Mi querida esperanza. ¡Sí! 

A la esperanza de esperar, de creer en “algo que deseamos y alguna vez llegará, pasará, etc”

Te escribo esta carta con la “esperanza” que alguna vez toda mi “desesperanza” quede guardada en el remoto lugar del ático de mi memoria, tratando ser olvido, de todo lo que me “duele, angustia, no llega, no pasa, no intento 

Porque, o porque hay otros que…o porque lo intenté millones de veces…o porque la paciencia tiene un límite…o porque de plano me cortaron las alas, o por otro largo, larguísimo etc”.

¡Cuántas veces me he aferrado a ti, cuántas otras sigo asido a tus hilos invisibles y que sólo el alma o el corazón son capaces de ver!

¡Cuántas veces repito a diario, “bueno, ¡que se le va a hacer, otro día será!", y dejo en la esperanza el logro de ese algo que esperaba con ansias o que, ilusa de mí, siempre, creí pasaría porque así lo soñé, lo desee, lo hable, lo planifique o simplemente lo pedí alguna vez (es a mi salud aquí, a quien me refiero; a veces con la esperanza me pasa, que se me van los tiempos en los sujetos, verbos y predicados).

Tanto se ha dicho esperanza de ti. Todos te nombran, todos, te cargan de todas sus ilusiones y sueños, de sus realidades por realizar, de sus metas, logros, objetivos. Y tú, que todo lo llenas, te llamas dios, hada, maga, ángel, ser divino, en el cual creemos en creencia propia, para esperar , todo salga bien, todo sea dado en bienestar, así sea con un quinto de lotería.

Te pido esperanza mía, la que me habita, la que no me abandona, que sigas fiel a mí como yo lo he sido contigo, y que si alguna vez , aún muriendo, llegase a tocar sus manos, sería entonces, la muestra fehaciente, de que eres tú, esperanza, lo último que se pierde, habiendo aunque sea, un hálito de vida.

Y termino esta carta, con una frase que me identifica plenamente contigo:
Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.
Martín Luther King (1929-1968) Religioso estadounidense

Me despido de Ti, quien atentamente, sigue pendido de tus brazos, esperanza mía.

Patricio  Varsariah.