La casa que habita en mí.
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, octubre 23, 2025

Quizá conozcas esa sensación de regresar a un lugar que alguna vez te supo de memoria. Donde las tardes se envolvían en tus pensamientos tranquilos y las mañanas olían a hierba mojada, con el sol posándose suave sobre las hojas.
El aire aún me recuerda.
Es el tipo de sitio que se siente como un abrazo que nunca se olvida, donde el silencio es amable y la soledad casi sagrada.Te sientas, y parece que el tiempo exhala.
Allí una vez lloré sin vergüenza, susurré mis sueños al cielo y me pregunté con honestidad:
Allí una vez lloré sin vergüenza, susurré mis sueños al cielo y me pregunté con honestidad:
—¿Cómo estás, realmente? — No la pregunta ligera del día a día, sino la que hunde sus raíces en la tierra del corazón, esperando una respuesta que solo el alma podría dar.
Ese lugar nunca me juzgó. Solo escuchaba.
El viento llevaba mis confesiones en el susurro de las hojas.
El viejo columpio del parque infantil, cerca de casa, chirriaba como si también recordara cada lágrima.
Los pájaros seguían cantando los mismos arrullos, y el horizonte aún se sonrojaba al filo del amanecer.
La vida me llevó lejos: nuevas calles, nuevos cielos.
Nuevo país, nuevo continente.
Guardé mis recuerdos en cajas invisibles, pero una parte de mí quedó allí, escondida entre los pétalos de los tulipanes, de mis rosas amarillas y de las flores.
Cuando regresas —meses o años después— el lugar no te recibe con sorpresa, sino con reconocimiento.
Como un viejo amigo que sonríe antes del saludo.
Te sientas, y el mundo empieza a desandar sus pasos.
Los momentos vuelven, suaves como una película antigua: te ves tras un desamor, te ves riendo sin razón, te ves mirando al cielo, buscando respuestas que aún no sabías nombrar.
Cada paso se siente como caminar entre ecos. La brisa trae fragmentos de quien fuiste, y el silencio se convierte en un puente entre el entonces y el ahora.Y descubres algo silenciosamente hermoso: no solo extrañabas el lugar. Extrañabas la versión de ti que encontró paz allí. Porque volver no es regresar: es reencontrarte contigo mismo, en la luz suave de lo que amaste y de lo que aún estás aprendiendo a ser.
Cuando volví a visitar mi casa, sentí que tocaba un capítulo que seguía respirando entre las paredes. En ella aprendí a conocerme, a entender mis altibajos, a disfrutar de mi propia compañía. Entre tulipanes, rosas amarillas, flores y vegetación, hallé mi santuario de calma.
Cuando volví a visitar mi casa, sentí que tocaba un capítulo que seguía respirando entre las paredes. En ella aprendí a conocerme, a entender mis altibajos, a disfrutar de mi propia compañía. Entre tulipanes, rosas amarillas, flores y vegetación, hallé mi santuario de calma.
Este escrito es para ese lugar —el que me acogió con ternura en cada una de mis versiones.
Gracias por leer. ¡Espero que hayas tenido un gran día!
Patricio Varsariah.