A lo largo de los años de escribir y viajar por el mundo y de hablar con la gente, he visto con claridad que hay un profundo, intenso y verdadero deseo de "despertar", sea lo que sea que eso signifique para cada individuo particular. Hay un sincero anhelo de realizar la divinidad, de alcanzar la verdad, de detener la violencia, de frenar el odio, de parar el sufrimiento y de despertar a lo que es posible en esta vida. Si quieres hacerlo al cien por cien, si eso tiene prioridad sobre cualquier otra cosa, entonces despiertas inmediatamente. Esa es la verdad. Apuesto mi existencia en ello. Ella es una garantía de que si quieres despertar a tu verdadera naturaleza, si quieres eso totalmente, lo harás. 

El mayor obstáculo para el despertar que he visto hasta ahora es que, en realidad, se desea para alguna otra cosa. Para sentirse mejor, para no tener que ser la misma persona que crees ser ahora, para obtener reconocimiento o para olvidar todas las cosas malas que has hecho o que te han hecho. El despertar se desea como vehículo o como herramienta, y se produce frustración cuando no te la dan. Esto no funciona. La verdad debe ser deseada por sí misma, independientemente de las consecuencias que pueda acarrear. Esta es una realidad chocante. Estamos muy acostumbrados a desear algo que mejore nuestra vida personal, y Dios sabe que lo hemos intentado. Por suerte, la mayoría de nosotros nos sentimos profundamente desilusionados ante la posibilidad de ser rescatados; de conseguir alguna otra cosa que satisfaga este verdadero deseo de despertar.

Ahora bien amiga o amigo lector, Yo te pediría que mires dentro, que seas despiadada o despiadado e incesantemente honesta/o y sincera/o contigo misma para ver por qué quieres despertar. ¿Qué es lo que te dará? Si tu respuesta es algo hermoso, grandioso, o altruista, como la paz en el Tierra o la armonía entre la gente, pon eso de lado por un momento y mira si deseas la verdad, este estado desconocido del despertar, por ella misma, independientemente de las consecuencias. 

Te estoy pidiendo seas sincera/o. Nos pasamos la mayor parte de la vida mintiendo de maneras burdas y sutiles. Las mentiras se vuelven muy complicadas y la tela de araña se va tensando más, ya lo sabes. Ahora, en este momento, tienes la oportunidad de descubrir qué es lo que deseas, por ello mismo, sin que se derive comodidad del hecho, sin que satisfaga otras necesidades. Puedo sentir el miedo que esto evoca. Esta consideración no es habitual. Es muy fácil jugar al teatro del despertar diciendo: "Oh, algún día lo entenderé", o "él ha despertado", o "ella ha despertado y yo me quedaré en su aura, así podré conservar mis mentiras y mi telaraña".

Una pregunta que surge frecuentemente es: "¿Cómo puedo saber si la orden que recibo viene del Ser, de la Verdad, y no de mi ego, de mi mente?". Esta es una pregunta legítima y, sin embargo, no puedo darte una fórmula para comprobarlo. Así de despiadada es la libertad. La posibilidad de confundir el Ser con el ego y el ego con el Ser es enorme y constante. No es un juego de niños.

A los niños se les da instrucciones muy claras con respecto a qué conducta es correcta o equivocada. Estas directrices son importantes para el niño que, de otra manera, hace lo que le viene en gana cuando le viene en gana. Sabemos esto por nuestra propia experiencia de haber tenido dos años, dieciséis o incluso treinta y dos: "Si lo deseo, debe estar bien". Posteriormente, en los círculos de nueva era o espirituales esto se traduce como: "Debe ser lo correcto porque mi corazón me dice que es así". Pero, con cierto nivel de experiencia, descubres que lo que puede hacer que te sientas bien, lo que te parece bien, también puede causar mucho sufrimiento. 

Los asesinos a menudo oyen voces "divinas" que les dicen: mata» Todas las religiones te darán fórmulas y puedes observarlas para no hacer daño, para no causar sufrimiento. Puedes vivir una vida relativamente pacífica e inofensiva, pero aún así no será una vida libre. Entonces la pregunta es: ¿Es posible ser libre y no causar daño, causar sufrimiento?" Yo no puedo decir que no se produzca sufrimiento en relación conmigo. Aunque, a veces, mentir pueda resultar más cómodo no puedo perpetuar la ilusión de las ataduras, aunque uno se ate a los códigos de conducta más sublimes, elevados y necesarios. Entiendo lo peligrosa que es esta afirmación porque sé cómo opera la identificación del ego. Sé lo fácil que es retorcer la verdad para justificar los deseos y placeres del ego, lo fácil que es realizar inflamadas proclamas de trascender los códigos de conducta normales.

Lo que se consideraba correcto en una generación se ve como incorrecto en la siguiente. En cada generación hay un gran punto ciego. Cuando miramos hacia atrás y consideramos la esclavitud no podemos dejar de preguntarnos cómo es posible que ese horror haya ocurrido. ¡Y ocurrió con la aceptación de mucha gente buena! Tenemos que estar dispuestos a ver lo que ocurre en nuestras propias vidas, que puede ser tan horrible como la esclavitud, y a lo cual hemos estado ciegos. Estando dispuestos a decir la verdad es posible ver dónde estamos negando o ignorando algún aspecto de nuestro propio ser y, en esa negación, causando mucho daño. La mente busca una fórmula, un código de conducta. Lo cierto es que tienes abundantes, y la verdad absoluta está libre de todos ellos. La libertad es libre.