¡Escribiendo en la madrugada he podido recordar que la fortaleza y aceptación! Han sido siempre en mi vida mi religión, ser estoico me ha mantenido vivo. 

Cuando miro hacia atrás y rebusco en mi pasado, me doy cuenta de la estela de dolor que he arrastrado. He dejado pasar mi vida, siendo un espectador, a veces frío, calculador, altivo y otras tremendamente emotivo, pero sin mostrarlo a los ojos de los demás. Esa parcela de intimidad la he reservado...

Hoy quizás por la edad o quien sabe por qué, me muestro más permeable, pero sigo siendo dentro de mí, un gélido hombre, difícil de abordar. Siempre he tenido dentro ese sentimiento de "no pertenencia”. Ni siquiera lo que es fruto de mí ¡Sangre de mi sangre! debe pertenecerme.

Toda mi vida he creído ciegamente que no somos de nadie...salvo de nosotros mismos. Que nada debemos poseer de "ese modo". Nada ni nadie nos debe pertenecer. Las posesiones materiales con el tiempo se deterioran...las personas con el tiempo cambian, mudan de pensamiento y de sentimientos, es la ley de la vida...en las postrimerías de esta vida mía, solo tengo tiempo de batir la mandíbula para morirme de risa y mirar el horizonte sin prisas. 

En este mundo pocas cosas perduran, salvo los recuerdos almacenados en el viejo desván de la memoria.

Saludos.
Patricio Varsariah.