la antesala de lo desconocido…
Publicado por Patricio Varsariah el miércoles, mayo 25, 2016

Hoy sigo en casa, de reposo, aún rodeada de este silencio que me busca y al que le hago sitio dulcemente, en intimidad, sin prisa, sin agobio. Los sonidos propios de la casa me rodean: el frigorífico, el tímido sonido del ordenador, y los que se cuelan por las ventanas: los gallos cantando, los coches, los gatos… Hoy he sentido ganas de escribir, así como me gusta, largo y tendido, sin prisa, con mucha mucha calma, y este silencio que me mece es el mejor detonante para ello. Noto un baile, un compás interior, del silencio, que hace escuchar todo de una manera distinta, más atenta, es la llave que abre el interior, el que te pone en el sitio justo, ese que no tiene nombre y que todos necesitamos. El silencio, la antesala de lo desconocido… aunque es conocido pero quizás no lo recordemos o pueda darnos miedo transitarlo.
He sido siempre bastante extrovertido y me encanta compartir, transmitir, hablar, no de cualquier cosa, sino de las verdaderas, y el silencio constituía para mí un gran desconocido, incluso alguien incómodo, supongo sería parte de un gran miedo que he conseguido sanar a posteriori. Como siempre he dicho: si dejas que los miedos controlen tu vida, eso no es verdaderamente vivir, experimentado en carne propia. Con el paso del tiempo, y sobre todo de involucrarme más en una practica espiritual, en conocerme a mí mismo, en ver lo que hay verdaderamente, todo adquirió matices distintos, y el silencio ahora me resulta un compañero formidable.
Me sigue encantando compartir y seré extrovertido hasta que este cuerpo no funcione más, pero he aprendido a respetar mejor los tiempos de todo. Digo mejor, porque no sería verdad el decir que he aprendido a hacerlo del todo bien. Somos seres en constante progreso y aprendizaje, y gracias a eso siempre está la posibilidad de encontrar ese punto que ya tenemos pero que no sepamos, no queramos o nos de miedo desarrollar. Entre unas cosas y otras llevo tiempo sin sentarme a meditar, quizás ahora que ya estoy casi bien vuelva a retomar esa sana y bonita no acción, de sentarse y sentirse. Y este silencio y lo que está produciendo sin hacer nada, la vibración interior que está dando…
Por primera en mucho tiempo escribo muy lento y pausado, reflejo interior, reflejo exterior. Quizás los últimos escritos en que sentía tenía tanto que contar, los dedos volaban intentando seguir al sentimiento, al pensamiento, bueno, seguía siendo reflejo interior, reflejo exterior. Hacía un tiempo que no sentía este SILENCIO, en mayúsculas, envolviéndome, y esta vieja sensación conocida de sobra, siempre reporta nuevos aconteceres, y así también lo es esta vez. A la vez que escribo pausadamente, voy dejándome llevar sin juicios, pensamientos, ni nada que pueda limitarme; escucho lo que el viento quiera transportar a través del espacio, miro, observo lo que estos ojos reciben y sintonizo todo, sincronizo cielo y tierra para expandirme una vez más.
Hoy esto es como una especie de monólogo, y es que siempre algo nuevo bajo el sol. Quiero contarles de esta vibración: es como nada y todo a la vez, es como no estar más que en el punto natural que debiéramos siempre estar, el de abrirnos como una flor, dando, recibiendo, hermoso. Estas palabras no alcanzan a describirlo, lo siento. Tranquilo, receptivo… estos sonidos me dicen algo y no alcanzo a saber qué, pero me llevan al aquí y ahora, a no pretender nada de nada, a un algo que se expande más y más, no es tangible, no se encierra en punto alguno, es libre y te acompaña.
Tengo en el jardín unas rosas que a épocas ha parecido un verdadero vergel y a otras una selva con un león escondido. Actualmente está en proceso de crecer, con trasplantes recién hechos y podas a casi todos los árboles. Vuelve a verse el mar en todo su esplendor y da la sensación que sea más grande. Con la abundante lluvia recibida últimamente, en unos días más de sol esplendoroso, crecerá todo como la espuma, y una de las más beneficiadas será seguramente la rosa amarilla, que de por sí estaba bien bonita.
Nada más por hoy, pues aunque sentía ganas de escribir largo y tendido, la tregua de este silencio es mayor, y me invita a no hacer nada, salvo escuchar, ver, sentir…