Cuando la compasión se me apareció por primera vez.
Publicado por Patricio Varsariah el domingo, marzo 27, 2022
Si no tienes compasión para contigo mismo para con lo que estás experimentando, sintiendo, entonces no puedes hacer nada más allá de ello que sufrir sin fin.
Escribir siempre ha sido una terapia, y de hecho, creo recordar, que fue el motivo inicial por el que comencé a hacerlo, hace ya como 33 años. Durante casi todo ese período lo estuve haciendo en “Mi pequeño sitio donde digo libremente lo que pienso y siento.”(mi web site), así es como me gusta llamarlos.
Tuve la oportunidad de vivir un proceso un tanto peculiar a finales del año 2020 hasta finales de Julio del 2021, un proceso interior, que se abrió sólo y me pilló completamente desprevenido, siendo muy amplio y profundo todo lo experimentado, a la vez que muy, muy, muy confuso, por así describirlo, en el que pierdes tus referencias internas y las fuerzas motrices de la propia vida interior, los esenciales, y sin ello, en esa desnudez que produce tanto miedo, te confrontas a ti mismo, primero que a nada ni a nadie, y una vez sabido que no hay nadie a quien culpar, buscas un algo, pero a la vez tremendamente enriquecedor, aunque no he sido consciente de ello hasta casi la última parte del mismo .
He pasado por diferentes fases mentales y emocionales que han dado lugar a procesos cognitivos muy fuertes y con un alcance muy profundo, algunas cosas he podido desvelarlas, pero sé con certeza, que aún otras, bastantes, no las he descifrado, pero espero me quede aún bastante de camino para poder lograrlo. Y lo espero porque el mensaje que hay tras ello, es pureza, es simpleza, es la redefinición mental, emocional y en la postura del ser y el estar de absolutamente todo en la vida. Es un alcance tan grandioso que las palabras se quedan parcas, no sirven.
Hasta no haber estado seguro de haberlo finalizado por completo y comprendido en gran medida, es que no he querido compartir esto que van a leer y sentir, a continuación. Lo cierto es que llevabo ya un tiempo en una determinada fluidez y tranquilidad interior y me llama la atención que no se produjeran cambios o avances, puesto que ha sido la tendencia en el pasado.
Estuve reflexionando mucho sobre si compartir el proceso que he vivido, y sobre todo porque el silencio, uno muy profundo, que me pedía estarme quieto y no sacar nada de nada, me ha acompañado en estos últimos meses. Y después, he sentido esa llamada a compartirlo con el universo, como un regalo, después de y a pesar de, precioso, que me trajo la vida.
¿Y por qué he sentido que pueda ser bueno compartirlo? Porque muchas cosas de las que he vivido no muestran sino que entera y básicamente depende de la actitud que uno tenga para con todo y que además, solemos encontrarnos en un umbral de percepción y sabiduría amplias muy pobre, que apenas sabemos qué significan e implican en realidad muchos conceptos que utilizamos como si nada.
Desconocemos el sentido profundo de cosas como el perdón, la compasión, la humildad, y sobre todo la forma con que las usamos He podido sentir, ampliamente durante un tiempo esa extensión…en una manera completamente distinta, y descubrí que lo que sabía o entendía, estaba mal encaminado, que le faltaba fuerza y verdadera comprensión en relación a lo que sentía y lo que he redescubierto en este período…. Pero vuelvo a repetir que las palabras se quedan verdaderamente parcas para poder definirlo y describirlo, aunque más adelante dedicaré unos instantes a ello.
Desconocemos el sentido profundo de cosas como el perdón, la compasión, la humildad, y sobre todo la forma con que las usamos He podido sentir, ampliamente durante un tiempo esa extensión…en una manera completamente distinta, y descubrí que lo que sabía o entendía, estaba mal encaminado, que le faltaba fuerza y verdadera comprensión en relación a lo que sentía y lo que he redescubierto en este período…. Pero vuelvo a repetir que las palabras se quedan verdaderamente parcas para poder definirlo y describirlo, aunque más adelante dedicaré unos instantes a ello.
