el blanco fácil de nadie
Publicado por Patricio Varsariah el lunes, noviembre 16, 2015

He llegado a la conclusión de que nunca acabaré de memorizar cada una de mis cicatrices, porque las sigo confundiendo con heridas, cuando me empeño en abrirlas. Me he dado cuenta de que el amor no tenía nada que ver con lo que me habían contado, sólo tenía que ver conmigo y sólo lo he sabido cuando en mitad del huracán he necesitado crear mapas con la piel de mi espalda.
Sigo leyéndome a mi mismo y aprendiendo a conocerme.
He aprendido que no es a la tercera cuando te das por vencido, porque nunca debes de rendirte. Que voy a tropezar, a caer y a hacerme muchísimas heridas, que voy a querer tener un doctorado en huidas, pero jamás me daré por vencido. Porque sin andar no hay camino y sin camino no hay historia, ni victoria, sólo derrota. Además, andando hacia atrás, uno siempre tiene más probabilidades de tropezar con la misma piedra.
También he aprendido que la magia del naufragio no esta en llegar a ser superviviente, sino en aprender a bailar con el vaivén del mar, en mitad de la tormenta, agarrar el timón, aguantar el tirón, enamorarte de la corriente, ser paciente que las nubes se irán.
¿De verdad crees que voy a rendirme?
Los que están apuntándome con el dedo, deben saber que sigo siendo yo el que me pongo la pistola en la sien y el que decido si apretar o no el gatillo, que no hay más balas para mí que las que yo misma fabrico y no tengo más heridas que las que yo me hice por voluntad propia. Lo bueno de tener el corazón hecho pedazos es eso, que las balas de los demás tal como entran, salen.
En fin, que no necesito la saliva de nadie para curarme, eso tuve que aprender a hacerlo yo solito; que por mi suerte o para tu desgracia, todavía no voy a ser el blanco fácil de nadie. En fin, lo doy todo por esos amigos/a que me agarran cuando me faltan las fuerzas, que aunque llegue el día que la sonrisa se me tuerza, siempre van a estar ellos sujetando mi mundo.
Gracias.