El colapso no significa rendirse, es una señal para despertar.
Publicado por Patricio Varsariah el viernes, agosto 1, 2025

Ahora la pregunta más importante es: ¿Qué harás al respecto?
Las mayores transformaciones de la historia no ocurrieron durante la estabilidad. Ocurrieron cuando los sistemas fallaron, cuando la gente no tuvo más opción que innovar. La Revolución Industrial. El auge de la clase media. La era digital. Todo surgió de fallos del sistema. Deja de esperar el rescate. Los gobiernos y las corporaciones no te salvarán.
La gente sigue diciendo que se avecina un colapso. No es así. Ya está aquí. Lo estás viviendo. Yo también. El colapso no es un evento apocalíptico. Es lo que sucede cuando las reglas cambian. Es el lento ajetreo sin nada que mostrar. Es el aumento del alquiler. Es el aumento constante de la factura del supermercado.
El colapso son todos los pequeños recortes que haces para llegar a fin de mes. Tal vez has recortado suscripciones. Retrasado reparaciones. O te has saltado una visita al médico para evitar la factura. El colapso es cuando tus padres no pueden jubilarse y tus amigos no pueden permitirse tener hijos.
La gente se está atrasando con los ahorros para la jubilación a un ritmo alarmante. Para muchos, la jubilación no es una meta. Es una fantasía. El colapso son decisiones políticas terribles. Son aranceles que salieron mal. Y una disfunción económica que no podemos controlar.
El mundo no se está acabando. Solo se está volviendo Irreconocible.
No te están dejando sin dinero por accidente. Este es el sistema funcionando exactamente como fue diseñado. Extrayendo cada gramo de valor de ti hasta que no queda nada. Las ganancias corporativas están alcanzando máximos históricos mientras los salarios se estancan. Los precios de las viviendas han subido un 118% desde 1965, mientras que los ingresos solo han aumentado un 15%.
La confianza pública en el gobierno en general se desplomó del 72% a solo el 19%. La mayoría de la gente no confía en que sus gobiernos les resuelvan nada. Yo no. No lo harán.
El fallo sistémico que estamos experimentando está fuera de control. La gente está ansiosa por su futuro. La depresión está aumentando. Eso es colapso. Es sistémico. Es desigual. Pero es real. Seguimos esperando algún tipo de gran colapso sistémico. Un antes y un después. Pero ya lo vivimos. Simplemente está distribuido de forma desigual. El colapso es un patrón. Eso es lo que lo hace tan confuso.
El colapso no es el fin del mundo. Es el fin del mundo en el que creciste. Es el fin de una forma de vida. Aquella en la que el trabajo duro daba sus frutos. En la que podías comprar una casa con un solo ingreso. En la que el futuro parecía más brillante que el pasado. Si tu vida es más difícil que hace años, no es tu culpa. Vives en un sistema que exige más y da menos. Los salarios no han seguido el ritmo de la productividad desde la década de 1970. El trabajador promedio produce mucho más, pero recibe mucho menos a cambio.
Mientras tanto, los salarios de los políticos se han disparado un 1460 % desde 1978. Eso también es colapso.
No dejes que nadie te engañe. No estás loco por pensar que las cosas empeoran. Lo están. Pero no estás indefenso. Deja de esperar un antes y un después claros. Y empieza a adaptarte. El colapso no significa rendirse. Es una señal para despertar. No necesitamos falsas esperanzas. Necesitamos recuperar el control de lo que podemos.
El colapso no se acerca. Ya está aquí. Pero nosotros también. Y aún no hemos terminado.
El mundo no se acaba. Está cambiando. Y no de la forma que esperamos. No estás loco por sentir que las cosas se desmoronan. Sí lo están. El colapso no se acerca. Ya lo vives. El juego para el que te entrenaron (conseguir un trabajo, ahorrar, jubilarte) ha cambiado. Y la mayoría de la gente sigue intentando jugar con las viejas reglas.
Deja de esperar el rescate. Los gobiernos y las corporaciones no te salvarán. Pero puedes usar la presión para fortalecerte. Si puedes, construye sistemas de ingresos personales paralelos. Toma el control de lo que puedas. Haz lo que debas. Tú decides adónde vas. No sobrevive la especie más fuerte, ni la más inteligente; es la que mejor se adapta al cambio. Superar el colapso es la resistencia emocional. Protege tu alma. Aprende a descansar. Crea límites de tiempo, energía y atención. El colapso puede aislarte. Crea pequeños círculos de personas en las que puedas confiar. Mejora tu flexibilidad económica. Necesitas ceder sin romperte. No te quedes estancado en industrias en declive. Reduce la hinchazón en tus finanzas.
Conoce tus números. Conoce tus patrones. Y, por supuesto, controla tu flujo de caja. La deuda es mortal si no se usa con precisión. Sé implacable con aquello por lo que vale la pena endeudarse. Hay un proverbio sueco que me gusta: «Quien compra lo que no necesita, se roba a sí mismo». El colapso también se relaciona con sistemas que fallan a la gente. Pero no dejes que te indefenso. Sé políticamente consciente. El poder no siempre está en la tele. Es tu comunidad. Tu red y tu resiliencia. Hacer lo que debes significa aprender a vivir cuando las reglas cambian. Y han cambiado. Para siempre. Lo extraño es lo invisible que puede parecer. Pero estás despierto. Y ves a través de todo.
No es una medida de salud estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma. Aprende nuevas reglas y trasciende las viejas que no funcionan. Lo que funcionó hace 10 años podría matarte ahora: financiera, emocional y espiritualmente. Aprende habilidades de alto rendimiento que te harán indispensable mañana. Poseer herramientas, habilidades o una porción de un pastel más grande que no cambia es tu ventaja.
No eres impotente. No puedes controlar la inflación. Ni el alquiler. Ni las políticas. Pero puedes volverte antifrágil, más fuerte bajo presión. Puedes enseñarles a tus hijos reglas diferentes. Puedes construir una versión de riqueza que no sea solo dinero: es tiempo, habilidades, salud, confianza y movilidad. El colapso no es un precipicio. No aparece de golpe. Es una pendiente, y ya estás en ella. O te deslizas o subes. "Empieza donde estás. Usa lo que tienes. Haz lo que puedas. No necesitas tenerlo todo resuelto.
Solo necesitas vivir con honestidad, paso a paso.
Elimina lo que te agota. Construye sobre todo lo que te nutre. Duplica lo que te protege del fracaso sistémico. Y, sobre todo, mantén una actitud humana en un sistema que intenta exprimirte eso.
Nadie vendrá a salvarte. Pero no estás indefenso. Aún tienes autonomía. Eres más inteligente de lo que el sistema cree. Tienes dos opciones. Seguir jugando con las viejas reglas, con la esperanza de que los salarios se recuperen, los precios bajen y el sistema te salve. O reescribir las reglas por ti mismo.
El Imperio Romano no cayó en un día. Se desangró lentamente mientras nuevas estructuras de poder crecían a su sombra. No estás sobreviviendo a la historia. Estás escribiendo el siguiente capítulo de tu vida. Adáptate, desarrolla resiliencia y toma el control de lo que puedas.
Cuando soplan vientos de cambio, algunos construyen muros. Otros construyen molinos de viento. El colapso no tiene por qué significar derrota. Puede significar despertar. El pánico no ayudará. La negación tampoco. La pregunta no es si lo superarás. Es ¿cuánto tardarás en adaptarte?
Encuentra tu claridad para diseñar un mejor camino a seguir.
Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer.
Patricio Varsariah.