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Me encantan estas palabras de una mujer sabia: "No tengo discapacidad, soy diferente".

Las rosas, admiradas por sus vibrantes colores y su dulce belleza, también llevan espinas afiladas.

La luna, aunque refleja el brillo del sol, muestra cicatrices talladas en su superficie… y aun así sigue siendo el faro del cielo oscuro.

Y nosotros, como humanos, somos inevitablemente imperfectos.

Nuestras diferencias y defectos son precisamente lo que nos hace interesantes y únicos. Nuestras voces y rostros pueden ser filtrados, nuestras sonrisas perfeccionadas… pero son las líneas irregulares, las palabras temblorosas y esas partes crudas y sin pulir las que revelan que somos verdaderamente humanos.

“Cada persona es un genio a su manera. Pero si juzgas a un pez por su capacidad para trepar un árbol, o a un pájaro por su capacidad para nadar, ¿pasarán su vida creyendo que son incapaces o insuficientes?”

No somos perfectos, pero somos perfectamente humanos.

Al final, no se trata de ocultar nuestras imperfecciones, sino de aprender a mirarlas con compasión. Cada rasgo, cada cicatriz y cada diferencia cuentan la historia de quiénes somos… y también señalan el camino de quiénes aún podemos llegar a ser.

¡Gracias por leer!

Patricio Varsariah.