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Porque sacrificamos nuestra salud para ganar dinero. Luego sacrificamos el dinero para recuperar la salud. Y después, estamos tan ansiosos por el futuro que no disfrutamos del presente; el resultado es que no vivimos ni en el presente ni en el futuro; vivimos como si nunca fuera a morir, y luego morimos sin haber vivido realmente.

Pasamos la primera mitad de la vida esforzándonos al máximo. Luego, al llegar a los cuarenta y tantos y más allá, intentamos deshacer el daño que le hemos hecho a nuestra salud. Este ciclo aterrador nos resulta demasiado familiar.

Sacrificamos la salud para ganar dinero. Cambiamos el sueño por el estrés. Nuestro cuerpo paga las consecuencias. Luego envejecemos y las cosas empiezan a fallar. Luego sacrificamos ese dinero ganado con tanto esfuerzo para recuperar la salud que acabamos de destruir. 

Compramos suplementos caros y tratamientos médicos para mejorar nuestro cuerpo. Gastamos una fortuna para reparar el cuerpo que dañamos trabajando para conseguir esa fortuna. Es un círculo vicioso.

Sabemos que no es lo mejor. Simplemente no lo hacemos. Porque las expectativas futuras nos impiden centrarnos en el presente. Así que nos presionamos demasiado para hacer más. Estamos tan ocupados buscando certezas para nuestro futuro que nos saltamos el único tiempo que realmente tenemos: el ahora. 

Haces planes para que tu yo futuro sea mejor en las cosas que ahora no logras hacer. Mientras tanto, tu yo presente solo intenta no derrumbarse. No vives en el presente porque estás ansioso. No vives en el futuro porque aún no es real. Vives en un limbo vago y estresante. El "purgatorio" de la vida. Y nos convencemos de que tenemos todo el tiempo del mundo.

Hasta que, de repente, ya no lo tenemos.

Vivimos con una especie de inmortalidad funcional. Posponemos la alegría. Retrasamos intereses que podrían ayudarnos a fluir con la vida. La ironía reside en que esta negación de la brevedad de la vida es lo que desperdicia la vida y el tiempo que queremos conservar. Simplemente existimos, ocupados, tal vez incluso exitosos, pero sin haber vivido realmente. Sin haber disfrutado jamás del simple hecho de estar vivos.

Nuestra relación con el tiempo no funciona. Quienes olvidan el pasado, ignoran el presente y temen al futuro tienen una vida muy breve y llena de ansiedad.

¿Estoy viviendo o simplemente existiendo, preparándome para la vida que tal vez nunca tenga? 

Intento conscientemente dejar de vivir en piloto automático. Quiero poder prestar atención a lo que hago. Al fin y al cabo, cómo vivo es cómo empleo mi tiempo. 

Gánate la vida, pero no te agotes por ello. Planifica el futuro, pero no descuides el presente. Vive como alguien que sabe que el tiempo no es infinito. Cuida tu salud con sabiduría. Invierte lo que ganas en cosas que importen para tu presente y tu futuro. Y, por favor, vive la vida al máximo.

Estamos tan ansiosos por el futuro que no disfrutamos del presente, es la esencia misma de nuestra existencia. La mente está tan centrada en lo que haremos después que, si no tomas el control conscientemente, siempre te robará la paz del presente. 

Nos preocupamos por el futuro como si la preocupación fuera a resolver la vida que aún nos queda por vivir. Como si, si nos estresamos lo suficiente hoy, mañana nos recompensaría con una vida mejor. La ansiedad no trae nada bueno.

El futuro siempre ha sido un esbozo mental, no un lugar. Y con el pasado pasa lo mismo. Son solo recuerdos que vamos reorganizando. Experiencias que a veces deseamos desesperadamente cambiar. Pero no podemos. Lo único que tienes es el presente. Esta realidad. No la siguiente. Ni la pasada. 

Sé más consciente de este ciclo. Tu salud es la base de todo. Invierte en pequeñas acciones que te permitan vivir el presente. Sal a caminar para sentir y ver todo lo que te rodea. Di no a los compromisos que te agotan. Y sí a algo que te asusta. Trabaja para vivir. No vivas para trabajar. 

Vive como si estuvieras aquí. Porque lo estás. Elige la presencia en lugar del pánico. Si estás deprimido, vives en el pasado. Si estás ansioso, vives en el futuro. Si estás en paz, vives en el presente.

El mundo está diseñado para este ciclo. Te vende la enfermedad y luego te vende la cura. Se beneficia de tu ansiedad. Por lo tanto, vivir al margen de ello es un acto de rebeldía deliberado y cotidiano.

Toma mayor conciencia que debemos elegir conscientemente. Vivir de verdad es sentir la realidad de tu propia vida, en tiempo real, sin el filtro de para qué se supone que debe ser.

La rutina es cómoda. Es familiar. Salir de ella es incómodo e incierto. Pero es el único lugar para experiencias que te hacen sentir vivo. Tienes un cuerpo. Una mente. Un extraño e impredecible lapso de años. Inviértelos en experiencias que realmente notes. Inviértelos de maneras que tu yo futuro no lamentará. 

El precio de cualquier cosa es la cantidad de vida que intercambias por ella. La verdadera tragedia no es morir. Es darte cuenta de que nunca viviste. Vive tu vida con convicción.

¡Gracias por leer!

Patricio Varsariah.