Los olvidos o fallas de la memoria generan con frecuencia el temor a que se trate del comienzo de la temida enfermedad de Alzheimer. 

Con el natural paso de los años, el organismo comienza a evidenciar una serie de cambios físicos: el cabello encanece, aparecen arrugas en mi piel, disminuye mi fortaleza muscular, etcétera. Estos son cambios que no me genera alarma por considerarlos normales para mi edad. Lógicamente, estos cambios externos se acompañan también de cambios internos, pero que no se detectan a menos que se realicen estudios especiales, como por ejemplo una radiografía de columna, que permita comprobar signos de artrosis. 

Con frecuencia no se tiene en cuenta que el cerebro también envejece y cuando se empiezan a percibir fallas en la memoria muchas personas se alarman y preocupan, cuando en realidad es la evidencia de que también el cerebro tiene sus años. 

Los olvidos o las fallas de memoria generan con suma frecuencia el temor a que se trate del comienzo de la temida enfermedad de Alzheimer. La memoria es la función encargada de registrar, grabar y evocar diversos hechos y circunstancias de la vida. Pero también una función normal y necesaria de la memoria es la capacidad de borrar recuerdos, es decir, de olvidar. Quien no olvida podría vivir torturado por ciertos recuerdos. 

La condición previa para tener una buena memoria es prestar atención ya que, en caso contrario, las acciones de inicio de la memoria (registrar y grabar) no funcionan. No es lo mismo no recordar por distracción que por tener problemas reales de memoria Ante los olvidos, muchas personas se preocupan más de la cuenta, aunque es normal que la memoria muestre fallas a partir de los 50 años y, especialmente, con el olvido de los nombres de las personas. 

Diversos factores generan olvidos: el estrés, la ansiedad, la depresión, el alcohol, las infecciones, la apnea del sueño, la deficiencia vitamínica, la ingesta de ciertos medicamentos, el hipotiroidismo. Hay que consultar al especialista que determinará si los olvidos son normales para la edad o si es el inicio de alguna enfermedad. Un dato frecuente que marca una diferencia es que en el primero de los casos las personas consultan por su cuenta, mientras que en el segundo casi siempre son “llevados” a la consulta por la preocupación familiar. 

Existen estudios de que partir de los 60 años, de cada 10 personas que consultan por olvidos, en 6 no se evidenciaron anormalidades que requieran de algún tratamiento. De los 4 restantes, 2 suelen tener algún factor como los antes mencionados y los otros 2 sí pueden tener alguna causa cerebral que amerite que sea adecuadamente diagnosticada. Un consejo es que quien tenga olvidos no se asuste, sino que consulte. Caso contrario, el mismo temor a tener algo serio será un factor de estrés que producirá todavía mayor frecuencia de olvidos. 

En la actualidad, con simples estudios neurocognitivos y de neuroimágenes se precisa si se está en presencia de un proceso normal o si es el inicio de algún trastorno que deba ser tratado. En este caso, cuanto antes se comience un tratamiento, mayores probabilidades habrá de mejoría. 

Patricio Varsariah.