esa "chispa" de vida...
Publicado por Patricio Varsariah el sábado, marzo 12, 2016

Hoy me siento vivo, no importa el diagnostico que dio el doctor esta semana, pero hoy me siento vivo. No sé, no sé qué está sucediendo, pero comienzo a sentir la vida en todo mi alrededor, en todas partes, dentro de mí. Sale hacia afuera, se introduce en mí... Baila, danza... Estoy vivo, como todo, todo lo que veo es vida. Todos los seres de este universo tienen esa chispa de “vida”, aunque no la podamos ver o entender. Desde el minúsculo grano de arena hasta una galaxia. Entendemos la vida como movimiento interno, como complejidad que evoluciona, sin embargo despojamos de vida tantas cosas que realmente están “vivas” de otra manera que no entendemos.
Un microbio no podría entender que las células que le rodean forman un ser mayor. Del mismo modo nosotros no concebimos este planeta como un ser vivo ni las estrellas, ni al universo comenzando porque nuestra escala de tiempo es completamente diferente. Esta realidad existe, pero sólo la podemos conocer con nuestros corazones, no con nuestra mente. La mente es el resquicio material de nuestra evolución desde que fuimos animales. Pero somos más corazón que cabeza, aunque queramos negarlo. Relegarnos al papel de animales, a nacer, crecer, multiplicarnos y morir no es tan sólo simplista, sino que es ilógico.
Tenemos un don que nos permite diferenciarnos, soltarnos de esta atadura material y física, que nos permite cambiar de perspectiva y comprobar que la vida es algo más. Ese don es el amor, algo que va más allá de lo que une a dos seres para procrear o para adiestrar en la supervivencia. El amor es la esencia de la vida misma. Es lo que nos separa de los animales, incluso de nosotros mismos como animales, ya que en parte lo somos. El amor es una extraña magia que surge de la nada pero que, como las semillas, necesita ser cuidada para crecer. Los ingredientes que necesita todos los sabemos, entre ellos el tiempo, que nos permite compartir vida, hecho que a su vez es el más importante de todos los factores que hacen nacer y crecer el amor.
Debemos ser felices luchando, valorando las cosas, la vida. Nuestra vida, por mucho que lo neguemos, es maravillosa, pero mayoritariamente nos encargamos de convertirla en una película de suspense. No lo es, somos nuestros guionistas. El temperamento, la actitud, lo cambia todo. Una sonrisa, que es la mejor medicina; contra la peor droga que es la tristeza. No quiero hundirme en ella, hacerme adicto de la melancolía, puesto que engancha. El luto se acaba porque la luz y los colores inundan la oscuridad. Amar con todo mi alma, a quien me ama y a quien no, a quien me comprende y a quien no, a quien está o a quien se fue.
Pero el amor también sabemos que es muy extraño y surge cuando menos nos lo esperamos, no lo podemos controlar. Todos sabemos que las situaciones impactantes crean dentro de dos personas que las comparten una sensación de “necesidad”, un hilo invisible que inexplicablemente une las almas. Está claro entonces que lo que une a las personas es compartir algo, convivir las mismas experiencias, vivir.
Nos quejamos de que la vida no tiene sentido o de que es dolorosa. Pero el dolor proviene de nuestro malentendido al ignorar el amor y su relevancia. Proviene de no dejarnos llevar e inundar por esa energía que es mucho más poderosa que nada en este universo. El amor es la armonía misma, lo que equilibra todo. Nacemos como animales pero por amor no sólo sobrevivimos sino que aprendemos que la mejor manera de vivir es estar en esa armonía con lo que nos rodea. Eso se logra con el amor, el amor a nuestros semejantes, a la tierra que pisamos, el aire que respiramos, el planeta que habitamos. Lo contrario de esto nos lleva inexorablemente hacia el desequilibrio y el dolor.
La vida es pues un ejercicio de amor, una manera de evolucionar aprendiendo de los errores y decantando el amor incondicional como único modo de vivir coherentemente en este universo y entender –con el corazón, claro está– cómo funciona todo. Comprendo, veo, siento, intuyo... VIVO... No sé explicarlo, ahora si que no tengo palabras... Voy a tomarme mi tiempo, una escapada, una huida... a ninguna parte y a ningún lugar... Veré si regreso...