Mis sentimientos son aves Volando hasta el infinito, algunos con sus alas rotas. Su pulso arrebola acústico la sangre de las hojas verdes, tibias prominencias del tallo fuentes de la geográfica piel donde el viento posa sus labios. Quizá no tengan retorno, festejan albas en los manantiales.
Umbral celeste de la flor, posada de la cansada tarde, donde llega la mirada del amor a contemplar los senos de la rosa, enramada de pétalos musicales ofertando sinfonías al paladar. Y cuando llegue el invierno, en esos brazos de frío ocre, yo me habré ido abandonado, sobrado del inventado tiempo, licuado de victorias olvidadas, invadido del ardor del muérdago, en una gloria que el signo ofrece a perpetuar sobre el lienzo de la vida.