Mi Lunita, hija  querida te pido mil disculpas no haber contestado tus mensajitos antes, es que he tenido unos días malos esos en que parece que la vida se ensaña con uno. 

Intento cada día empezar con la mejor de mis sonrisas. Sé que no se puede cambiar lo que ocurre. Muchas circunstancias no están en mi mano resolverse. ¿O quizás sí? 

Creo poner todo mi empeño en sacar fuerzas de donde sea para seguir adelante. Sin embargo, estas siempre acaban agotándose… Porque la vida, en ocasiones, duele demasiado y me deja arrinconado sin más recursos que el propio miedo y la sensación de formar parte de una torre de Babel.

Es en estos días malos en los que, como es lógico, flaqueo, ocurre que, aunque intento no hundirme, el intenso oleaje me lleva hacia el interior del mar y trago agua, mucha agua. Pero bueno, bien es cierto que mantenerse fuerte es tremendamente complicado y tengo que hacerme con un buen barco para navegar aunque el mar esté embravecido.

Ser optimista, reírse de los problemas, tomarse los errores como pruebas para mejorarnos, puede ser fácil de entender en la teoría. Pero, a la hora de la verdad, la situación cambia. No es fácil ser positivo y sacar fuerzas cuando la negatividad te rodea, cuando la vida no deja de darme palos por todas partes. En estos momentos me encuentro solo y sin energía. Sacar fuerzas es ya un imposible.

Lo que acabo de escribir (Sacar fuerzas es ya un imposible) sé que he cometido un grave error al creer y escribirlo. Mi empuje no se ha consumido, lo que ha sucedido es que he estado buscándolo todo este tiempo en los lugares menos afortunados. Creo que necesito girar mi cabeza, observar desde otra perspectiva. Solo así podre darme cuenta de que poseo más resistencia de la que creía.

Todo proceso de recuperación lleva tiempo y me obliga a transitar por caminos tan oscuros como desafiantes. Sin embargo en mi interior hay una fuerza inmensa, un impulso guiado por la resiliencia que estoy obligado a despertar.

Yo sé que en mi interior se halla esa materia indispensable para unir cada jirón roto de la autoestima, sé que en mi corazón está el faro que me llevará de vuelta al equilibrio.

Estoy convencido de que este trayecto, este viaje hacia la recuperación lleva tiempo. Experimentare caídas y retrocesos, sin embargo, cada paso que de hacia atrás me sirve en muchas ocasiones para coger mayor impulso. Porque la recuperación es ante todo un viaje de grandes aprendizajes y autoconocimiento.

De una amanera o de otra, a partir de una estrategia o de otra, no puedo olvidar que lo importante es cómo me encuentre interiormente y no la situación exterior. No olvido que mi última meta es mejorar lo primero, no intentar una revolución en lo segundo. Pienso que quizás solo sea una la situación ideal que anhelo, pero pueden ser muchas las que me haga feliz.

Sentirte mal es natural, estar triste a veces también. Pretender estar todos los días bien es algo totalmente irreal.

Mi querida hija, las adversidades traen emociones y sentimientos negativos que nos impulsan a enfocarnos solo en ellos. El problema es que cuando hacemos esto no conseguimos ver que hasta las peores situaciones nos brindan algo bueno. Gracias a ellas nos permitimos pararnos a pensar si estamos haciendo lo que realmente queremos o si deberíamos probar otras cosas.

En conclusión, lo positivo y lo negativo se complementan para que podamos dar lo mejor de nosotros mismos. Si no fuese así, jamás podríamos superarnos, descubrirnos, ver nuestras debilidades y fortalezas. 

No debo impacientarme, tomare todo eso que ahora considero una gran losa y utilizaré para sacar fuerzas. Cuando me concentre en lo mejor de mí, los milagros terminan sucediendo.

Te envió un fuerte abrazo.

Tu padre.