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De niño, siempre imaginé que, al crecer, ayudaría a los demás. Pensaba que la vida me haría fuerte, capaz y generosa. Pero crecer no fue como lo imaginaba.

Cuando llegó la COVID, mi trabajo, como el de muchas personas, sufrió una gran pérdida y mi vida cambió de la noche a la mañana. Los lujos desaparecieron, las rutinas se modificaron y, de repente, tuve que aprender a vivir con menos.

Pero en esos tiempos difíciles aprendí algo invaluable: la vida no depende de los lujos y la felicidad no proviene de las marcas.

Vivimos intentando impresionar a los demás con tanta frecuencia que olvidamos que podemos ser felices con mucho menos. Perder la comodidad me enseñó a valorar el riesgo, a comprender lo frágil que puede ser la vida y a sentir más profundamente las dificultades ajenas.

Las adversidades tienen la capacidad de transformarte. Puedes dejar que te marquen o puedes dejar que te enseñen. Yo elegí aprender.

Poco a poco, me di cuenta de que la riqueza, la belleza, la inteligencia y el poder a menudo vuelven arrogantes a las personas. Cuando la vida se simplificó, vi las cosas con claridad. Comprendí quién nos amaba de verdad y quién solo amaba la comodidad que alguna vez tuvimos. Es la capacidad de sentir el dolor ajeno lo que transforma a una persona en un mejor ser humano, y la pérdida me abrió esa puerta.

Esos desafíos me ablandaron, me dieron estabilidad y me hicieron más agradecido. Empecé a ver la vida no por lo que me faltaba, sino por lo que aún tenía: familia, fortaleza, fe y un corazón que se negaba a enfriarse.

Y hoy… la vida es mejor que antes.

Recuperé la estabilidad, la comodidad y la paz, pero no volví a ser la misma persona. Me volví más sabio, más amable, más consciente de lo que realmente importa.

Aprendí que no se necesita lujo para vivir una vida plena. Se necesita comprensión, humildad y gratitud. Y ahora… siento que he aprendido a vivir mi vida.

Si en mis palabras hallaste consuelo o un instante de reflexión, guárdalas contigo y deja que te sostengan en tu camino.

¡Gracias por leer!

Patricio Varsariah.