Cada uno sigue su propio camino
Publicado por Patricio Varsariah el martes, diciembre 7, 2021
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Me dicen que yo no tengo paciencia...y es una VERDAD......., yo no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere. No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza.
Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme. Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular.
Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos. No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmearía. No soporto conflictos y comparaciones.
Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible. En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición. No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar.
Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales. Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia.
Hay días que me despierto con un Espíritu de derrota sobre mi. Hay días en que el enemigo me lanza con lo ultimo que tenia para tratar de destruirme. Ayer me golpeo salvajemente y me coloco en una posición difícil para mi.
Ayer me arrincono contra la pared y con sus asquerosas manos sobre mi garganta comenzó a hablarme palabras de derrota y de fracaso,me hizo creer que mi dolor seria eterno, que había terminado conmigo, que nunca mas me volvería a levantar. Eso fue ayer. Con lo que El no contaba era con que Dios tenia la ultima carta por jugar.
Y yo se que mientras yo duermo una gran batalla se peleaba en los aires. Porque lo que es de Dios, nadie lo puede destruir. Por eso hoy he despertado con un Espíritu diferente. Aunque he sido herido en la batalla, no estoy destruido porque aun tengo vida. Y mientras haya aliento en mi, mientras pueda levantar mi cabeza y tenga las fuerzas para seguir peleando el enemigo no podrá decir que me venció.
Porque sigo. Porque estoy aquí nuevamente en pie de lucha dispuesto a seguir el combate. Gracias a Dios estoy de pie!!!! Esa es la Verdad!
La otra tarde " pensando en mis pensamientos " y a consecuencia de el incidente del llamado " la crisis de abstinencia ", vino a mi unas palabras y me parecen muy sabias que se quedaron dando vueltas por mi cabeza y mi corazón: “Yo ahora ya no me pregunto por qué sino para qué”. Me pareció interesantísimo.
Cuando uno se pregunta “¿por qué?”, se sitúa en el papel de la víctima y el paso siguiente suele ser la queja. ¿Por qué me pasa a mí esto? Con estas palabras implicas, además, que algo es injusto, que no te lo mereces, y te conviertes en una marioneta en manos de un supuesto destino cruel.
En cambio, si la pregunta es “¿para qué?”, la situación –sea la que sea- se convierte en un reto, en una aventura. Saber para qué te ha sucedido algo supone querer comprender lo que tienes que aprender de ello, lo que la vida te está diciendo. Supone tomar las riendas de tu camino y abandonar el papel de “pobrecito yo”.
Dicen en mi "pueblo" “las cosas no te suceden a ti sino que suceden para ti”, e incorporar esta sencilla preposición –para- lo cambia todo. Dejas de ser una víctima para convertirte en un luchador, un buscador, un aventurero, para ser lo que tú decidas que quieres ser. Todo está, entonces, en tus manos.
Por lo tanto, ante cualquier situación que se presente, si te sientes incómodo, molesto, triste, la propuesta es intentar darte cuenta de lo que estás pensando sobre ella. Y una vez descubierto, sólo es cuestión de cambiar de pensamiento, de transformar las preguntas, de dejar de ser la víctima de tu destino para ser el héroe o la heroína de tu propia vida.
Creo, hace mucho, que aprendemos más con las preguntas de que con las respuestas. Como también aprendemos que cuando, en un viaje, nos equivocamos y tomamos una otra dirección y nos asustamos con las piedras, debemos parar y apreciar la belleza de las flores. Ni todos caminos nos lleva siempre a felicidad pero, todos nos llevan, sin duda, a algún descubrimiento.
A mí me ha pasado que cuando he descubierto algo que ha sido muy bueno para mí y que prácticamente me ha cambiado la vida, con la ilusión y la felicidad que eso me ha aportado, he intentado compartirlo con los que me rodeaban. Y resulta que muchas veces, también, la respuesta ha sido el rechazo.
Finalmente, he comprendido que cada uno sigue su propio camino y que necesita pasar una serie de experiencias por sí mismo. La experiencia del otro nunca nos sirve más que, como mucho, de luz. Intentar cambiar a los otros porque tú sientes que has cambiado y te gustaría que ellos sintieran la felicidad y la paz que tú sientes, no es posible.
Ponerles en evidencia cosas que tú ves muy claras pero que ellos ni siquiera intuyen, solo lleva a que se cree mal rollo y distancia. Y lo sé porque he estado en los dos lados, en el lado del que dice y en el lado del que le dicen. Cuando te dicen pero tú, por ti mismo, no ves, es muy frustrante y doloroso y puede llevar a rupturas con personas que realmente quieres, amigos o familia no se salvan de eso.
Por lo tanto, creo que lo único realmente útil es seguir trabajando en uno mismo, estando tranquilo con tu proceso y tu trabajo y, si un día alguien viene y te pregunta, compartirlo encantado pero, si no, ir caminando con suavidad. Esa misma paz, luz y felicidad que uno alcanse, ya les servirá a ellos sin que ni siquiera uno se de cuenta, cuando sus caminos estén tristes y oscuros. En fin, espero que estas reflexiones sean útiles…
Saludos.
Patricio Varsariah.