Amarse a uno mismo no es ser egoísta.
Publicado por Patricio Varsariah el miércoles, octubre 22, 2025

Déjame preguntarte algo… ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo solo para ti?
No para tu familia, ni para tus amigos, ni para parecer productivo, sino puramente para ti. Si te cuesta recordarlo, no estás solo. Incluso a mí me pasó lo mismo.
Pensaba que amarse a uno mismo significaba comprar cosas caras o publicar selfis bonitas con frases como "tiempo para mí". Sinceramente, me reía de la idea. ¿Quién tiene tiempo para amarse a sí mismo cuando hay estrés laboral, presión de social y gente a la que complacer?
Pero entonces la realidad me golpeó con fuerza. Estaba agotado, emocionalmente agotado y secretamente resentido.
Una noche, de repente, lo entendí… tal vez el problema no era que los demás no me valoraran, sino que yo no me valoraba a mí mismo. Esa simple revelación lo cambió todo.
Durante años, me llevé la insignia de "la persona confiable". La persona que siempre contestaba el teléfono. La que se quedaba despierto hasta tarde ayudando a los demás con sus problemas, incluso cuando mi propia vida se desmoronaba. Y, sinceramente, una parte de mí disfrutaba que me necesitaran; sentía que era una prueba de que importaba. Pero poco a poco, empezó a doler.
La gente esperaba que apareciera, pero rara vez me preguntaban cómo estaba. Me sentía invisible.
Una noche, estaba revisando mis escritos cuando me tope con una cita: "Enseñas a la gente cómo tratarte según cómo te tratas a ti mismo". Me detuve en seco. Porque en ese momento, me di cuenta de algo duro pero cierto... Había estado enseñando a la gente que mis necesidades no importaban.
Así que decidí cambiar esa lección. Y ese día me dije: "¡Ya basta! A partir de hoy, voy a priorizarme a mí mismo y no a los demás". Empecé con la práctica del amor propio.
¿Qué hice?
Permíteme compartir contigo las 8 lecciones que aprendí tarde en la vida sobre el amor propio
1. Los límites son respeto propio. - Durante mucho tiempo, pensé que decir "no" me hacía grosero. Pero cada "sí" que me obligaba a decir por culpa solo me amargaba. El día que rechacé un plan porque realmente necesitaba descansar, me di cuenta de que quienes se preocupan lo entenderán. ¿Y quienes no? Quizás nunca fueron amigos de verdad.
2. Descansar no es pereza. - Solía odiar descansar. Incluso acostado, mi mente susurraba: "Estás perdiendo el tiempo". ¿Lo has sentido tú también alguna vez? Pero entonces me pregunté... ¿acaso los teléfonos no necesitan carga? ¿Los autos no necesitan combustible? Si todo lo demás requiere recuperación, ¿por qué no los humanos? Descansar no es una debilidad, es mantenimiento. Así que hasta ahora descanso cuando mi cuerpo me lo indica.
3. Háblate con amabilidad. - Las palabras en tu cabeza moldean tu realidad. Mi voz interior solía ser cruel... "No eres suficiente. Llegaste demasiado tarde en la vida. Nunca lo lograrás". Ahora, intento hablarme a mí mismo como lo haría con mi mejor amigo. Amable, paciente, indulgente. Al principio se siente incómodo, pero poco a poco, la amabilidad reemplaza la crítica.
4. Celebra los pequeños triunfos. - Durante años, descarté las pequeñas victorias.
¿Terminar un libro? No es gran cosa. ¿Limpiar mi habitación? No cuenta. ¿Completar una escrito? Ya pasó. Pero la vida se compone principalmente de estos pequeños pasos. Aplaudirlos crea impulso. Cada pequeña celebración me susurraba: "¿Ves? Estás avanzando, bien hecho, Patricio.
5. Deja de comparar caminos. - La comparación es veneno. Cada vez que pasaba por las redes sociales me sentía atrasado. Pero la vida no es una carrera. Todos tenemos diferencias, lo que nos hace únicos a nuestra manera. Cuando dejé de comparar finalmente me sentí libre.
6. Perdónate por los errores del pasado. - El amor propio también significa enfrentar los fantasmas del pasado: los arrepentimientos, la culpa, el "Debería haberlo sabido". Sé que quizás tú también te lo hayas dicho. Durante años, cargué con ese peso. Pero un día, me dije: Te perdono. Estabas haciendo lo mejor que podías con lo que sabías en esa etapa de la vida. Esa simple frase desbloqueó un nuevo nivel de paz que no sabía que merecía.
7. El tiempo a solas cura, no es soledad. - Solía comparar la soledad con no ser deseado. Pero la verdad es que la soledad es sagrada. Leer, escribir o simplemente sentarme en silencio me dio una sensación de conexión conmigo mismo que ninguna multitud podría jamás.
8. Tu valor no se basa en la productividad. - La sociedad suele elogiar estar ocupado, y yo también empecé a creerlo. En los días en que no lograba nada, sentía que no era lo suficientemente bueno. Pero el amor propio me enseñó que mi valor no se trata de cuánto hago, sino de quién soy. Y de lo que siento y sé de mí mismo.
Finalmente, mi mensaje para ti:
El amor propio no se trata de velas elegantes, baños de burbujas ni chocolates (aunque esos también son deliciosos). Se trata de decisiones cotidianas: Decir "no" cuando protege tu paz. Descansar sin culpa. Hablarte a ti mismo como a alguien a quien amas.Celebrar el progreso, no la perfección.
El día que empecé a valorarme, el mundo empezó a seguirme poco a poco.
Espero que mis palabras te hayan envuelto como un cálido abrazo.
Gracias de verdad por leer hasta ahora.
Patricio Varsariah.