.

A veces miro a mi alrededor y me pregunto: ¿esto es realmente civilización?

Pagamos por existir, competimos por comer y obedecemos para sobrevivir.

Desde que nacemos, recibimos un contrato invisible: estudiar, trabajar, ganar dinero, gastar, repetir. Un paso en falso y te quedas atrás. ¿Libertad? Existe... pero solo si te la puedes permitir.

Perseguimos números —salarios, ahorros, posesiones— pero perdemos el contacto con la paz.

Lo llamamos progreso, pero lo único que hemos hecho es construir una jaula más bonita.

Y esta frase me impacta cada vez: «No es civilización. Es una prisión con privilegios de compra».

He visto gente atrapada en el tráfico durante horas, corriendo a trabajos que odian, solo para pagar una casa que rara vez disfrutan.

Compran fines de semana caros para escapar del estrés de la semana, solo para repetir el mismo ciclo.

Es supervivencia disfrazada de éxito.

Estamos atrapados en la comodidad, comprando distracciones para escapar de un sistema que nunca quiso que fuéramos libres, solo ocupados.

Pero la verdadera riqueza no se trata de tener más, sino de necesitar menos.

La verdadera libertad no está en los rascacielos; está en cielos abiertos, comida sana y tiempo que es verdaderamente tuyo.

Compra tierras de cultivo. Construye algo real. Genera un ingreso activo, no uno dependiente. Porque la paz no proviene de lo que ganamos…

Proviene de cómo vivimos. 

Al reflexionar sobre lo que se lee, se desarrolla la empatía, la creatividad y el pensamiento crítico. Es un diálogo silencioso con uno mismo.

Que hoy traiga paz a tu corazón, calidez a tus días y la promesa de nuevos comienzos.

¡Gracias por leer!

Patricio Varsariah.