A veces…,Me balanceo en mundos pasados, en sensaciones y palabras, en colores, ecos, en un tacto ajeno, pero tan mío… Me deslizo en senderos que me llevan por profundidades que despiertan las sombras de mis pensamientos, son tan profundos que me abismo en ellos, no quiero salir porque me hablan en susurros lo que ningún mortal en esta vida, ha dicho. Y recorro las ideas y las ideas me acarician, y hablo y me hablan como si fuera éste el último día, como si no hubiese otro. Y comprendo todo, tan claro, tan nítido. No hay muertes, ni distancias, ni pasados…, no hay diferencia entre lo que fui y lo que soy, soy la misma que seré. Y la hierba que mis manos acariciaron, la tierra que vistió mis pies, el agua que sació mi sed, la que untó mis labios…, no es otra que ésta, y será la misma de un mañana que no existe.

El pestañeo de mis ojos aumenta ante la terrible y cruel desigualdad que domina el mundo, y ese pestañeo me causa dolor. Me causa un profundo y podrido dolor. Aclaro, no me molesta la riqueza, por el contrario, me siento feliz por ver gente adinerada con ojos de alegría, me gusta ver a la gente feliz. La vida siempre es más fácil con un poco más de dinero, no digo que haga la felicidad pero como dice el dicho, por Dios que ayuda. Yo lo disfruto cuando está, no lo lamento cuando se aleja. (Si ponemos atención veremos que todo se mueve tan cíclicamente, con un ritmo casi imperceptible. Sin embargo lo que sí me molesta es ver el hambre en la cara de un niño, eso me pone de mal humor. Observar el rostro de un anciano pidiendo dinero en un semáforo y ver tantos rostros indolentes en sus autos lujosos, eso, eso me desagrada. Ver a un hombre de igual edad que el anciano mover la cabeza con desprecio, eso me provoca nauseas, ¿no se da cuenta que podría ser él? No hablo de un borracho ni de un hombre joven que podría estar trabajando, ¡hablo de un simple y miserable anciano!. Ese viejo ya debería tener un descanso, ¿no lo creen?, estar en un “hogar”, en una cama abrigada, con un plato de sopa caliente, pero NO, ESTA PARADO EN UNA CALLE FRÍA, CON SU ROSTRO ARRUGADO DE VEJEZ Y DESALIENTO, PIDIENDO UNA MONEDA PARA TAL VEZ, COMPRAR UN PEDAZO DE PAN. TAL VEZ ENFERMO, CON POCO ABRIGO, CON LOS ZAPATOS ROTOS.

Muchos de nosotros llegamos a una casa con calefaccion, con la mesa servida y la comida humeando, cuando pienso en la pobreza y miro eso, me cuesta respirar y pienso, ¿qué puedo hacer?, busco respuestas. No las encuentro, solo más imágenes dolorosas y una desigualdad que quiebra el silencio y descose mi paz. ¿Qué es la pobreza? ¿Cómo se mide? ¿Quiénes son pobres?. Definir y medir la pobreza y calcular el porcentaje de pobres de un país o de una región, no son sólo cuestión de números y promedios, la pobreza es un mundo complejo y complicado que requiere un análisis claro para descubrir todas sus dimensiones. Los seres humanos somos fundamentalmente diversos.No se puede trazar una línea de pobreza y aplicarla a rajatabla a todo el mundo por igual, sin tener en cuenta las características y circunstancias personales. Existen factores geográficos, biológicos y sociales que multiplican o disminuyen el impacto de los ingresos en cada individuo. Entre los más desfavorecidos hay elementos generalmente ausentes, como educación, acceso a la tierra, salud y longevidad, justicia, apoyo familiar y comunitario, créditos y otros recursos productivos, voz en las instituciones y acceso a las oportunidades.

Ser pobre,no significa vivir por debajo de una línea imaginaria de pobreza, por ejemplo, un ingreso de 2 Euros por día o menos. Ser pobre es tener un nivel de ingresos insuficiente para poder desarrollar determinadas funciones básicas, tomando en cuenta las circunstancias y requerimientos sociales del entorno, esto sin olvidar la interconexión de muchos factores.Para buscar ejemplo: Las grandes disparidades en el nivel de libertades que hombres y mujeres disfrutan en distintas sociedades. Además de la disparidad (entre los dos sexos) en el nivel de ingresos o recursos, existen otras esferas de diferencias como la división de las tareas en el hogar, el nivel de educación recibida o el nivel de libertades que disfrutan los diferentes miembros de una misma familia. La manera en que un individuo debe presentarse y es aceptado en la sociedad -el vestido, la apariencia- limita y condiciona sus opciones económicas, un fenómeno que puedo calificar como una “vergüenza social”. Más que medir la pobreza por el nivel de ingresos que se perciben,yo recomendaria calcular lo que ese individuo puede lograr hacer con esos ingresos para desarrollarse, teniendo en cuenta que esos logros varían de un individuo a otro, de un lugar a otro.

No tendría explicación, de otra manera, la existencia de bolsas de pobreza en los países ricos entre gente de ingresos medios. Sin embargo, en los barrios marginados de Estados Unidos, el bajo nivel de educación, los servicios precarios de salud, la falta de asistencia de servicios sociales y la amenaza del crimen violento, hacen que la calidad de vida (medida en longevidad, mortalidad infantil, salud, educación, seguridad) de personas de ingresos aceptables viviendo en una sociedad rica sea comparable, e incluso inferior, a la de muchos pobres del resto del mundo.

El análisis de la pobreza debe estar enfocado en las posibilidades que tiene un individuo de funcionar, más que en los resultados que obtiene de ese funcionamiento, la desigualdad es un problema con múltiples facetas, como la pobreza. La globalización no se puede rechazar de plano ni aceptar sin serias críticas. Hay que preguntarse en qué proporción está beneficiando al mundo. Porque si la ecuación es 90 por ciento para los ricos y 10 por ciento para los pobres es una cosa, si la relación es 70-30 ó 60-40 es otra muy diferente.