La delgada línea entre el ego y el amor propio.
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, noviembre 6, 2025

“La delgada línea entre el ego y el amor propio” resume perfectamente el alma del texto: es una reflexión íntima sobre los límites sutiles entre la defensa sana de uno mismo y la trampa del orgullo. Es claro, elegante y emocionalmente honesto — te invito a leer y, sobre todo, a reflexionar.
Últimamente he estado pensando en algo… cuántas veces confundimos el ego con la autoestima, y viceversa. Es una línea tan delgada, ¿verdad? Casi invisible. Solo te das cuenta de que la has cruzado… Cuando se trata del ego. El ego dice: «No te necesito». La autoestima dice: «Merezco paz».
El ego reacciona rápido. Es impulsivo. Quiere tener razón más que comprender. Es esa voz que dice: «No me escribieron, así que yo tampoco». Puro afán de dominio.
El ego busca la victoria. La autoestima busca el equilibrio. El ego dice: «No me rebajaré». La autoestima dice: «No me perderé». El ego es como un fuego que arde… parece poderoso, pero deja cenizas.
Cuando se trata de amor propio. El amor propio no necesita demostrar nada. No necesita dar explicaciones. Es elegir el silencio no por enojo, sino porque la paz interior importa más que las discusiones. Es establecer límites sin amargura. Es decir "no" sin culpa.
El amor propio es elegante. Sabe que la dignidad nunca se negocia… ni en el amor, ni siquiera en la amistad.
He aprendido que la verdadera fortaleza no reside en cuánto tiempo puedes luchar por quedarte, sino en la paz con la que puedes elegir irte cuando algo ya no armoniza con tu paz.
La diferencia entre ellos: El ego y el amor propio se visten de la misma manera… confianza… pero transmiten energías diferentes. El ego se yergue alto y rígido… para ser visto, para tener la razón, pase lo que pase. Quiere ganar, incluso si le cuesta la paz.
El amor propio se mantiene firme… no para demostrar nada, sino para conservar la paz. No solo por uno mismo, sino por ambas partes.
Y la verdad es que muchos no nos damos cuenta de cuándo nuestro amor propio se transforma lentamente en ego. Cuando el "me merezco algo mejor" se convierte en "soy mejor".
En ese momento perdemos la sensibilidad que nos hace humanos. Porque el verdadero amor propio es amable. No necesita menospreciar ni demostrar nada. Simplemente es.
Últimamente, intento detenerme un momento antes de irme... solo para preguntarme una cosa: "¿Estoy protegiendo mi paz o estoy protegiendo mi orgullo?"
Si la respuesta es paz, mantengo los pies en la tierra. Si es orgullo, lo dejo ir.
La vida es demasiado corta para dejar que el ego gane batallas que le hacen perder al corazón.
Aprender a distinguir entre proteger la paz y alimentar el orgullo es un acto de sabiduría silenciosa. Al final, no se trata de tener razón, sino de conservar la calma que nos sostiene por dentro.
Gracias por leer.
Patricio Varsariah.