Los aspectos psicológicos de la diabetes han sido ignorados durante mucho tiempo. El estrés, la angustia e incluso la depresión son trastornos que presentan una mayor incidencia en la parte de la población que tiene esta enfermedad. No obstante, desde hace unos años y gracias a un enfoque multidisciplinar en la intervención se hace un mayor hincapié en esos factores tan relevantes en mi vida con diabetes.

Este conjunto de alteraciones metabólicas que median en la diabetes mellitus alteran por completo el día a día de una persona. Así, un hecho que en ocasiones queda descuidado es la estrecha relación existente entre la diabetes con los problemas de salud mental. Se estima que casi el 50% de las personas con esta enfermedad padecerán un desorden psicológico en algún momento. Es más, la probabilidad de padecer una depresión, según nos indican diversos estudios, se duplica en estos pacientes.

Hay evidencia de que el riesgo de depresión se incrementa de forma directa en  pacientes diabéticos. Los aspectos psicológicos están ahí, son evidentes y no pueden descuidarse. Ignorar el contexto psicosocial de las personas que tenemos diabetes implica no garantizar una asistencia óptima y ajustada a las necesidades de cada diabético y de su familia. La cercanía, la empatía y la adecuada formación de los profesionales que trabajen a diario con la diabetes demanda esa intervención psicológica con la que mejorar la calidad de vida de nosotros las personas con diabetes.

Vivir con una enfermedad crónica, créame, no es fácil para mi y creo firmemente para nadie. Cambian los hábitos, cambia el modo en que nos desenvolvemos con nuestro entorno y cambia incluso el modo en que nos vemos a nosotros mismos. La diabetes mellitus es probablemente la condición más común pero a la vez una de las que más alteran la realidad cotidiana de quien la sufrimos.

Vivir con una enfermedad crónica supone, a su vez, hacer un viaje tan lento como solitario. El primer tramo de este trayecto es la búsqueda de un diagnóstico definitivo para “todo lo que me pasa”.

Más allá de las causas que propician la aparición de este trastorno metabólico tan común, hay otras realidades que debemos tener presentes. Se necesita de un enfoque holístico de esta enfermedad. Gran parte de los médicos centran su atención (indispensable sin duda) en esas alteraciones físico-orgánicas que puede generar la diabetes: problemas visuales, renales, cardiovasculares… Todo ello es importante, pero hay un ámbito que queda descuidado. Una realidad igual de primordial para nosotros como paciente diagnosticado con diabetes. Hablo cómo no de la salud mental.

Los aspectos psicológicos de la diabetes evidencian en primer lugar una elevada presión, miedo y estrés. Estamos ante una condición donde es la persona y no el médico la encargada de cuidarse cada día. Somos nosotros los pacientes quien debemos ejercer un control, una interpretación de la glucosa y tomar una decisión. Más allá del pinchazo, hay una presión constante a la hora de gestionar la propia enfermedad. Y algo así no es fácil, no lo es para un niño ni para un adulto.

Así, ese autocontrol constante de la diabetes provoca que experimentemos ciertos sentimientos negativos de autoeficacia. La angustia emocional está presente muchas veces, y a ello se le añade en ocasiones otros factores como los problemas de alimentación, e incluso cierta sensación de desamparo en el trabajo.

Los aspectos psicológicos de la diabetes son evidentes y muy importantes. Estos evidencian en primer lugar una elevada presión, miedo y estrés.Las tasas de prevalencia de depresión, tal y como nos revelan diversos estudios clínicos, son hasta tres veces más altas en pacientes con diabetes tipo 1 y el doble en personas con diabetes tipo 2 en comparación con la población general. Asimismo, y en lo que se refiere a los trastornos de ansiedad, la incidencia es igual de llamativa. Los pacientes diabéticos tenemos hasta un 40% de probabilidades de sufrir este problema en relación al resto de personas.

Según nos revelan estos trabajos, más allá de la presión de la propia enfermedad, están las alteraciones metabólicas. Los estudios  sugieren que las respuestas inflamatorias asociadas con la propia diabetes estarían relacionadas con el desarrollo de la depresión. Se ha podido comprobar, por ejemplo, que las citoquinas pro-inflamatorias interactúan con muchas de esas regiones cerebrales y con los neurotransmisores que median en este trastorno.

Los aspectos psicológicos de la diabetes como vemos, son evidentes y muy importantes. Una persona que no se encuentra bien psicológicamente no podrá gestionar de forma adecuada su propia enfermedad. Necesitamos por tanto aplicar esa palabra que está tan de moda pero que en realidad, aporta una utilidad inmensa en el tratamiento de las enfermedades.

Hablo cómo no de un enfoque “holístico” donde médicos, psicólogos, nutricionistas y asistentes sociales nos acompañen a las personas con diabetes. La diabetes no tiene por qué limitar la propia calidad de vida. No mientras contemos con recursos, con apoyos y una adecuada formación en todos esos ámbitos implicados en la propia condición que nos afecta.

Para concluir, algo que debemos tener claro es que los que estamos afectados por enfermedades crónicas socialmente invisibles no necesitamos compasión. Tampoco queremos que nos den un trato de favor. Lo único que demandamos es empatía, consideración respeto… Porque a veces, las cosas más intensas, maravillosas o devastadoras, como pueden ser el amor o el dolor, son invisibles a los ojos. No los vemos, pero están ahí.

Día a día lo iré logrando, los primeros pasos ya son evidentes.

Saludos.

Patricio.