La gente suele temerlo, hablar de ello como una pérdida, pero he aprendido que el cambio puede ser un arte sutil: una suave remodelación, un tierno desarrollo en alguien que siempre hemos deseado conocer.

Cada día llega como un lienzo en blanco, invitándonos a acercarnos a la persona que imaginamos en nuestros mejores momentos.

Algunos días enseñan en voz alta; otros, en susurros. Pero cada uno ofrece algo: un pensamiento, una verdad, un pequeño gesto que profundiza la historia de quiénes nos estamos convirtiendo.

Es extraño, ¿verdad?, cómo hay un mundo entero viviendo dentro de ti: capas que aún no has tocado, espacios que no has abierto, partes de ti esperando ser vistas.

Y cada vez que descubro una pequeña parte de mí, o entiendo cómo quiero avanzar, siento una suave felicidad. Un pequeño latido que dice: sí… esto es vivir.

No estamos destinados a permanecer iguales. Nos expandimos, nos despojamos, evolucionamos. Las experiencias nos moldean: las suaves, las intensas, los días llenos de sol y las noches que se sienten demasiado pesadas para llevar.

Y aun así, debajo de todo, hay una dirección que tu alma ya conoce. Una sutil atracción hacia la versión de ti que se siente más honesta, más completa. La tarea es solo escuchar.

Sí, la vida trae temporadas oscuras, esos días que pesan como una piedra, donde los finales parecen más cercanos que los comienzos. Pero incluso esos, por dolorosos que sean, llegan con significado. Forjan espacio. Enseñan resiliencia. Nos impulsan hacia un devenir más profundo.

Solo tienes que aferrarte al hilo —la suave dirección de tu mejor yo— y confiar en él, incluso cuando el camino se sienta incierto.

Reflexiona contigo mismo. Escucha. Observa lo que te ayuda a crecer y lo que estás listo para soltar. Luego da un pequeño paso. Y otro. Y otro más. Ten paciencia con este proceso. Sé comprensivo con tu transformación. Porque esto, todo esto, es el arte de convertirte en quien estás destinado a ser.

Hace unas tres semanas pasé días con mucha fiebre, tos, dolor de garganta, gripe, dolor corporal… de todo. Llevo una semana recuperándome y ha sido duro. Me encuentro alterado por cosas pequeñas, reaccionando de maneras que no se sienten como yo. Normalmente soy tranquilo, comprensivo con la vida.

Pero incluso aquí, en este lugar incómodo, estoy aprendiendo. Siempre hay espacio para crecer, para suavizar, para comprenderte mejor. Incluso esto es parte de la transformación.

Y quizá el verdadero arte también sea aprender a respirar en los momentos difíciles… y encontrar la manera de apreciar, en silencio, las lecciones que traen consigo.

Porque incluso en los días frágiles, la vida sigue esculpiéndonos. Y cada respiración consciente nos acerca un poco más a la persona que estamos llamados a ser.

Si en mis palabras hallaste consuelo o un instante de reflexión, guárdalas contigo y deja que te sostengan en tu camino.

¡Gracias por leer!

Patricio Varsariah.