Cuando tomamos la decisión de vivir una vida consciente, damos el primer paso en el camino de la sabiduría, es la decisión de tomar la responsabilidad de nuestra vida y hasta que esto no sucede vivimos siendo víctimas de las circunstancias, dependientes de que la vida se acople a nuestros deseos y está claro que este no es un fundamento sólido para una vida plena, justamente lo contrario, es la mejor receta para ser desgraciado e infeliz. Del mismo modo que nadie puede respirar por nosotros, nadie puede decidir la vida que queremos vivir. Solo nosotros podemos decidir transformar nuestra vida.

Las expectativas y el deseo de mantener una buena salud es algo que vemos y demostramos cotidianamente. Incluso, hay mucha gente que tiene un miedo latente a la muerte, que la mueve a recurrir a la medicina como prevención. La intención es encontrar una respuesta rápida para mantener la salud y el bienestar. En esta carrera por la salud, ecografías, radiografías, tomografías y demás procedimientos para lograr imágenes del cuerpo pueden acarrear otros inconvenientes, como el riesgo por la radiación.

Actualmente, hay infinidad de factores a tener en cuenta para el cuidado del cuerpo y de la mente. Se dice de la medicina preventiva, que los ricos mueren por exceso de atención médica. Los daños de la prevención se perciben a largo plazo, por ejemplo, la terapia hormonal sustitutiva para eliminar los síntomas de la menopausia, utilizada por millones de mujeres, provoca infartos, embolias y cáncer de mama (55.000 nuevos casos en el Reino Unido). 

La búsqueda permanente del ser hace que entendamos quiénes somos, para qué estamos y cuál es el propósito de nuestra vida. La espiritualidad se entiende como la búsqueda individual del ser; de esa manera podemos identificarnos con nuestro origen verdadero y así encontrar respuestas más allá de lo que percibimos con los sentidos. Es buscar adentro lo que esperamos encontrar afuera.

Me pregunto : “¿Qué soy yo?”. Y respondo: “Yo soy capaz de impartir verdad, salud y felicidad y ésta es mi roca de salvación y la razón de mi existencia”. Esa esa es nuestra misión y propósito: impartir lo bueno, defender la salud y ponernos del lado de la vida. Si deseamos estar sanos, pensar en términos de salud y no de enfermedad, es una alternativa inteligente. Es muy bueno apreciar que cada vez más los médicos escuchan con atención a sus pacientes, los comprenden y les demuestran que están ahí para ayudarlos a sanar, más que para recurrir al recetario impulsivamente sin saber bien a quién tienen delante. Y éste es el mejor preventivo para mejorar la calidad de vida, sea cual sea la dificultad: escuchar, comprender, acompañar. Quizá hoy sea una buena oportunidad para experimentar una nueva alternativa.

Si necesitamos un cambio, promovámoslo desde una plataforma espiritual, sintiéndonos parte de un "todo" que está disponible para que vivamos sanos y no temamos ni a la enfermedad ni a la muerte. El tratamiento específico que podemos darnos a nosotros mismos, es conocer qué pensamientos están necesitando atención, tal vez no sólo sea vencer el miedo, sino también la falta de confianza, la inseguridad, el desaliento o bien la aceptación de que nuestro caso sea incurable.

Podemos resurgir de las cenizas de la desesperanza y remontarnos como el Ave Fénix, sobrevolando las experiencias difíciles y transformándolas en oportunidades únicas que llevan a vivir más plenamente,  desprendiéndonos de aquellos temores que nos esclavizan y limitan, y aproximándonos  a la curación permanente.