Cuando ese algo tampoco es tangible, empiezas a dejar de buscar y comienzas el observar, y en ello se despliega un amplio abanico de procesos interiores. Al no haber esencial que te estimule o te aleje de la experiencia, simplemente estás en ella, porque además no hay otra cosa que puedas hacer, por mucho que quisieras.
Cuando sueltas empiezas a abrirte, al abrir, tu ser se conecta con la vida en sí misma y ésta te permite mantenerte en el punto justo, sin distorsiones ni exageraciones, sin hacerle caso a esa alocada mente que tanto nos engaña. Ese es el punto , humilde punto, en el que me encuentro.
Sé que aún quedan miles de experiencias tras las cuales habré incorporado una nueva sabiduría , una que te permite ser más y más sencillo. Sé que a través de ellas iré soltando lastre, de ese que no veo ni siento pero que debe de estar asentado en capas más y más profundas del ser, hasta ir pelando poco a poco y por completo la cebolla del ser, hasta dejar a la luz la verdadera naturaleza del ser.
Y hoy después de ese viaje inesperado, voy equilibrándome poco a poco, para terminar de recolocar los alfileres que quedaban sueltos, con serenidad, una distinta a la anterior, una asentada en más sencillez, en menos preguntarse cosas y más observar, en más estar y menos hacer, en un dejar los menos y mases… Y sigue siendo un tanto difícil explicarlo con palabras.
Puede que la palabra terapia nos cause distorsión mental y nos lleve a pensar en psicólogos, terapeutas, psiquiatras, pero tampoco es necesario montarse ese ajetreo en la cabeza, puesto que se trata de algo tangible, real, miremos hacia donde miremos, y el hecho , el compromiso de uno hacia su ser para sanarse, para trabajarse interiormente los miedos, los asuntos inconclusos, conlleva una terapia sin duda, un trabajo interior. Al fin y al cabo no sigue sino siendo una palabra más. Como de todas esas palabras que permitimos que campen por nuestra mente, como si no sucediera nada.
Pero asociamos la palabras a conceptos, a lo que implican, y las implicaciones abren nuestro espectro sensorial, nos hacen sentir, experimentar emociones…. Con lo que las palabras no son tan mínimas como pensáramos. Aparte claro está de que, además, asignamos conceptos (o sea, lo que quieren decir esas palabras, su significado) muy distorsionados según cada realidad.
Curioso es que alguien que escribe, que enlaza palabras, diga esto. Pero ese alguien ha entrevisto ciertas cosas primordiales a lo largo de ese viaje inesperado. No me siento en la disposición de escribir con la rotunda seguridad con la que antes hablaba de ciertas cosas de la vida, porque este viaje me ha permitido sentir , ver, comprender con el ser, que cada vez sé menos. Y lo he sabido, una vez que ha finalizado el mismo.
No me causa ningún tipo de problema ese hecho, sino más bien es de una gran paz, darse cuenta de aún uno tiene tanto y todo por seguir asimilando y aprendiendo, en entrega, sinceridad y sobre todo, mucha humildad. El entrever esos procesos mentales , esos autoengaños del ego, esas irrealidades que tanto nos condicionan, te libera tremendamente. La verdad es que me siento ligero y me ha sorprendido porque no tenía conciencia de llevar tanto peso, el equivalente a la ligereza que siento. Y tengo la sensación, la intuición, de que no será sino el comienzo.
Todos hemos sido niños imperiosamente, todos hemos vivido esa etapa en la que somos tan vulnerables y tan abiertos a la vez, y donde se gestan la inmensa mayoría de los conflictos que arrastramos como adultos. Donde además el miedo fue un gran método de enseñanza y no fui para nada la excepción. Algunos miedos o conflictos se enclavan muy dentro y otros quedan más superfluos, unos se sanan antes y otros tardan más porque cuanto más profundo, menos conscientes somos de ellos y no afloran en su magnitud hasta determinado estadía de la vida.
