Reflexionando sobre el amor, todos sabemos que hay quienes llegaron a amar ciegamente por estar en el momento preciso en el lugar predestinado. Hay otros que nunca llegaron a tener esa suerte, pero también quisieron con el alma y el instinto que controla nuestro génesis biológico. Aún así, quedaron muchos otros a quienes la naturaleza no les concedió esa capacidad, para ellos, el proceso de coexistencia les pareció desproporcionadamente lento, árido y agobiante.

El amor no parece ser parte de una fórmula que recorre nuestro ADN, no en todos los seres humanos. Algunos tenemos la suerte de cerrar los ojos al final de nuestras vidas llevando una imperceptible sonrisa en los labios, como si en ese instante recordáramos lo dulce que fue el recorrido en compañía de la persona que se cruzó en nuestro camino en el momento preciso y en el lugar predestinado.

Ser poseedor de la capacidad para amar, tener la valentía para entregarlo todo y vivir la sorpresa de cada día con quién elegimos para toda la vida, es la esencia de este viaje. El proceso de principio a fin no es un diseño anticipado, es una caja de Pandora. A veces un cielo azul, otras un turbulento mar que amenaza tragarse tus sueños.

Quien carece de estas cualidades, por lo general es un ser oscuro, porque sin la capacidad para amar no se puede ser dulce, ni sincero ni fiel. La infelicidad fermenta en aquellos que carecen de ella, se vive en un mundo que va marchitando, en una relación anímica que no soporta las dificultades y desnaturaliza los fundamentos a los que deberían aferrarse para sobrellevarla.

Si germina el amor dentro de ti, déjalo tomar forma, permite que comience o que continúe su tarea. Hay que intentar a toda costa hacer de la vida un triunfo, hay que encontrar el momento preciso en el lugar predestinado.

Aún me resta por caminar la incertidumbre del trayecto bifurcado en el sendero que tomamos cuando hacemos decisiones que cambian el curso de nuestras vidas. Tenemos que llevar la determinación y la alegría atada a la esquina de un pañuelo perfumado con la esperanza de que sí, nos faltan muchos acontecimientos felices por vivir.

Vamos cambiando físicamente con cierto fatalismo, pero los sueños siguen ahí, en nuestro interior y las alteraciones han sido mínimas. Nunca nos plantearemos la posibilidad de aceptar la proposición de que nuestras almas puedan envejecer. Que en algún momento dejen de ser aquellas que aprendieron a mantener el equilibrio y la autoestima desde nuestro primer amanecer. Continuamos siendo los niños de entonces, los sabios de ahora, los protagonistas del mañana.

Viviré con mis defectos en un bolsillo y mis virtudes en el otro y no me encontrarás en ningún espacio de nuestra existencia sin que te bese mi sonrisa, sin que mis palabras te honren aunque no las entiendas o sin que se apague el día si queda tiempo para compartirlo contigo. Somos tan importantes y tan necesarios para la supervivencia colectiva como la fe que germina desde nuestro interior para escudarnos del daño que producen las dudas. ¿No te has dado cuenta cuan similar es nuestro miedo y nuestra felicidad? 

Hoy me siento mucho más cerca de ti cuando pienso en el tiempo que no puedo recuperar y el que aún me queda para decirte que siempre formaré parte de este círculo de emociones.

un beso.