego la descarta, que también hay casos, pero en realidad son pocos. Y en cualquier caso, este tipo de experiencias también tienen un aprendizaje significativo. Especialmente porque valoramos nuestros recursos y a quién se los ofrecemos.
Ayudar sin que se lo pidan, no solo desequilibra quién da sino quién recibe. El que da se desequilibra y el que recibe pierde fuerza en el propósito de su vida. Sin embargo, a veces el destinatario puede vivir con sus circunstancias. Entonces, recibir sin necesidad se convierte en "ayuda". Ya que quien ofrece la ayuda es quien realmente no puede con la circunstancia y por lo tanto da.
El otro aspecto de ofrecer ayuda es dar lo que tienes, no lo que te falta. Tienes mucho tiempo, puedes pasar tiempo con otros. Tienes información, puedes entregarla; usted ha donado dinero, puede ofrecer empleo a alguien que lo necesite, ofrézcalo. Pero siempre respetando la primera Ley: ¿te han pedido ayuda? Ayuda respetando los límites de dar y recibir, doy de lo que tengo, no de lo que me falta, y al dar tomo exactamente lo que necesito. Ni más ni menos, para establecer el equilibrio.
A veces, la ayuda más poderosa es no dar. Y así el otro desde la más noble dignidad puede crecer en la construcción de su destino.
Ahora, cuando vemos a los demás como ingratos, la pregunta es: ¿podría él o ella hacer frente a su circunstancia? ¿Me pediste ayuda? ¿O era yo quien necesitaba cambiar la situación? La fuerza de dar está en ver con grandeza al que recibe. Ambos seres al servicio de algo más grande.
Saludos.
Patricio Varsariah.