No huyo, verdaderamente no, ahora menos que en toda mi vida, porque dentro de la desnudez del ser, he vivido procesos, he visto lo poco que sé y mucho de lo que ignoraba se ha dejado entrever. Aunque para mí la experiencia haya sido de una gran profundidad, no puedo sino decir que apenas he entrevisto cosas, porque a buen seguro es la realidad, pero esta debe de irse presentando, poco a poco, para que podamos seguir evolucionando conscientemente, para que no se pierda ni una sola gota de esa sabiduría universal, para que entre todos podamos hacer emerger otro tipo de conciencia, y salir del tramo animal de la evolución humana en el que aún nos encontramos, dispersos entre tanto conocimiento intelectual y tan mínimo para con el ser.
Y sé que la vida es sabia, mucho más que toda la humanidad a la vez, y tiene sus mecanismos para permitirnos avanzar, crecer, aprender, sanar, y caminar más ligeros. A veces puede parecernos exagerada la manera que tiene de ofrecérnoslo, pero sea cual sea, es la que hay y es sabio aprovecharla. Hay certezas que te llegan, sin que sepas cómo, pero sabes, sientes, que es así, como un algo más grande que uno mismo que te lo hace llegar.
Cuando la compasión se me apareció por primera vez en este viaje, me sorprendió doblemente, una porque dentro de toda aquella confusión no me había acordado de ella como buen soporte y mejor compañera de travesía, y otra por la forma en que hizo acto de presencia, como algo muy fuerte y poderoso, que se plantó en medio de la mente anulando todo lo demás en aquel preciso instante.
Un fogonazo intenso, que me hizo pensar “Gracias… como no me acordé de ti, “compasión”, viniste a rescatarme. Tocaste la puerta para decir ¿Me habías olvidado? , prosigue ese viaje con menos incertidumbre”. Si no tienes compasión para contigo mismo para con lo que estás experimentando, sintiendo, entonces no puedes hacer nada más allá de ello que sufrir sin fin.
Tengo la sensación de haber conectado con una fuente interior, primigenia, desconocida hasta entonces para mí y con mayor soporte aún, aunque muy muy sutil, que los esenciales que nos dan esa humanidad. Que sabe, que conoce, con sabiduría . Y tengo esa sensación porque es la única razón comprensible para no haberme vuelto loco en el proceso, para no haberme perdido en ese intrincado laberinto sin entrada ni salida. Y porque en el fondo, en el fondo, algo me mantenía, aunque fuera desconcertante.
También sé que me resta la vida para llegar a ello, pero ni me preocupa ni tengo prisa, porque la vida no va de correr tras nada, sino de fluir en lo que se presenta, en dar lo mejor de cada uno a cada momento, sabiendo qué es real y qué ilusorio y por encima de cualquier cosa, siendo honestos….. primero con uno mismo y por ende con la propia vida.
Tengo la sensación de haber conectado con una fuente interior, primigenia, desconocida hasta entonces para mí y con mayor soporte aún, aunque muy muy sutil, que los esenciales que nos dan esa humanidad. Que sabe, que conoce, con sabiduría . Y tengo esa sensación porque es la única razón comprensible para no haberme vuelto loca en el proceso, para no haberme perdido en ese intrincado laberinto sin entrada ni salida. Y porque en el fondo, en el fondo, algo me mantenía, aunque fuera desconcertante.
Nunca nada es igual, comenzando por uno mismo. Nunca nada tendrá la misma solidez, empezando por el ser interior. Dicen que solo lo esencial es lo que nos guía y acompaña, pero hay algo más profundo, que ello, y que te mantiene aun cuando lo esencial desaparece. Solo hay que confiar y escuchar con el ser…. Y me pregunto si será eso lo mismo que nos acompaña cuando dejamos esta vida….
Nunca nada es como uno lo espera, sino como la vida lo presenta, y no queda sino hacerse a ello y a través de ello, sin aferrarse ni dejarse olvidado, y en la espera de que siempre hay algo que aprender para seguir avanzando en esta conciencia cósmica y universal. El sol asciende y desciende día tras día, pero nunca lo hace en la misma forma ni densidad, porque tampoco nunca nada sigue siendo igual. Es una verdad universal, es ley de vida, y nos corresponde asimilarlo.
Saludos.
Patricio Varsariah.