Céntrate en la acción, no en la recompensa.
Publicado por Patricio Varsariah el lunes, febrero 12, 2024

En la vida, cada acción que emprendemos suele estar motivada por el deseo de obtener alguna recompensa. Esta anticipación de la recompensa da origen a nociones de bien y mal, de éxito y de fracaso. Por ejemplo, asistimos a la escuela con el objetivo de obtener buenas calificaciones, que a su vez se convierten en el trampolín hacia una universidad prestigiosa. Una educación universitaria se convierte entonces en el camino hacia una carrera gratificante. Una carrera gratificante suele implicar una ganancia monetaria.
El dinero se convierte entonces en el medio para adquirir comodidades en la vida: un bonito coche, una casa grande, atraer una pareja, formar una familia. La familia se convierte entonces en nuestro refugio contra la soledad. Esa es nuestra vida.
Siempre existe este movimiento egocéntrico hacia un futuro idealizado, que se cree que trae felicidad. No somos capaces de ver que este futuro nunca surge y que la felicidad nunca está ahí fuera, sino aquí.
Además, cuando la realidad no cumple con estas expectativas idealizadas, nos encontramos con decepción, frustración y angustia. Cuanto mayor es la desviación de la realidad del ideal, más fuertes son las emociones negativas que tendemos a experimentar.
Sin embargo, ¿y si hubiera otra manera?
Céntrate en la acción, no en la recompensa. El verdadero dominio en acción consiste en ir más allá de los conceptos de éxito y fracaso. Se trata de aprender a dejar de lado nuestro apego profundamente arraigado a cómo suceden las cosas.
Este tipo de desapego no significa que dejemos de actuar o ignoremos nuestras responsabilidades. Se trata más bien de no dejar que nuestras emociones y pensamientos queden esclavizados por los resultados de lo que hacemos.
No exijamos que los acontecimientos sucedan como deseamos; pero deseemos que sucedan como suceden, y toda ira bien. Se trata de hacer lo mejor que podemos en cada tarea, pero luego dejarlo ir, confiando en que, ya sea que tengamos éxito o fracasemos, todo es parte de un plan mayor, un diseño divino que está más allá de nuestro control.
Y cuando digo "Divino" no me refiero necesariamente a una deidad o un concepto religioso. Simplemente quiero decir, cualquier cosa fuera de la esfera de nuestro control.
Encuentra tu pasión y deja que te impulse. Lo que te llama la atención no es aleatorio. Síguelo. Dale energía. Deja que te tome el control, te consuma. Si descubres lo que te encanta hacer, la acción misma se convierte en la recompensa. ¿Hay entonces éxito o fracaso?
Así que debemos hacer el bien por el bien del bien, no con la esperanza de recibir una recompensa; debemos trabajar por el bien del trabajo, no con la esperanza de ver el resultado; debemos entregarnos al servicio del mundo porque lo amamos y no podemos evitar entregarnos a él.
Estoy escribiendo aquí en mi página web principalmente NO para llamar la atención o recompensas monetarias, realmente estoy saboreando cada momento que escribo. Continuare haciéndolo incluso si a nadie le importara, incluso si no recibiera nada a cambio.
En las relaciones, a menudo nos importa lo que sucede. Damos con la expectativa de recibir a cambio. Y cuando no recibimos lo que creemos merecer, experimentamos un gran dolor. Ésa es la fuente de todos los conflictos en las relaciones humanas. Expectativas, es decir, la ausencia de amor verdadero e incondicional.
Todo lo que deseamos en esta vida es ser amados y aceptados incondicionalmente. Sin embargo, a menudo cargamos con una bolsa de condiciones: condiciones sobre nosotros mismos, condiciones sobre los demás y condiciones sobre la vida misma.
Creemos que la verdadera felicidad y paz sólo se pueden alcanzar cuando se cumplen estas condiciones. Sin embargo, a menudo pasamos por alto lo absurdo de esta búsqueda. Son estas mismas condiciones las que nos impulsan implacablemente a buscar algo externo que nos complete. Estas condiciones nos mantienen “allá afuera” en lugar de “aquí adentro”.
En esencia, la calidad de nuestra vida es un reflejo directo de nuestra capacidad de actuar desinteresadamente, sin imponer condiciones ni exigencias. Eso es lo que significa que realmente no te importe lo que suceda. Debemos ser la Encarnación completa del amor.
No me importa si fracaso o tengo éxito, si tengo dinero o no... No tengo ningún problema porque no exijo nada a nadie ni a la vida.
He dicho….
Patricio Varsariah.
El arte de vivir implica saber cuándo aguantar y cuándo soltar.
*Agradezco tu visita si pasas por aquí.
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