La comprensión y la excesiva familiaridad.
Publicado por Patricio Varsariah el martes, febrero 4, 2020
Existen muchas personas que creen que cuanto más sencilla es una cosa, más difícil es de comprender. Se dice que para poder comprender algo es necesario que sea complejo; para comprender, has de dividir y analizar. Una cosa sencilla no puede ser dividida ni analizada; no hay nada que dividir ni analizar. El hecho es muy simple. Lo más simple siempre escapa a la comprensión. Por eso Dios o el Universo no puede ser comprendido. Dios es lo más simple, es lo más simple posible. Puedes comprender el mundo; es muy complejo. Cuanto más complejo es algo, más puede la mente manipularlo. Cuando es sencillo, no hay nada a lo que agarrarse; la mente no puede trabajar.
Los lógicos dicen que las cualidades simples son indefinibles. Por ejemplo: alguien te pregunta qué es “amarillo”. “Amarillo” es una cualidad muy simple; ¿cómo lo definirías? Tú dirás: “Amarillo es amarillo”. Y el hombre te dirá: “Ya lo sé, pero ¿cuál es la definición de amarillo?”. Si contestas “amarillo es amarillo” no lo estás definiendo. Tan sólo repites lo mismo otra vez. Es una tautología.
Cómo podríamos definir “bien”. Mi respuesta sería que “bien” es indefinible. No puedes definir “bien”. Es una cualidad absolutamente simple.
¿Cómo definir a Dios? Las religiones tratan de efectuar divisiones; entonces la definición es posible. Ellos dicen: “Dios no es este mundo, Dios no es el mundo, Dios no es materia, Dios no es el cuerpo, Dios no es deseo”. Esos son modos de definirlo. Si sitúas algo contra un fondo, entonces puedes dibujar su límite. ¿Cómo vas a poder dibujar un límite si no hay contra qué? ¿Dónde colocarás la cerca de tu casa si no tienes vecinos? Si no tienes vecinos, ¿cómo vas a vallar tu casa? El límite de tu casa se basa en la presencia de tu vecino. Dios está solo, no tiene vecinos. ¿Dónde empieza? ¿Dónde acaba? En ninguna parte. ¿Cómo definirás pues a Dios? Tan sólo para definir a Dios fue creado el diablo. Dios no es el diablo –al menos puedes afirmar esto-. Puede que no seas capaz de definir qué es Dios, pero puedes decir lo que no es: Dios no es el mundo.
Un teólogo cristiano (que no recuerdo su nombre ahora) dice que Dios lo es todo excepto el mal. Con esto basta también para definirlo. Dice: “Todo excepto el mal”. Esto basta para fijar un límite. Y él no se da cuenta: si Dios lo es “todo”, entonces ¿de dónde surge el mal? Ha de proceder de este “todo”. Si no fuera así, habrá de existir otro origen distinto a Dios, otra fuente de la existencia que fuera equivalente a Dios. Entonces el mal nunca podría ser destruido, entonces tendría su propio origen, entonces el mal no dependería de Dios, ¿cómo podría entonces Dios destruirlo? Dios no lo destruiría. Una vez el mal es destruido, Dios no puede ser definido. Para definir necesitas que el diablo esté presente, a su alrededor.
Los santos necesitan pecadores, de lo contrario no existirían. ¿Cómo sabes tú que alguien es santo? Todo santo necesita pecadores a su alrededor. Esos pecadores le definen. Lo primero que hay que comprender es que sólo lo complejo puede ser comprendido; no puedes comprender lo simple. Lo simple es simple.
Mi segundo tema: Creo que la excesiva familiaridad genera aburrimiento. Nunca agasajamos a lo familiar. Existen muchos maridos que nunca miran a su esposa o como hoy también se llama a su “partner”.
Ella ha estado con él desde hace muchos, muchos años y te has olvidado por completo de que existe. Yo te pregunto: ¿Cuál es el rostro de tu esposa? ¿Te has fijado en ella recientemente? Puede que te hayas olvidado por completo de su cara. Si cierras tus ojos y meditas recordándola, puede que recuerdes el rostro que miraste por primera vez, pero tu esposa es un flujo, un río, constantemente cambiando. Su rostro ha cambiado; ella ha envejecido. El río ha seguido fluyendo por nuevos vericuetos; el cuerpo ha cambiado. ¿La has mirado recientemente? Tu esposa te es tan familiar que no necesitas mirarla.
Sólo miramos aquello que no es desconocido, nos fijamos en aquello que nos llama la atención por novedoso. Se dice que la familiaridad alimenta el contento; no, alimenta el aburrimiento.
Alguna vez leí que: Dos hombres de negocios muy ricos estaban de vacaciones en Miami Beach.
Estaban tumbados tomando el sol y uno le dijo al otro:
-Nunca comprenderé lo que la gente ve en Elizabeth Taylor, la actriz. No comprendo lo que ven en ella, por qué se vuelven locos con ella. ¿Qué tiene de especial? Si le quitas los ojos, si le quitas el pelo, si le quitas los labios, si le quitas su figura, ¿qué le queda? ¿Qué queda?
El otro hombre lanzó un gruñido, se puso serio y replicó:
-Mi esposa. Eso es lo que queda.
En eso es en lo que se ha convertido tu esposa, el marido: en nada.
Debido a la familiaridad, todo ha desaparecido. El marido es un fantasma, La esposa es un fantasma, sin figura alguna, sin labios, sin ojos; simplemente algo repugnante. No siempre ha sido así. Una vez te enamoraste de esa mujer. Ese instante ha desaparecido: ahora ni siquiera la miras. Los maridos y las esposas evitan mirarse a la cara. Cuando se tiene reuniones con familias, he podido observar a algunos maridos y esposas evitar mirarse entre sí. Han creado muchos trucos para evitar mirarse. Cuando se quedan solos siempre están intranquilos. El invitado es siempre bienvenido; así pueden mirarle y evitar mirarse entre ellos.
La atención es siempre algo nuevo, es siempre lo extraño, lo desconocido. El cuerpo puede volverse familiar, pero no el alma; el alma, nunca. Puede que conozcas el cuerpo de tu mujer, pero nunca conocerás lo desconocido, la persona oculta. Nunca. Eso no puede ser conocido. No puedes conocerlo. Es un misterio; no puedes explicarlo.
Debemos ver cada día y experimentar que todo es nuevo, extraño, misterioso. Tanto si es conocido como desconocido, familiar o no familiar, no hay diferencia alguna. Si tú vas o pasas en tu ruta a tu trabajo por un jardín cada día, poco a poco dejarás de mirar a los árboles. Creerás que ya los has mirado lo suficiente, que ya los conoces. Poco a poco dejarás de oír a los pájaros. Ellos seguirán cantando, pero tú no los oirás. Te habrás familiarizado con todo; tus ojos estarán cerrados, tus oídos estarán cerrados.
Si viéramos con los ojos del alma cada día escucharemos los pájaros, los árboles. Todo, a cada instante, seria nuevo. Esto es lo que significa “atención”. Para la atención todo es constantemente nuevo. No hay nada viejo, nada puede envejecer. Todo es creado a cada instante. Es un continuo flujo de creatividad. La atención nunca carga con los recuerdos.
Patricio Varsariah.