Fluir con la vida no significa resignarse ni ser pasivo.
Publicado por Patricio Varsariah el viernes, octubre 3, 2025

Cómo elijo fluir con la vida. Para mí, significa dejar de lado la necesidad constante de controlar, planificar y tener todo bajo control. La vida es impredecible, llena de sorpresas, algunas maravillosas, otras dolorosas. Las sorpresas que nos alegran llenan nuestro corazón de alegría y recuerdos que atesoramos para siempre. Las que nos lastiman pueden dejarnos sintiéndonos solos, cansados o incluso perdidos. Pero aquí está la clave: ambos tipos de sorpresas nos pertenecen.
La vida ya tiene sus planes, pero depende de nosotros cómo decidimos afrontarla. Podemos resistir o fluir con ella. Yo elijo fluir.
Cada día, me despierto despacio, agradecida por una nueva oportunidad para vivir, aprender y experimentar lo que el día me depara. Espero las buenas sorpresas, las que me llenan de alegría. Pero cuando llegan las que no quiero, también las acepto.
Fluir con la vida no significa ignorarla ni fingir que el dolor no existe. Significa aceptar la realidad tal como es, confiando en que todo tiene un propósito.
La vida nos presenta desafíos para enseñarnos, para mostrarnos una nueva perspectiva o para permitirnos experimentar algo que nunca hubiéramos imaginado. Cuando afrontamos la vida así, nos mantenemos firmes, con esperanza y resilientes.
Incluso los momentos difíciles tienen significado si les damos la oportunidad.
Fluir con la vida también significa estar presente. Es notar el mundo a tu alrededor, sentir tu cuerpo, tu respiración y tus pensamientos. Es disfrutar los momentos en lugar de dejarlos pasar. Es hacer lo que te gusta, aprender lo que puedas y dejar que la vida te guíe.
Hay una libertad en esta forma de vivir. No hay presión por controlar cada detalle ni estrés cuando los planes no salen como se espera. La alegría está en estar vivo, en observar, sentir y aprender a medida que avanzas.
Muchas personas viven de manera diferente. Entran en pánico cuando la vida se desvía de sus planes y desesperan cuando las cosas no son perfectas. Nos han enseñado que si hacemos todo bien, seremos recompensados con la felicidad.
Pero, ¿y si la felicidad no es una recompensa al final de un plan? ¿Y si la vida tiene otros planes, guiándonos hacia experiencias que nunca hubiéramos elegido?
La clave está en la consciencia y la confianza. Confiar en el camino, creer que la vida a menudo tiene mejores planes de los que podemos imaginar y tener la paciencia para dejar que las cosas fluyan.
Incluso unos minutos al día pueden marcar la diferencia. Dedica tiempo a no perseguir metas, a no planificar ni elaborar estrategias. Simplemente sé presente. Presta atención a tus sentimientos. Observa tus pensamientos. Practica la atención plena.
Aquí es donde nos reconectamos con nosotros mismos y descubrimos lo que realmente importa.
Solo tenemos una vida, y podemos elegir cómo vivirla.
La vida es un instante fugaz, un suspiro que se enciende y se apaga en la vastedad del tiempo. Y, sin embargo, dentro de ese breve espacio tenemos la posibilidad de pintar un universo entero.
Cada amanecer nos ofrece un lienzo en blanco: podemos llenar el día de rutinas grises o de colores que nos hagan vibrar. Podemos quedarnos en la orilla del miedo, o atrevernos a cruzar el puente hacia lo desconocido.
No siempre podremos elegir lo que sucede, pero sí la manera en que lo abrazamos. Podemos elegir mirar el cielo, aunque las nubes lo cubran, seguir soñando aun cuando las cicatrices nos pesen, y recordar que, al final, lo importante no es cuánto dure el viaje, sino la intensidad con la que lo recorremos.
La vida puede ser caótica, dolorosa y desafiante de maneras que nunca imaginamos.
Pero lo único que podemos controlar es nuestra respuesta. Nuestra verdadera fuerza reside en cómo reaccionamos, y elegir con cuidado nuestra respuesta marca la diferencia.
Porque solo tenemos una vida, y es demasiado valiosa para vivirla como si fueran muchas.
Que hoy traiga paz a tu corazón, calidez a tus días y la promesa de nuevos comienzos.
Patricio Varsariah.