Debes deshacerte de toda excusa, toda falsa esperanza y toda fantasía de que alguien o algo es responsable de tu vida. Si esperas a que alguien te salve, ya estás perdiendo. Nadie vendrá. Ni tu jefe. Ni tu pareja. Ni tus padres. La ayuda podría llegar. Pero la mayoría de las veces es demasiado tarde, demasiado poco o no es lo que realmente necesitas. Hay quienes esperan demasiado para ser salvados; olvidan que pueden ayudarse a sí mismos.

Nada importa si no actúas. Si nada ayuda, aún puedes recorrer el camino. Puedes leer todos los libros de autoayuda. Escucha los mejores podcasts. Contrata al mejor coach. Pero a menos que te pongas manos a la obra, nada cambia. Has esperado grandes avances. Que alguien te mostrara cómo vivir la vida correctamente. Aunque sabías lo que debía hacer. Esperar nunca ayuda.

El impulso no solo de sobrevivir, sino de superar, de crecer, de afirmarse ante las dificultades de la vida. Esa voluntad no proviene de consejos externos. Viene de dentro. Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo. Pero un «porqué» exige acción. Es necesario asumir el «cómo». Nadie más llevará esa carga. 

El cambio de comportamiento no se produce simplemente por saber qué es lo correcto. Se produce por etapas: pre-contemplación, contemplación, preparación, acción y mantenimiento. ¿Y el cuarto paso? Acción. Ése es el punto de inflexión. Sin ella, el cambio no se produce.

No podemos pensar en cómo crear nuevos hábitos. Tenemos que actuar para entrar en ellos. Tú terapeuta no puede obligarte a salir a caminar. Tu entrenador no puede levantar pesas por ti. Tu mentor no puede combatir tus miedos. Tú haces eso. O te quedas estancado. 

No expliques tu ética. Te conviertes en lo que haces, no en lo que crees. Esperar es una trampa. La comodidad también. Y la idea de que «algún día» todo será más fácil es una mentira.

Puede que nunca descubras tu vida completa. Pero puedes hacer lo que debes hacer ahora mismo. Esas acciones te ayudarán a vivir una vida mejor.

Quieres sanar del duelo. O de cualquier sufrimiento mental de tu pasado. Confía en el dolor. Siéntelo por completo. Y luego déjalo ir. Abandona la esperanza de que el pasado podría haber sido diferente. No lo será. Pero el futuro sí. Concéntrate en construir una vida que tenga sentido sin el dolor de tu pasado. Si quieres romper un mal hábito, reemplázalo por uno mejor. Y hazlo con constancia. No te preocupes por romper el viejo. Anúlelo con sus nuevos comportamientos. Nadie hará estas cosas por ti. Y no pueden.

El trabajo no es fácil. Crecer duele. Y eso no es un defecto del sistema. Es el sistema. Así se forma el carácter. Es cómo te reconstruyes después de un colapso. 

Se dice que ningún árbol puede crecer hasta el cielo a menos que sus raíces lleguen hasta el infierno. Enfrentar partes de ti mismo que preferirías ignorar es un trabajo duro. Esa lucha por hacer lo necesario no desaparece. Pero la salida tiene que ser tuya. Una vez que te tomes el proceso en serio, dejarás de culpar y esperar. Y empezarás a asumir tus decisiones. Y dejarás de convertirte en una víctima.

Puede que no obtengas exactamente lo que quieres. Pero al menos te mueves. Al menos la lucha es real. Ayudarse a uno mismo es sobrevivir. Es una responsabilidad. Y es la única salida real. "Nada ayuda; debes ayudarte a ti misma, o estas acabada". 

Esperar es una muerte lenta, y la acción es el único camino para seguir. En el momento en que aceptas que nadie vendrá a salvarte, te liberas para convertirte en la persona que puede. Si quieres cambiar, sé quién cambia. Si quieres paz, sé quién la crea. Si quieres fuerza, gánatela. Ese es el trabajo. Es tuyo. Y eres más que capaz.

Si algo te llevas de este escrito, que sea esto: Eres quien has estado esperando todo este tiempo. Solo tú y lo que elijas hacer a continuación. Ayúdate a ti mismo, o estás acabada. Ese es el camino que todos recorremos. Tus hábitos, tu sanación y tu futuro empiezan con la responsabilidad. Esa es la parte difícil. Esa es también la parte poderosa. Porque una vez que te das cuenta de que eres la solución, dejas de buscar escapatoria. No eres impotente. Simplemente no has sido puesto a prueba.

Así que ponte a prueba. Haz el trabajo. Y sigue adelante. Nadie más puede. Pero tú sí puedes.

Si mis palabras te trajeron consuelo o reflexión, gracias por tu interés y tu tiempo.

Patricio Varsariah.