Encajar es imposible para mí...
Publicado por Patricio Varsariah el martes, octubre 30, 2018

Me han dicho muchas veces: Amigo Patricio nunca vas a encajar... Y lo he aceptado ¡Y eso es algo maravilloso!
Y existe una muy buena razón por la cual no voy a encajar nunca, y es que es imposible encajar.
Los objetos encajan. Los bloques de cemento encajan en sus huecos. Los listones de madera encajan en los contenedores. Pero los seres humanos no pueden encajar, a menos que se hayan reducido a sí mismos a un bloque, a menos que se hayan entumecido ante la vida, ante la aventura, ante la posibilidad de transformación que siempre está presente.
Los humanos nos relacionamos. Los humanos sentimos. Los humanos experimentamos la vida de primera mano, entramos en contacto con ella justo donde se está produciendo, tenemos actitudes y perspectivas que siempre están cambiando, impulsos y deseos en constante transformación.
Algo que está vivo y lleno de vitalidad no puede «encajar»,
independientemente del esfuerzo que pongan en conseguirlo. Justo ahí está la trampa –y la libertad.
¿El secreto?
Todo el mundo intenta encajar pero nadie siente que lo consiga... ¡ni siquiera cuando parece que encajan!
Encajar es imposible cuando te das cuenta de que estás vivo y de que, por lo tanto, careces de un yo constante, no tienes una forma fija, no hay ningún hueco con tu nombre en el que puedas encajarte.
Porque incluso si encajaras, incluso si finalmente me aceptasen en ese club al que tanto ansían a que pertenezca, ¿qué coste tendría esto para mi salud mental, para mi cordura, para mi paz, para mi despertar? ¿Tendría que representar un papel determinado para encajar? ¿Tendría que despojarte de toda esa preciosa vitalidad? ¿Tendría que hacer que todos esos anhelos y todo ese ímpetu quedasen aletargados?
¿Comportarme? ¿Representar un papel? ¿Ser una persona muy buena, muy amable o muy «espiritual»? ¿Decir siempre lo correcto? ¿Esconder lo que siento realmente? ¿Dejar de hacer preguntas? ¿Intentar ser algo que no soy? ¿Negar mi propio camino? ¿Dejar de explorar? ¿Abandonarme a mi mismo?
Y me pregunto amigos míos, ¿realmente es encajar lo que deseamos?
Si te aceptan, quieren y aprueban los demás por el papel que estás representando, por la persona que tan cuidadosamente has diseñado, por el «yo» que has estado manteniendo, ¿de verdad crees que eso te hará sentir satisfecho? Rodeado de un elenco de miles de personajes, representando un rol vacío y desprovisto de toda verdad, ¿no seguirás sintiéndote como un marginado, lejos de tu hogar?
Si tuvieses una relación perfecta pero a costa de haber tenido que sacrificar tu libertad interior y silenciar tu hermosa voz, ¿no crees que volverías a anhelar liberarte de nuevo?
Lo cierto es que el hecho de que nunca haya sentido que encajaba ha sido algo maravilloso, ingenioso, perfecto e inteligente. Significa que siempre he estado vivo y que, por lo tanto, he sido único e irreemplazable, diseñado para resistirte a cualquier etiqueta, imposible de definir o de ser reducido a una categoría.
Parafraseando a Groucho Marx, nunca habrías querido pertenecer a un club que te tuviese a ti mismo como miembro.
Amigos míos, me encanta el corazón rebelde.
Dos palabras y un abrazo.
Patricio Varsariah.