No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear. El amor es nuestra única razón de vivir y el único propósito de la vida. Vivimos por amor, y vivimos buscando el amor… no es de extrañar que sigamos buscando el amor. Todos nosotros no somos más que vibraciones de amor. El amor nos sostiene y, al final, volvemos a fundirnos en el amor. El amor convierte al hombre en un océano de felicidad, una imagen de paz, un templo de sabiduría. El amor es el propio Ser de cada hombre, su verdadera belleza y la gloria de su existencia humana.

El mundo no es más que una escuela de amor. Nuestras relaciones con nuestro esposo o esposa, con nuestros hijos y padres, con nuestros amigos y familiares son la universidad en la que debemos aprender lo que realmente son el amor y la devoción. Es el deber principal del hombre despertar la comprensión del yo interior y conocer su propia grandeza interior real. Una vez que conoce su verdadero valor, puede conocer el valor de los demás.

Para experimentar el amor, debemos entrar. Cuando experimentas el amor real, entras en un estado que va más allá de las palabras. Estás lleno de una alegría que va más allá de todas las emociones. El verdadero amor es el amor del Ser interior. Sin embargo, el amor que experimentamos a través de otras personas es solo una sombra del amor del yo interior. Hay un lugar sublime dentro de nosotros donde habita el amor. El amor que late en la cueva de tu alma no depende de nada exterior. No espera nada. Es completamente independiente.

Tu mente te hace bailar como un mono todo el tiempo ... Tu objetivo no es luchar con la mente, sino ser testigo de la mente. Debemos aprender a liberar nuestra mente de los pensamientos a través de la meditación y volvernos completamente silencioso. La meditación aquieta la mente errante y nos establece para siempre en un estado de paz. La meditación debe convertirse en una acción diaria, tan esencial como dormir. Es mil veces más necesario que dormir. Medita en tu alma. Entiende que Dios no es diferente a ti ni tú estás separado de Dios. Hay un estado interior al que no llega el dolor, ni el deseo ni el enemigo. Tiene la forma de Bienaventuranza. Medita en eso.

A través de la meditación intensa y profunda, alcanzas un estado que está más allá del pensamiento, más allá del cambio, más allá de la imaginación, más allá de las diferencias y la dualidad. Una vez que puedas permanecer en ese estado por un tiempo y salir de él sin perder nada de él, entonces el amor divino interior comenzará a fluir a través de ti. No verás a las personas como individuos diferentes y separados. Verás tu propio Ser en todos los que te rodean. Entonces el flujo de amor desde tu interior será constante e ininterrumpido.

Escuchar música o cantar es una práctica significativa y misteriosa. Es el néctar más elevado, un tónico que nutre plenamente nuestro ser interior. La música o cantar abre el alma y hace que el amor fluya dentro de nosotros. Libera un dicho interior embriagadora y un esplendor entusiasta, que simplemente a través del néctar que genera, podemos entrar en la morada del Ser.

No renuncies a tu vida mundana, a tus seres queridos y cercanos. No te desperdicies, corriendo en busca de un Dios en las cuatro direcciones, ni pierdas tu propia alma mientras buscas la paz interior y el consuelo. Vive y has pleno uso de tus talentos artísticos o dirigiendo tus negocios o trabajando en lo que te gusta o en cualquier posición que te haya colocado tu destino. Dios pertenece a todos. Si lo llamas con amor, pensando en Él con devoción, Él se te revelará. Él otorgará una visión de la luz divina de Su amor. 

Saludos.
Patricio Varsariah.