Esta madrugada de otoño, me refugié en los recónditos y apacibles estados silentes de mi alma, necesitaba distancia, buscar la brújula maestra que esperaba paciente en algún rincón para darme la fuerza que me hiciera entender el camino que a veces toma la mente cuando decide de manera aleatoria tocarte cual varita mágica. Hay verdades que no caducan, viven en nosotros porque alguien con infinita ternura las sembró y dieron fruto. 

Perder gran parte de una vida peleada a fuerza de sacrificios, renuncias y dosis controladas de amor y preguntarse y entender porqué me resultaba altamente difícil.Cuando todos los recuerdos se limitan a los posos que a fuerza de ser sufridos quedaron sumidos en lo más profundo de un subconsciente que a los demás nos resulta prácticamente ajeno por no vivido. 

Cuando miras esos ojos en los que apenas queda un vago recuerdo de quien fue y sólo puedes sonreírle para que en ese gesto encuentre algún signo aún viviente de complicidad porque el presente, su presente, se limita al instante sin más pretensión y te aferras a el porque sabes que acto seguido te mirará de nuevo sin reconocer quien eres. 

Cuando solo te queda la caricia cálida de un último intento por hacerle sentir la energía sagrada de aquél cordón que nos mantuvo unidas y que permanecerá a través del tiempo más allá de esta vida, más allá de ese mágico momento en el que su mirada parece reconocer a quien tiene delante aunque sólo sea en el segundo incierto de un suspiro. 

Y te aferras a un recuerdo y acaricias esa cara y esas manos y preguntas a esos ojos, “Dónde estás”… Y no hay respuestas, pero aciertas a descubrir un punto de brillo en la mirada y te conformas y le sonríes de nuevo porque sabes que el amor se reconoce más allá del tiempo, más allá del instante. Porque en el fondo de tu corazón sabes que hay cosas que no caducan…Porque sabes que en el fondo el amor, no olvida.

El amor y el corazón no olvidan jamás a quienes se ha amado tanto en esta vida, es triste tener que ver como este tipo de enfermedades se llevan los recuerdos y momentos vividos de nuestros seres queridos y que menos que regalarles una sonrisa para que sepan que estamos allí,a su lado tendiéndoles la mano esperando el milagro del que al menos nos llamen por nuestro nombre, por que mas allá de los albores de su no decir nada, está la eterna y cálida esperanza.

Desde mi corazon.